La región mexicana es el lugar del mundo donde se beben más refrescos, de acuerdo con una nueva investigación que pone el acento en las devastadoras consecuencias para la salud. Los datos son de vértigo: el consumo anual por cabeza supera los 821 litros (o 3,285 vasos).
Una niña en San Cristóbal de las Casas, Chiapas. La región se enfrenta a la doble carga de malnutrición: aumento de la obesidad sin haber controlado las enfermedades crónicas ni la desnutrición. Crédito: Moyses Zuniga/ASSOCIATED PRESS
“La primera vez que sintió sed en exceso, como síntoma inicial de la enfermedad [diabetes], ingirió cuatro cocas”, señala Kay, de San Juan Chamula, respecto a su hermana, que al igual que él y sus dos hermanos fueron diagnosticados con el mismo padecimiento.
Este es uno de los testimonios que recoge la nueva investigación del antropólogo Jaime Page Pliego, del Centro de Investigaciones Multidisciplinares sobre Chiapas y la Frontera Sur (CIMSUR), titulada "Dulce exterminio: refresco y cerveza como causa desencadenante y complicaciones de la diabetes en mayas de Chiapas".
La tasa de mortalidad por diabetes en la región se incrementó un 30% entre 2013 y 2016, con más de 3,000 fallecidos cada año por esta causa, pero el problema viene de mucho tiempo atrás.
Para evitar los efectos nocivos del consumo excesivo de alcohol, los líderes religiosos tradicionales comenzaron a sustituir el aguardiente de caña o pox, una bebida alcohólica destilada que tiene sus orígenes en la cultura maya, por refrescos. Para ello establecieron concesiones con Coca-Cola y Pepsico, compañías ya llevaban décadas presentes en los mercados indígenas. “La transformación del ritual para los dioses en el que participaban poblaciones enteras (…) a la expropiación privada de los recursos del agua ha tenido un impacto profundo en los pueblos que son los principales consumidores de estos costosos productos”, apunta la investigación de June Nash en un artículo publicado en 2008.
Sustituir el alcohol por los refrescos es uno de esos casos en los que es peor el remedio que la enfermedad. Una botella de 600 mililitros (20 onzas) de este refresco contiene 12.5 cucharadas cafeteras de azúcar. Esto es entre el 180 y el 252% de lo que un adulto debe de consumir para todo el día (entre 5 y 7 cucharadas cafeteras de azúcar), señala la nutricionista Xabiera Cabada en El poder del consumidor.
Para un niño, este consumo es todavía más grave: está ingiriendo entre el 315 y el 420% más de la cantidad de azúcar máxima tolerada para todo el día (entre 3 y 4 cucharadas cafeteras de azúcar diarias. “Además de diabetes, el consumo habitual de cantidades tan elevadas de azúcar se ha asociado con padecimientos como hipertensión, cardiopatías, dislipidemias, pancreatitis, obesidad, disfunción hepática y adicción”, señala Cabada en su radiografía de una Coca-Cola.
Doble carga de malnutrición
“El mal sabor de boca que ha dejado este escenario para los pueblos de la región sur del país se refleja en los problemas de salud que les ocasionan”, señala el estudio. La paradoja a la que se enfrentan es la llamada “doble carga de malnutrición", definida por la Organización Mundial de la Salud como el aumento de la obesidad sin haber controlado por completo las enfermedades crónicas ni la desnutrición.
Bebidas azucaradas pueden ser causa de cáncer, diabetes y enfermedades cardíacas
Los datos de campo recabados en el estudio de Page Pliego coinciden con otros anteriores respecto al cambio en las costumbres tradicionales y las graves implicaciones de este hecho. Durante sus prácticas rituales, los médicos tradicionales de los altos de Chiapas utilizaban el olor dulce del pox como elemento importante para “nutrir” a sus deidades. Hoy en día, señala Page Pliego, el pox se utiliza exclusivamente para “confundir al demonio”, mientras que el refresco se incorporó como “nutrimento de la deidad celestial” y se ha convertido en uno de los elementos centrales de los rituales.
Otras de las razones de la prevalencia del consumo de las bebidas carbonatadas y azucaradas, apunta el informe, son la legislación extremadamente laxa hacia las corporaciones que venden refrescos, las campañas de mercadotecnia que se basan en establecer vínculos afectivos con el producto (y además se traducen a las lenguas locales) y la poca accesibilidad de agua potable de calidad y en cantidad suficiente para los habitantes.
Según El poder del consumidor, las familias chiapanecas destinan el mayor porcentaje de su ingreso en alimentos y bebidas no alcohólicas (38.4%).
Las consecuencias para la salud (y el bolsillo de los habitantes) son solo una parte del problema. El otro es el apropiamiento de Coca-Cola del agua de San Cristóbal de las Casas. Según denunció a finales de septiembre el medio independiente La Silla Rota, la multinacional acaba de ampliar sus concesiones con la Compañía Nacional del Agua hasta el año 2035. La empresa extrae 1,3 millones de litros de agua al día de San Cristóbal de las Casas desde el año 1994, de acuerdo con medio.
El problema de la “Coca-Colización” no solo afecta a Chiapas. México, uno de los países más obesos del mundo (más de un 70% de los adultos y una tercera parte de los niños padecen sobrepeso u obesidad), es también el mayor consumidor de sodas. Ambas cosas van de la mano.
Obesidad, foco rojo en México
La importación de hábitos de consumo de Estados
Unidos es lo que ha llevado "muy probablemente" a México a
convertirse en el segundo país del mundo con mayor tasa de obesidad, declaró el
secretario(ministro) mexicano de Sanidad, José Ángel Córdova Villalobos. Crédito:
Getty Images