Comunicado Año 56
República mexicana, a 18 de mayo de 2020
En el plano internacional la pandemia del Covid-19 puso al desnudo las miserias y el carácter inhumano del capitalismo; evidenció la inocultable desigualdad social que engendra la política económica que pondera el interés privado por encima del social.En México se puso de manifiesto los graves costos para el pueblo cuando el gobierno se rige por la política económica exigida por los organismos internacionales, el neoliberalismo muestra la esencia de su rostro antihumano.
La decadencia del régimen fundado en el neoliberalismo se muestra en plena decadencia, éste rige aún en el país a pesar de los buenos deseos o los dichos gubernamentales; ahí donde todo es mercancía y tiene precio, la vida de un ser humano vale según fortuna y árbol genealógico, en consecuencia, sólo una minoría tiene garantizada la atención médica.
En plena pandemia la realidad resulta inocultable, sin importar argumentación o campaña mediática, el sistema de salud público es prácticamente inexistente, con terribles carencias en equipo, medicamentos y personal, carcomido por el burocratismo y la corrupción que en los hechos niegan al pueblo el derecho a la salud.
En dicho marco, hoy se hace más visible la dependencia estructural con respecto al imperialismo, la economía mexicana es un apéndice indispensable para la economía norteamericana y canadiense; quien pone el ritmo y las decisiones para la reactivación económica es el capital transnacional, en el marco de la globalización y de la crisis capitalista mundial, las economías dependientes son subsidiarias y fuente de materia prima para los países desarrollados.
Nadie debe sorprenderse o espantarse por la desigualdad existente en México, ésta ha sido la realidad por décadas para millones de mexicanos, se confirma en la actual coyuntura, los parias modernos son quienes ponen los muertos, éstos tienen un común denominador, son de origen "pobre", "humilde", es decir, son parte de los desposeídos.
En esta lógica donde el hombre es su propio depredador, la vida del obrero, del asalariado sólo importa si genera plusvalía, no tiene mayor valor si está fuera de ella; no importa que enferme de Covid-19, para la industria maquiladora lo que interesa es sacar la mayor cuota de plusvalía, mismo fenómeno encontramos en la industria agroexportadora.
Bajo las actuales leyes laborales la autoridad solapa la explotación, la tolera, la incentiva y en la danza de muerte tanto por la pandemia como por la violencia de clase, los muertos son ocultados, minimizados, sólo refieren una fría estadística, sin embargo, nos habla de la profunda desigualdad social que lacra al país.
En el mundo empresarial el optimismo no se oculta, hay empresas que no han parado, por ejemplo las vinculadas al capital transnacional, financiero y mercantil, otras pronto se reactivarán y podrán hacer lo que saben: explotar al trabajador.
Resulta burdo y falso el "pésame" empresarial por la muerte de trabajadores producto del Covid-19, en esa desgracia humana producida por el régimen económico no bastan las esquelas mortuorias, éstas sólo hablan de la hipocresía burguesa, queda una vez más al descubierto que el empresario sólo vela por sus mezquinos intereses.
No se puede hablar de volver a la "normalidad" cuando en el país existen profundas desigualdades; no puede existir "normalidad" cuando el desempleo cunde en los hogares proletarios, tampoco cuando los precios de los productos de primera necesidad han subido hasta en un 100 por ciento; no puede existir cuando aún persisten las ejecuciones extrajudiciales y las desapariciones forzadas, cuando los luchadores sociales y ambientalistas son víctimas de dicha violencia; tampoco se puede hablar de "normalidad" cuando nuevos presos políticos se les mantiene como rehenes por gobiernos estatales represivos.
La realidad nacional se presenta para el pueblo así: certidumbre sólo para los grandes empresarios, su linaje y su entorno social; incertidumbre para el trabajador del campo y la ciudad, para el pequeño y mediano productor.
El presente es sombrío para el trabajador, para los desposeídos, que en México somos millones, la inmensa mayoría; presente y futuro inmediato se presenta con ausencia de crecimiento económico lo que se traduce en incremento galopante del desempleo y subempleo; mayor violencia contra el pueblo que además debe alimentar a sus propios verdugos y opresores; aumento descomunal de la pobreza y más mexicanos en miseria; y para que no quede lugar a dudas, mayor militarización del país que se traduce en más violencia de Estado.
Mentira que la pandemia actual sea la "devoradora de empleos", se debe a la crisis económica mundial, de la cual México es parte de esa realidad capitalista. La recesión que vive el país es tal que ya suman más de un millón de desempleados, es el costo de la política neoliberal que aún persiste.
El desastre económico que vive el país es responsabilidad de empresarios y políticos de oficio que por cuatro décadas impusieron la política económica exigida por los organismos financieros internacionales, el neoliberalismo sólo conduce a la devastación económica y a una mayor dependencia con respecto al extranjero.
La ruta de la militarización ha cobrado legalidad, el "regreso de los militares" a tareas de seguridad pública ante el "riesgo de inseguridad" es ante todo una medida contrainsurgente; apoyarse en el puntal del aparato represivo sólo expresa el grado de descomposición del régimen económico y político, ilustra con claridad la dictadura burguesa a través del Estado policíaco militar. Lo irónico, la militarización y el fortalecimiento del Estado policíaco militar es legalizada desde una postura de "izquierda".
Nuevamente la realidad queda al desnudo, las fuerzas armadas siempre han sido la columna vertebral del aparato represivo, ¡siempre han sido instrumento de represión popular!; comprobado está que en los sexenios de Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, la "disciplina del Ejército y la Marina" cobró cientos de miles de víctimas; y, claro que hay constancia de que la Guardia Nacional viola derechos humanos y ejerce violencia contra el pueblo a pesar de la buena fe o las buenas intenciones desde palacio nacional.
El actuar de los cuerpos policíacos militares es de sobra conocido por el pueblo, están para defender el interés burgués, éste es el vivo sentir del pueblo que padece la violencia de clase. El apoyarse en el puntal militar habla de la incapacidad por resolver los problemas sociales sin dejar de lado la tentación del autoritarismo.
La inestabilidad social, o mejor dicho, el
descontento popular no lo produce la pandemia del Covid-19, son los agravios
históricos, las condiciones precarias de vida, la violación sistemática de los
derechos humanos producto de la violencia de clase, la anulación de los
derechos del pueblo, viejas y nuevas demandas no solucionadas en conjunto es lo
que genera la inconformidad, ésta es la que aviva la voluntad popular de
combatir.
¡Basta de confinamiento social!, éste destruye al hombre como
ser social y ser natural. Son tiempos de cerrar filas entre explotados y
oprimidos para luchar por la vida, contra la explotación y la opresión
asalariada; recobremos a golpe de movilización popular lo que desde el gobierno
se nos escamotea; a luchar, exigir y hacer efectivo el derecho a la salud para
el pueblo con un sistema público gratuito; a mantener la lucha por la
presentación con vida de los detenidos desaparecidos; a luchar por la vida, por
el empleo, por la salud, por la educación, por la vivienda digna, es decir, a
organizar con determinación la voluntad popular de combatir.