Un México sin ley
ADOLFO GILLY
México ingresa en un cambio geopolítico histórico. La Constitución de
los Estados Unidos Mexicanos, sancionada en Querétaro en 1917, ha sido
desmantelada por el Congreso de la Unión. Estamos ante una concesión de hecho
del subsuelo territorial de la nación a la potencia mundial vecina, Estados
Unidos.
Es un proceso destructivo del régimen
constitucional que comenzó en noviembre de 1991, cuando se reformó el artículo
27 para abrir la puerta al despojo y la privatización de las tierras ejidales,
y culmina en diciembre de 2013, cuando una contrarreforma aún más radical acaba
de destruir ese artículo pilar de la Constitución, como ya han sido
desmantelados en los hechos los originarios artículos 3º, relativo a la
educación, y artículo 123, sobre los derechos y garantías de los trabajadores.
Este proceso, por otra parte, ya había comenzado antes en las políticas del
PRI: charrismo en el sindicato, despilfarro y corrupción en la administración
de Pemex.
La Constitución de 1917 ha sido
destruida en sus esencias. Tenemos en México muchas leyes. Pero hoy México es
un país sin ley, que ha desprotegido a los trabajadores del campo y de la
ciudad, así como a sus grandes riquezas naturales, frente a la voracidad del
capital trasnacional y las ambiciones de dominación del vecino del norte y sus
socios locales.
El desmantelamiento de los artículos 27
y 28 Constitucionales sólo puede compararse en la historia nacional con el
fracasado proyecto del Tratado McLane-Ocampo, sin que ninguna situación extrema
como fue la intervención francesa le conceda siquiera una sombra de
justificación. Esta es la dimensión de lo resuelto por el Congreso de la Unión
en este diciembre de 2013.
No se trata ahora de detenerse a
imprecar o denostar a quienes así lo decidieron. Se trata de organizar con
empeño, tenacidad y paciencia las fuerzas materiales, humanas y territoriales
para restablecer en este país la ley de la nación, eso que en Estados Unidos
llaman the law of the land y consideran supremo valor a
respetar en su territorio y a violar en naciones ajenas: Puerto Rico, Honduras,
Venezuela, Panamá, Colombia. Incluida la ocupación de Guantánamo, este listado
no tiene fin. * * *
Destruidos en su esencia los pilares de la Constitución de 1917 –el
artículo 27 y su corolario, el artículo 28; el artículo 3º y el artículo 123–
se abren las compuertas para que México se vea atraído como país satélite de
Estados Unidos. No exagero: no abren así su territorio y sus leyes Francia ante
Alemania, Italia frente a Francia, Gran Bretaña frente a Estados Unidos o la
India frente a China.
Tómense los ejemplos que se quiera,
pero lo cierto es que el proceso de integración y subordinación desencadenado
desde la presidencia de Miguel de la Madrid ha pasado una frontera que no
tendrá retorno sin un gran sobresalto humano, material y espiritual de la
nación entera.
Enumero las consecuencias que en este
momento aciago alcanzo a ver:
I. Rendición de soberanía
1. Integración subordinada:
Por primera vez en su historia, México se subordina a la nación vecina, Estados
Unidos, e integra su soberanía de hecho en la plataforma continental de esa
nación.
2. Subordinación financiera a
un centro extranjero: Wall Street.
3. Subordinación productiva: ya
estipulada en el Tratado de Libre Comercio y consolidada con la derogación de
la sustancia de los artículos 27 y 28.
4. Subordinación territorial y
militar al Pentágono y sus servicios de inteligencia, ya establecida
bajo Calderón y García Luna.
5. Subordinación política a
Washington D.C. como corolario necesario de lo anterior.
Son todos rasgos, hasta cuesta
escribirlo, de un gran Estado satélite, como antes Polonia con la Unión
Soviética o la Nicaragua de Somoza con Estados Unidos.
II. El Suchiate, virtual frontera sur
de Estados Unidos
1. Migrantes: el
Estado mexicano actúa como control y garante de las fronteras de Estados Unidos
contra los migrantes de Centro y Sudamérica. Lo que vivimos en nuestro
territorio nacional es una masacre metódica y cotidiana subordinada a los
intereses y necesidades de Washington, llevada a cabo por armas mexicanas y por
responsables del Instituto Nacional de Migración.
2. Guerra sucia: en
Guerrero, Veracruz, Tamaulipas, Chihuahua, Sonora, Michoacán Zacatecas y otros
estados de la República se vive, como ya lo anotó Luis Hernández Navarro en
estas páginas, una auténtica guerra sucia, dirigida a desorganizar por el
terror y a despojar a las poblaciones de sus bienes, sus derechos, sus
organizaciones y sus vidas. Esta violencia cotidiana pesa como una fuerza de
desorganización para intimidar, desmoralizar, paralizar y disolver resistencias
y respuestas. Las policías comunitarias, reprimidas por el Estado o por el
narco, son legítimas reacciones de autodefensa ante la desprotección y el
terror y testimonios del grado de desintegración de la relación estatal entre
gobernantes y gobernados.
3. Narcotráfico: rama
poderosa de la economía y la política estrechamente ligada a los canales
financieros de México y Estados Unidos y a poderes de ambos países.
4. Presencia permanente y actividad
reconocida y pactada del Ejército y los Cuerpos Policiales y de
Seguridad del país vecino en el territorio de la nación mexicana.
5. Consolidación y despliegue del
mecanismo de subordinación y cesión de soberanía denominado Tratado de Libre
Comercio de América del Norte (TLC).
III. Cambio epocal
Esta situación límite, antes
desconocida en la historia de México y de América Latina, tiene lugar en el
contexto de un cambio epocal de las relaciones de dominación
entre las naciones, de sus relaciones políticas y económicas y de las
relaciones sociales entre capital y trabajo, ciudad y campo, sociedad y
recursos naturales, dentro de cada contexto nacional tal como lo vivimos en
este siglo XXI.
En este universo epocal subordinar la
soberanía, la economía, los derechos, los salarios y los ingresos, el
territorio, la naturaleza y la nación mexicana a los intereses y necesidades de
la nación vecina, Estados Unidos, y de sus centros financieros y militares,
constituye un vuelco de dimensiones históricas aún
difícilmente imaginables. Se trata de un golpe de mano llevado
a cabo sin discusión ni consulta, que no responde ante la nación y su pueblo
sino a los intereses de los beneficiarios actuales de esas políticas y sus
aliados y clientes locales. Tampoco se trata de los intereses del pueblo de
Estados Unidos, sino de los de Wall Street y el Pentágono.
Es una emergencia en nuestra historia.
Es preciso unirse y organizarse en libertad y democracia, más allá de cualquier
otro interés o diferencia en el presente, más allá de cualquier resquemor o
distancia en el pasado, organizarse en todos los terrenos y con todos los
medios y formas –todos– que prevé y autoriza la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos y con toda la libertad y la protección que desde su
artículo 1º dicha Constitución garatiza.
FUENTE: LA JORNADA