Eduardo de la Torre Jaramillo
“Esas voces de la calle
deben ser escuchadas. Mi gobierno está escuchando esas voces que piden un
cambio…”
Dilma Rousseff
Que
sirva este artículo para poder hacer un análisis comparado de otra sociedad
como la brasileña, y que observemos las diferencias entre nuestros países.
De
1994 a 2002 gobernó Fernando Henrique Cardoso, sociólogo que en 1969 junto con
Enzo Faletto crearon la única teoría latinoamericana en ciencias sociales, la
famosa “Teoría de la Dependencia”, éste intelectual siendo presidente aplicó el
“Plan Real” afianzando una macroeconomía ordenada con baja inflación, lo que le
permitió bajar la pobreza en su primer periodo de gobierno en un 5.1%; aunado a
lo anterior, las cosechas en ese país de 1996 a 2006 crecieron en un 360%, cuyo
resultado fue que Brasil dejara de ser un país importador de alimentos como lo
era en 1980, y se convirtió en una potencia agrícola mundial.
Continuando
con la información anterior, Brasil es el primer exportador de jugos de
naranja, pollos, azúcar, café, carnes; el segundo exportador mundial de maíz; y
el cuarto de algodón y cerdo.
Posteriormente
gobernó Lula Da Silva, candidato presidencial perdedor en 1989, 1994 y 1998,
quien se convirtió en presidente de la república de 2003 a 2010, éste aplicó
los programas “Beca Familia”; urbanizó los barrios pobres y sobre todo mantuvo
la línea macroeconómica de su antecesor Cardoso con apoyo del Banco Central.Ambos
gobiernos redujeron la pobreza, pero de manera más acelerada y eficaz en la
época de Lula, en total disminuyeron 30 millones de pobres que pasaron a ser
las nuevas clases medias brasileñas. -Dicho sea de paso, esos gobiernos fueron
de izquierda, en el caso de Cardoso es un socialdemócrata y Lula venía de la
clase obrera con formación marxista, de allí su Partido de los Trabajadores
(PT), esta forma de gobernar significa una lección donde Estado y Mercado
hicieron una complementación para tener una mejor gobernación, no exenta de
corrupción, sobre todo con algunos integrantes del PT.
Por
ejemplo en la parte económica, de 2002 a 2010, el PIB creció en un 4% anual; éxito
en parte porque mantuvo una banca privada y pública; el crecimiento del salario
fue del 59.2% (a diferencia de México que sólo es del -5.5%); su recaudación es
del 36% del PIB (mientras que México recauda el 11% en promedio anual); para
Gasto Social anualmente destinan el 26.2% (en el país es el 11.3%); el gasto en
educación es del 5.6%, además Lula creó 12 nuevas universidades públicas (el
gobierno federal del país destina el 3.7%); además de que es un país urbano en
un 85% (el 77% en México).
Con
el ascenso de Dilma Rousseff a la presidencia de la república, se pensó que
Brasil se iría al primer mundo, esto porque ya encabezaba al BRIC, por supuesto
que la crisis financiera global de 2009 le pegó a aquel país y dio comienzo al
declive de dos narrativas: a) la reivindicación de la democracia, y b) las
políticas de inclusión; fue así que la narrativa de la exclusión social se hizo
patente, por ejemplo las nuevas clases medias no accedían a un sistema de salud
mayor y de mejor atención.
Centrándome
en la movilización de millón y medio de brasileños, éstase originó por el
aumento del transporte público, y de allí sus protestas pasaron a ser en contra
del Mundial de 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016, porque el gobierno llevaba
un gasto de 30,000 mil millones de dólares; por lo tanto transitaron hacia el
reclamo de más y mejor educación, salud, transporte público y seguridad social;
es pertinente mencionar que no quieren un cambio, no están exigiendo la
modificación del régimen político, si mayor eficacia y eficiencia del gobierno,
inclusive quieren un “Brasil mejor”, y con políticos menos corruptos, con menos
impunidad, con menos privilegios y combatir el patrimonialismo; lo cual es una de
las consecuencias de tener una reforma política congelada desde hace 20 años.
Definitivamente,
lo que le pasó a las nuevas clases medias brasileñas es parte de un cambio
cultural, en el cual procedieron de la seguridad del ciberespacio en sus casas a
la calle (algunas de sus pancartas decían: “vamos a las calles, porque Facebook
no basta” o “Hemos salido de Facebook”), ya no hay ideologías, están ignorando
a los partido políticos, desconfían de los medios de comunicación, no reconocen
liderazgos, en fin es un nuevo patrón de movimiento social, donde se evidencia
la eficacia de la tecnopolítica (táctica y estrategia de las herramientas digitales
que están configurando a las identidades colectivas).
El
gobierno de Brasil entendió que “las respuestas represivas agudizan los
conflictos y aíslan a los gobiernos”, por lo que se obligaron a tomar
decisiones institucionales como: un porcentaje alto de los recursos del
petróleo (Petrobas) se van a la educación y a la salud, además están cambiando
la Constitución para controlar al gobierno frente a la corrupción.
Finalmente
esa clase media ilustrada que se movilizó para exigir calidad de los servicios
que se traducen en calidad de vida se reflejó en quienes asistieron a las
marchas, por ejemplo el 77% tenían
título universitario; el 84% no pertenece a ningún partido político; y el 53%
eran menores de 25 años. Y por supuesto quienes asistían a la marcha tenían un
objetivo claro y sabían porque protestaban; quizá Brasil padeció una crisis de
su progreso.