Año 22 Nº 182 Enero de 2018 Pág. 3 EDITORIAL El insurgente
La corrupción es el signo distintivo de la actual junta administrativa de los intereses burgueses, aquella es fenómeno inherente del régimen neoliberal y corroe todo su andamiaje, expresa sin duda la profundidad de la descomposición tanto del régimen como del modo de producción capitalista.
Como fenómeno propio del capitalismo y del régimen neoliberal se expresa en cada acto público o subrepticio de los políticos de oficio, los espurios gobernantes, los propios burgueses y la nube de representantes de sus intereses; unos y otros hacen cuanto sea necesario para escalar en su condición económica y estatus social, sin embargo, a mayor capital sólo expresa una historia truculenta que tiene como premisa la violencia y el despojo.
No hay día en que los medios de comunicación no den noticia de los ríos de corrupción que surcan todo el régimen a lo largo y ancho del país, políticos de oficio de toda laya partidista que saquean las arcas del erario público cuya acción salpica tanto administraciones municipales, estatales, federal, a políticos de oficio tanto gobiernistas como de “oposición”, así mismo a “distinguidos” representantes del capital.
El hecho pareciera sin mayor importancia, sin embargo, descubre que todos los hilos de la corrupción se entremezclan entre la autodenominada clase política y los diferentes grupos de poder económico, es un amasijo de intereses que los obliga a la autoprotección, inmunidad e impunidad.
El cinismo de los políticos de oficio no tiene límites, todos dicen combatir la corrupción, todos se desgarran las vestiduras, por igual prometen combatirla a fondo, unos y otros se acusan de corruptos, ladrones y deshonestos; bajo el marco electoral todos prometen terminar con tal fenómeno de la noche a la mañana y se amenazan mutuamente con la cárcel, pero la realidad dicta otros derroteros, los reclamos interpartidistas son expresión de las contradicciones interburguesas que se resuelven con el arreglo político, cediendo o recibiendo canonjías.
Desde la junta administrativa se hace lo posible por un control de daños que simula el castigo contra los exgobernadores acusados y detenidos por corruptos, paridos por el partido del régimen neoliberal, el PRI, hoy siguen siendo útiles al régimen político y económico, cual chivos expiatorios son quemados en la hoguera para maquillar y oxigenar al régimen, pero que nadie se sienta engañado, sus fortunas amasadas están aseguradas y los intereses de la familia económica están asegurados.
Son los hijos del régimen que en su sacrificio le permiten y garantizan continuidad. Hipócritas los políticos de oficio que en cada campaña juran y perjuran combatir la corrupción y a los corruptos, a lo más que se llega es al escándalo público y sobre los cadáveres políticos del momento se hacen nuevas fortunas.
Ya en la administración pública se pierde todo decoro y simulación al expresar en su persona y frivolidad su verdadera personalidad e intereses, como individuos representan la descomposición del régimen y como botón de muestra, el reloj de 6 millones de pesos de Yunes Linares, tan ladrón, corrupto y cínico como su antecesor en la gubernatura.
La corrupción en tanto fenómeno inherente del capitalismo y el régimen neoliberal desaparece en la medida que se garantice su derrocamiento; se combate con eficacia en cuanto se destruyan las bases materiales de la explotación económica que propicia la desigualdad económica, política y social. Esperar su combate efectivo atenidos a las promesas de campaña es ocioso, una falsa esperanza.
¡Con la guerra popular! ¡El EPR triunfará! Año 22 Nº 182 Enero de 2018 Pág. 3
FUENTE: CEDEMA