Este 31 de julio se cumplirá el primer año del asesinato de Rubén Espinosa y cuatro mujeres, entre ellas, la activista Nadia Vera. La familia del fotógrafo cree que no fue cuestión de “mala suerte o coincidencia”, y sigue exigiendo “más investigaciones” que apunten hacia su profesión. Sus hermanas lloran frente a la lápida repleta de flores. La desconfianza es total, pues no han recibido una compensación económica y se sienten abandonadas por las autoridades. La madre de Nadia, en una carta, acusó que no se tiene un móvil claro ni hay autoridad alguna que quiera hacer una investigación seria y justa.
Por Martí Quintana
México, 27 jul (EFE).- “Del Estado no hemos obtenido nada”, dice a Efe Patricia, una de las hermanas de Rubén Espinosa, desde la tumba de este reportero gráfico asesinado hace un año en la Ciudad de México en un quíntuple homicidio que sacudió al país.
Cada ocho días, Patricia visita a Rubén acompañada de su otra hermana, Alma, que hoy llora desconsoladamente frente a una lápida repleta de flores, una reproducción de una cámara de fotos y una imagen del joven sonriente, con su equipo de trabajo y una frase que reza: “Puño arriba, frente en alto. Que lo que hacemos es digno”.
Este 31 de julio se cumplirá el primer año de la muerte de Rubén y cuatro mujeres, entre ellas la activista Nadia Vera, en un apartamento de una zona de clase media de la capital, un brutal crimen sobre el que sobrevuelan un sinfín de dudas acerca de sus circunstancias y móvil.
Tanto Rubén, de 31 años, como Nadia, habían huido meses antes de su muerte del oriental estado de Veracruz, donde denunciaron amenazas y hostigamientos presuntamente relacionadas con su labor, a menuda incómoda para el actual Gobierno de Javier Duarte (2010-2016), que acumula 19 comunicadores muertos.
“En Xalapa (Veracruz), en 2013 sufrió un atentado por el que existe denuncia (…) y posteriormente, antes de que se autoexiliara, recibió seguimientos y acosos”, recuerda Patricia.
Por ello, la familia cree que su asesinato no fue cuestión de “mala suerte o coincidencia”, y sigue exigiendo “más investigaciones” que apunten hacia su profesión.
“Se han investigado temas como el narcotráfico, la prostitución… ¿Por qué no se toma el trabajo de él?”, lamentan las hermanas.
Esta última línea de investigación fue prácticamente desestimada luego de que Duarte se deslindara del caso, denuncia la ONG Artículo 19.
Se detuvieron a tres presuntos implicados, Daniel Pacheco, Omar Martínez y el expolicía capitalino Abraham Torres, acusados de homicidio, feminicidio y robo agravado.
Y las pesquisas parecen apuntar a la víctima de origen colombiano Mile Virginia Martín. Sin antecedentes penales, de ella se dijo que era prostituta, que traficaba con drogas e incluso que fue el gancho para que Espinosa acudiera al departamento.
Pero hasta la fecha solo se conoce que trabajaba para una agencia de modelos y que, según reveló una foto publicada en Facebook, conocía a Torres.
Hace pocos meses la familia ganó un amparo y un juez determinó que la fiscalía capitalina debía responder 55 solicitudes de información.
Pero en la gran mayoría la respuesta fue que la institución no tiene la obligatoriedad de hallar el móvil del crimen.
“Nos dijeron que ellos ya cumplieron con tener a los tres detenidos, y no tienen la obligación de conocer el móvil. Que ya no les compete”, denuncian las hermanas, que confían todavía en que un tercer peritaje independiente que se ejecutará en breve arroje más luz sobre el suceso.
Su mayor temor es que se cierre el caso con los tres sospechosos y sin más pesquisas, posibles cómplices, autores intelectuales y muchas preguntas que responder.
La desconfianza es total, pues no han recibido una compensación económica y se sienten abandonadas por las autoridades: “Desde el principio no hubo buenos tratos hacia nosotros”, señala Patricia, ofendida por la filtración de datos personales y escabrosas imágenes del crimen a la prensa.
Los medios jugaron un papel fundamental en la “revictimización de las víctimas”, rememoran.
De Rubén, por ejemplo, se dijo que le gustaba mucho la noche, e incluso se insinuó que era consumidor de drogas. De las chicas, un diario nacional apuntó que “eran alegres” y que amaban la fiesta.
“No se vale ponerle una máscara que no era. Pero nosotros sabemos quién era realmente. (…) Por ello seguimos luchando porque se nos diga la verdad, para que haya justicia”, sentencia Alma.
Para esta familia, muy unidad, Rubén era un “hermano de luz”, tal y como aparece grabado en su lápida.
“Cuanto más pasa el tiempo, más siento su ausencia y la impotencia de saber que él podría estar aquí”, señala Alma.
Hace poco más de un año fue toda la familia a jugar al billar y al día siguiente al Bosque de Chapultepec. Rubén amaba la naturaleza e hizo abrazar árboles a los más jóvenes del clan.
“Siempre recordamos todos los días una vivencia de él, o esperamos a que entre por la puerta”, comenta Patricia.
Alma enciende un cigarro y lo clava en la tierra que cubre el panteón, también le trae un jugo de manzana, su favorito.
Siempre que van al panteón ponen con el celular una canción que les evoca a su hermano. Hoy toca una del grupo español Ska-P titulada “Qué puedo decir”.
Una animada melodía rompe el silencio del cementerio como un agridulce augurio: “¿Por qué en el mundo hay tanto dolor? ¿Por qué se hacen las guerras? ¿Por qué se siembra el miedo?”.
CARTA DE LA MADRE DE NADIA, PUBLICADA HOY
Nadia Vera era activista. Foto: Cuartoscuro
Cuando nos arrebatan lo que más amamos, no existe ya la posibilidad de justicia. Cuando la palabra justicia pierde significado, sólo nos queda la defensa de la memoria, la defensa propia.
“(…) país-infierno, país de policías. Largo río de llanto, ancha mar dolorosa, república de ángeles, patria perdida. País mío, nuestro, de todos y de nadie (…)” –Efraín Huerta.
Desde este país que se sostiene sobre pilares de miseria, injusticia, impunidad, corrupción y crimen.
Desde este país cuya gran parte de la sociedad se alza como una corte hostil para juzgarlo todo a través de su lente empañada de prejuicios y doble moral.
Desde este país donde “poderoso caballero es don dinero”.
Desde este país donde tienen el mismo argumento para todas las investigaciones de hechos violentos.
Desde este país donde se revictimiza a las víctimas y se protege a los criminales.
Desde este país donde los jueces dejan a la ciudadanía en un estado de indefensión con su omisión deliberada al dejar libres a los delincuentes , argumentando que no tuvieron el debido proceso o que “ no sabían que iban a delinquir”.
Desde este país donde las Procuradurías exhiben el sistema de injusticia incapaz de armar casos sólidos y atender un número creciente de expedientes que se acumulan unos detrás de otros.
Desde este país cuyo interés político del Gobierno ,no le permite mirar la escalada de violencia y se vuelve autoridad omisa o cómplice capaz de obstaculizar una investigación judicial.
Desde este país donde abrir los ojos cada día y descubrir que se está aquí, es más que un milagro.
Desde este país de fuegos cruzados, de defensorías de derechos para los delincuentes.
Desde este país donde nos crean la ilusión de libre tránsito y de libre expresión.
Desde este país donde impera la negligencia o la incapacidad en las instituciones.
Desde este país donde la mayoría de los medios son “peces de ciudad que perdieron las agallas en un banco de morralla”.
Desde este país donde te persiguen, te acosan, te amenazan.
Desde este país donde a la violencia de los criminales le sigue la violencia institucional.
Desde este país donde a uno lo van borrando, le van quitando la esperanza.
Desde este país donde parece ser que el único lugar seguro es un libro.
Desde este país donde no sirven nuestras palabras ante sus balas.
Desde este país mi voz pretende salir, alzarse y que la lleve el viento a resonar allende las fronteras para denunciar que al dolor que me invade por el asesinato de mi hija Nadia Dominique Vera Pérez, se auna el dolor de saber que:
A una vuelta de la tierra alrededor del sol, es decir a un año de la masacre.
No se tiene un móvil claro.
No hay autoridad alguna que quiera hacer una investigación seria, justa, sin intereses políticos ni personales, sin dinero de por medio; una investigación clara, diligente, exhaustiva, eficaz y científica.
No se han castigado a los verdaderos culpables de las filtraciones del expediente.
No se ha investigado quienes se apropiaron de las pertenencias de las víctimas.
No se le ha permitido declarar a los amigos, familiares y vecinos que han querido aportar información.
No se ha buscado el arma con que se cometió el crimen.
No se mantuvo la cadena de custodia ,no se protegió debidamente el lugar, los objetos y ninguna autoridad impidió que se modificara la escena del crimen.
No se acataron los protocolos para los interrogados del Gobierno del Estado de Veracruz, quienes recibieron trato preferencial, restándole así importancia a que fueron asesinadas cinco personas.
No ha sido contemplada la actividad de Nadia Vera como activista y de Rubén Espinosa como periodista, en la ciudad de Xalapa, como un hecho que los colocó en una situación de vulnerabilidad.
No se ha investigado al Gobierno de Veracruz (cuyos policías estatales vestidos de civil detuvieron, golpearon y robaron a Nadia Vera ; la subieron a una camioneta y la amenazaron por sus actividades políticas; entraron a su casa y husmearon; y con todo ello la obligaron a emigrar al DF).
No se ha brindado a los familiares el apoyo de atención psicológica y jurídica.
No son capaces de entender que no hay dinero que repare el daño causado a nuestra familia, no hay dinero que pueda devolvernos a nuestra Nadia, a nuestro Rubén; no hay dinero que pueda curar la hondísima herida de nuestro corazón.
No han hecho su trabajo quienes así se ostentan como autoridades , no han hecho su trabajo ya sea por incapacidad o por negligencia, por intereses mezquinos o políticos.
Y aunque se hubiese hecho bien lo que no se supo hacer , ni con su encarcelamiento ni con sus vidas de los autores intelectuales y materiales del crimen, más allá de diez generaciones, podrían pagar ni restituir la generosa e invaluable presencia de nuestra Nadia, de nuestro Rubén, únicos e irrepetibles.
Mi país es un campo de amapolas / regado con la púrpura savia de los jóvenes. “Seamos realistas, hagamos lo imposible”.
Mirtha Luz Pérez Robledo, madre.
JULIO 2016
ENLACE. http://www.sinembargo.mx/27-07-2016/3072603