OBRAS
SON AMORES Y NO BUENAS RAZONES
Por OLEP
A un año de las elecciones en las que
resultó electo Andrés Manuel López Obrador (AMLO) como presidente de México, y
en las que su partido, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), obtuvo
la mayoría de los cargos de representación en el ámbito federal, estatal y
local, mucho se ha dicho sobre este acontecimiento histórico. Periodistas,
columnistas, evaluadoras, políticos de oficio, cada quien en representación de
sus intereses de clase, pero ¿dónde queda la opinión del pueblo?.
Es muy significativo el respaldo popular que tiene amlo: más de 30
millones lo eligieron presidente, su popularidad ha aumentado 60% en el último
trimestre, y logró convocar a cerca de 90 mil personas en el Zócalo de la
Ciudad de México, el pasado 1 de julio, para festejar su triunfo. Esta
aceptación se debe, en buena medida, a las acciones concretas que ha tomado el
nuevo gobierno respecto a la corrupción, los programas sociales y otros
proyectos que benefician al pueblo.
Sin embargo, ¿qué hay de aquellas medidas
que no nos benefician? ¿Qué sucede con el despliegue de la guardia nacional en
el sur del país? ¿Qué con la impunidad que gozan aquellos empresarios que se
beneficiaron con el neoliberalismo y que hoy tienen cabida dentro del proyecto
del nuevo gobierno? ¿Qué con la justicia que esperan los miles de víctimas de
represión, ejecución extrajudicial y desaparición forzada?
Al responder a estas interrogantes la gente justifica al nuevo gobierno:
“es un hombre como nosotros, tiene errores”, “es imposible cumplir de tajo
todas las demandas, se echaría en contra a todos los poderosos”, “apenas va
empezando, hay que darle tiempo”: ante alguna crítica o protesta hacia el nuevo
gobierno, incluso hay quienes tachan de priistas o enemigos de AMLO a quienes
las realizan. Si bien otros manifiestan que hay que respaldar al nuevo gobierno
frente a la crítica feroz de la derecha, el pueblo debe aprender a distinguir
aquella crítica surgida en el seno del mismo pueblo de la sostenida por los
neoliberales.
Respaldar al nuevo gobierno no sólo
es aplaudir cada medida tomada, no es sólo acudir a una concentración para
escuchar su discurso, no sólo es estar atentos todas las mañanas en su
conferencia de prensa; es también reflexionar sobre los hechos concretos, es
organizarnos e impulsar las demandas justas del pueblo que no se están
atendiendo, es denunciar en cada espacio el actuar de muchos representantes que
no se guían bajo los principios de la Cuarta Transformación, ya que si no
contribuimos con esto, caemos en el error de esperar siempre a que el gobierno
resuelva todo por nosotros.
No todo es miel sobre hojuelas con el
nuevo gobierno y hay que verlo, sentirlo: ahora mismo se sigue reprimiendo al
pueblo y a sus organizaciones. En Chiapas, desde el pasado 17 de julio, a raíz
de la desaparición forzada, posterior presentación y encarcelamiento injusto de
Javier González Díaz, se exige su libertad inmediata, pues además de que le
fabricaron delitos en su contra y lo torturaron por más de 27 horas en las que
estuvo desaparecido, lo mantienen como rehén en el Cereso 5 de San Cristóbal de las Casas. El Estado
arremete contra el Frente Nacional de Lucha por el Socialismo (FNLS) para que
desista de su demanda por la libertad de su compañero. Cuando decimos el
Estado, nos referimos al aparato represor del gobierno: policías ministeriales,
estatales, ejército, marina y ahora la recién creada guardia nacional. ¿No dijo
AMLO que su gobierno no iba a reprimir al pueblo? ¿Acaso no tiene
responsabilidad en este caso?
El gobierno federal encabezado por
AMLO, por lo menos por omisión, así como el estatal del morenista Rutilio
Escandón Cadenas y los gobiernos municipales de Venustiano Carranza, Ocosingo,
Acala y Altamirano, porque han ordenado la represión, son los responsables del
asedio militar y paramilitar que sufren las comunidades organizadas del FNLS.
¿Acaso vamos a justificar esta medida del nuevo gobierno? ¿Acaso la guardia
nacional está cumpliendo con su labor de proteger al pueblo? ¿Acaso AMLO no
está enterado de esta situación? Entonces, ¿por qué su silencio?
Ésta es una realidad que no se puede ocultar, es la muestra de una
política de gobierno que atenta contra el pueblo. Lejos de justificar el actuar
del nuevo gobierno, o de llamar a la represión con dichos como “se lo merecen,
por revoltosos”, cual representantes de los burgueses, debemos extender
nuestros lazos de solidaridad con nuestros hermanos de clase, debemos exigir:
“¡alto a la represión contra el FNLS!” Así no queremos una transformación, no
sobre la sangre de nuestro pueblo.
Es tarea de los sectores organizados
escuchar al pueblo, comprender sus inquietudes, reflexionar con ellos e
incorporarlos a la lucha consecuente. Te invitamos a conocer nuestro Programa
Mínimo de Lucha, a debatirlo y compararlo con las medidas que impulsa el nuevo
gobierno, a analizar sus limitaciones e impulsar la lucha para que vivir de
manera digna y con justicia sea una realidad.
NOTA: Este artículo fue
publicado como parte de la sección de Análisis del No. 45 de FRAGUA, órgano de
prensa de la Organización de Lucha por la Emancipación Popular (OLEP), Agosto-Septiembre 2019.