El más chico de la dinastía, José Treviño Morales, tenía en sus manos las riendas del negocio de caballos.
Por Daniel Lizárraga e
Irving Huerta / Investigaciones Especiales NoticiasMVS
La señal de salida, los
gritos, la angustia por saber quién cruzará primero la meta y la idea de
saberse ganador en las apuestas, eso que apasiona a quienes gustan de las
carreras de caballos, hizo que el cártel de “Los Zetas” viera derrumbarse la
más ingeniosa forma de lavar dinero que han tenido desde que cobraron
notoriedad, en el año 2006...
José Treviño Morales, el
cerebro de este grupo en el blanqueo de capitales, dejó un rastro que los
agentes del FBI siguieron hasta dar con una maquinaria manejada en México y
Estados Unidos, que arrojó, a lo largo de cuatro años, ganancias limpias,
estimadas por las autoridades en 60 millones de dólares
Tan sólo Jesús Rejón
Aguilar, alias “El Mamito” o el “Z-7”, uno de los operadores destacados en el
trasiego de drogas y, a su vez, considerado como uno de los más crueles cuando
se trataba de eliminar a sus rivales, llegó a tener 350 caballos cuarto
de milla, con los cuales ganaba algunas carreras a punta de sobornos, en
el sur de Estados Unidos.
Pero no todo eran
trampas. El desmantelamiento inició cuando José Treviño apareció en los
registros oficiales y públicos como el dueño de Tempting Dash, un caballo
campeón catalogado como una leyenda.
Presentando al hijo
campeón de First Down Dash, en el Establo Southwest: Tempting Dash, su vieja y
gran línea de sangre se completa con su madre, la yegua del año Tempting Cheek
Su historial en las
carreras también es legendario. Tempting Dash se mantuvo invicto hasta su
retiro. En su corto historial de carreras, este campeón obtuvo dos victorias de
Grado 1.
Quienes lo admiraron
fueron testigos de un corredor talentoso, que desplegó su rapidez.
Muchas de sus victorias
fueron remontadas a algunos de los mejores caballos de dos años de la región.
En tan sólo el segundo
arranque, Tempting Dash impuso un nuevo récord en el Parque Lone Stark, con una
victoria en el gran Premio Dash for Cash Futurity.
“Tempting Dash parece
mejorar cada vez que se para en una pista”, en palabras de Gary West, del
periódico Forthworth Star Telegram...
Asegúrate de reservar
para tus yeguas, para esta temporada. La tarifa para Tempting Dash es de 5 mil
dólares.
Tempting Dash está en un
establo acreditado en Texas y está disponible para carreras de caballos.
Tempting Dash, el
caballo del futuro.
El 14 de diciembre del
2008, José Ramiro Villarreal —un prestanombres— compró este caballo por 21 mil
500 dólares. A partir de ese momento inició la leyenda de Tempting Dash,
entrenado, cuidado y manejado indirectamente por “Los Zetas”.
¡Arrancan! Miren a Feet
que va rápidamente, va por afuera deslizándose. Tempting Dash es rápido, wow. Tempting DAsh está al
frente. Aquí está Hotdog en segundo. Miren a Tempting Dash, Tempting Dash. Aquí
está Hot Dog. Tempting Dash, de José Villarreal; entrenador Eusebio Cantú;
jockey, Julián Cantú
En ese entonces, los
aficionados veían en los tableros electrónicos que Tempting Dash era propiedad
de José Villarreal, entrenado por Eusebio Huitrón y montado por el yóquey
Julián Cantú.
El segundo de ellos,
Eusebio Huitrón, es uno de los sentenciados a 20 años de prisión. Le decían “el
Chevo” y estuvo bajo las órdenes de José Treviño.
De acuerdo con la
investigación del FBI, abierta en la Corte Federal Oeste de Austin, Texas, el
cártel tenía un grupo encargado de arreglar algunas de las carreras. Mediante
sobornos conseguían que abrieran las puertas a sus caballos segundos antes que
a los demás, o que pusieran tierra más firme en su arrancadero, a fin de tener
mayor empuje desde la salida.
Esta tarea la ejecutaban
el propio Huitrón y otros como Carlos Nayen Borbolla y Adán Farías, quienes
también eran entrenadores y asesores. Los tres, están sentenciados.
Esta maquinaria, con
capacidad para limpiar más de 233 mil dólares por semana, era encabezada por
Miguel Ángel Treviño Morales, conocido como “el Z-40”. El 15 de julio de 2013
fue capturado en Nuevo León…
Por debajo estaba su
hermano, Óscar Omar Treviño Morales, “el Z-42”, uno de los capos más buscados y
sobre quien existe una recompensa de 5 millones de dólares, de parte del FBI.
El más chico de la
dinastía, José Treviño Morales, tenía en sus manos las riendas del negocio de
caballos. Su tarea era limpiar el dinero de las ganancias por la venta de droga
en Estados Unidos; sin embargo, él mismo cometió dos errores que llamaron la
atención del FBI.
En septiembre del 2009,
en el hipódromo de Lone Star Park, Tempting Dash hizo una de sus carreras más
espectaculares, ya que a pesar de salir en último lugar remontó y ganó con
varios cuerpos de ventaja.
¡Arrancan! en el Dash For Cash Futurity. First Corona Call salió bien. Diamond for Jess viene
desde afuera. Streakin Down ya fue rebasado. Desde dentro viene Tempting Dash y
First Corona Call, pero Tempting Dash en su segunda salida se hace del Premio
Dash for Cash Futurity
Sorpresivamente, al
final, en la pantalla, no apareció el nombre de José Ramiro Villarreal como
dueño de Tempting Dash, como sucedió en otras carreras. En su lugar, surgió el
de José Treviño. Eso encendió las alertas del FBI…
P: Realmente tienes un
caballo especial, ¿no?
JV: Eso creo y espero
que mejore con el tiempo.
P: Una pregunta. ¿Por
qué ese caballo empezó tan tarde aquí en Estados Unidos?
JV: No lo sé, compré el
caballo en septiembre y lo conseguí en una de estas subastas, tú sabes.
P: Tienes un caballo
fantástico, eso es seguro. Felicidades.
JV: La razón por la que
me vendieron este caballo, porque lo compré barato, es que era pequeño. Sé que
ustedes saben que es pequeño, pero es muy rápido.
José Treviño no lo sabía
pero a partir diciembre del mismo año 2009, el FBI encontró la ruta para
cerrarle el paso.
Parte de las ganancias
obtenidas por Tempting Dash, 435 mil dólares, se transfirieron de una cuenta
personal de Treviño, en Bank of America, a la empresa Tremor Enterprises.
Antes de finalizar ese
mismo mes, el 22 de diciembre, José Treviño firmó dos cheques a su nombre,
desde una cuenta de esa misma empresa, por 157 mil dólares y, 10 días más
tarde, depositó nuevamente a favor de la misma compañía, otros 157 mil dólares,
que a la postre regresaron a sus manos.
Su esposa, Zulema
Treviño, tuvo a su nombre las empresas fachada. Las importantes fueron las
siguientes: Granjas Zule, GG Terra y la propia Tremor Enterprises.
El dinero en efectivo se
inyectó al sistema bancario por dos rutas. Una de ellas, fue mediante las
empresas fachada y, la otra, mediante la simulación de compra-venta de caballos
en subastas.
Cuando el FBI interrogó
a José Treviño, en junio de 2012, dijo que no todos los caballos que estaban en
su propiedad eran suyos, que algunos eran de sus clientes, y que otros más los
había comprado por 400 dólares.
El menor de los hermanos
Treviño aseguró ante la Corte que su negocio nada tenía que ver con el
narcotráfico. Pero el FBI tenía pruebas de lo contrario. Una de ellas fue una
hoja de Excel sobre este negocio, que el propio José Treviño entregó al Z40,
Miguel Treviño. Cuando José Treviño supo de esta evidencia, ya no quiso hablar.
La operación también fue
sostenida sobre los hombros de otro grupo de operadores dedicados a
exclusivamente compra- venta caballos. El FBI identificó como responsables de
esta maniobra a Luis Gerardo Aguirre, Erick Geovani Lozano y a la hija del jefe
del cartel, Alexandra Treviño. Todos están en prisión.
Los encargados de
vigilar el entrenamiento y la atención de los caballos eran diferentes a los
compradores o vendedores. Las operaciones, muchas de ellas simuladas, se
concretaban en las subastas.
El segundo error ocurrió
alrededor del 14 de enero de 2010, cuando Treviño dirigió a distancia, mediante
teléfonos y mensajes de texto, la compra de Dashin Follies,
por aproximadamente 875,000 dólares, y la de Corona Coronita Cartel, por
aproximadamente $250,000 dólares, usando prestanombres.
850 mil dólares.
¿Alguien 875? 875 mil dólares. ¿Alguien más? Ahí vamos, gracias. Han sido una
puja maravillosa. Se va por 875, entonces.
En la lista de
compradores simulados, el FBI incluyó a Francisco Pancho Colorado, dueño de la
empresa contratista de Pemex, ADT Petroservicios, quien adquirió 13 caballos en
otra subasta hecha en Ruidoso, Nuevo México, por 546 mil 500 dólares. El pago
se hizo con un cheque de una cuenta en American Express Bank
International.
Esta compra fue por los
caballos Morning Cartel y Feature Honor, los cuales posteriormente se
registraron a nombre de las empresas Tremor Enterprises Y 66 Land, manejadas
por Zulema Treviño, quien está condenada a tres años de prisión.
En el expediente
judicial se cita en al menos dos ocasiones a una empresa mexicana llamada Grupo
Aduanero Agencia Integral ADU, la cual, presuntamente, fue usada para enviar
dinero a Estados Unidos. El banco que “Los Zetas” emplearon para mover sus
ganancias fue el Bank of America.
Por ejemplo, uno de los
acusados y entrenador, Felipe Quintero, abrió una cuenta en ese banco. El 22 de
septiembre de 2010, recibió una transferencia por 90 mil dólares desde la
compañía ADT Petroservicios.
Hasta el momento no se
sabe si el gobierno de Estados Unidos abrió una indagatoria por este caso en su
sistema bancario.
Por otro lado, en el
mismo expediente, se cita frecuentemente que, desde México, Quintero también
hizo transferencias al mismo Bank of America. Sin embargo, no aparece el nombre
del banco mexicano supuestamente involucrado
Al final, el gobierno de
Estados Unidos incautó y subastó los 525 caballos de Los Zetas. Tempting Dash
se vendió en 1.7 millones de dólares, la cifra más alta, jamás pagada, en una
subasta por un caballo cuarto de milla.
Para tomar en cuenta.