REVISTA PROCESO
Por Alejandro Saldívar
Viernes, 15 de diciembre de 2023
El lazo de Luz María Castillo con la tierra es tan fuerte como las raíces de los árboles de café que cubren los cerros que rodean su hogar. “Yo tenía una relación con el café, pero vino la roya y acabó con todo”, cuenta a sus 53 años. Se refiere a la plaga que, durante la cosecha del 2022 en el estado, condujo al desmonte de la mitad de los cafetales. “Lo poco que tengo ya no lo vendo –continúa–. Tengo mi proceso personal porque es más redituable que venderlo a las grandes empresas. Hay un problema muy grande con la falta de organización de los campesinos, pues se acostumbraron a depender de las grandes empresas”. En sus manos, como un acto de fe, deshace el nudo de una bolsa de café recién molido. “De un kilo de café molido salen 100 tazas, una taza de café en una cafetería finolis está en 40 pesos, de un kilo de café salen cuatro mil pesos.
El precio que nos pagan por el café ha llegado a cuatro, cinco, 10 pesos. Y de esos 10 pesos usted tiene que mantener a su familia y a las fincas”, explica la ejidataria. “Para el gobierno el café no es prioridad, entonces, es bastante complicado competir”, ataja, como si los productores fuesen una simple sombra en la asignación presupuestaria. “Dentro de los presupuestos no contemplaron a las mujeres, a las pequeñas propietarias”, dice en la mesa de su cocina, pintada de un verde pálido. Las repisas, inclinadas como la espalda de quien ha visto mucho, sostienen algunos electrodomésticos que desafían la gravedad. En la tarja, una calabaza, grande como un jarrón, descansa como un monumento a la generosidad de la tierra. A su lado, un aguacate,mandarinas, naranjas, plátanos y pan, componen un bodegón de nutrición, como si la cocina fuese un altar dedicado a la abundancia.
Sin embargo, un enjambre de moscas danza en el aire, como un eco visceral de la vida. Se posan en la mesa, no como participantes de un festín, sino como mensajeras de un desequilibrio en la tierra. Provenientes de la gallinaza utilizada para nutrir las hectáreas de chayote, el cultivo que ha desplazado al café en la zona, estas moscas acechan toda la casa de Luz María.Los chayotes que se cosechan aquí van a parar a una delas cinco empacadoras en Huatusco y Coscomatepec, con una producción de 112 mil toneladas al año.
Fragmento del reportaje publicado
en la edición 0006 de la revista Proceso, cuya edición digital puede adquirir
en este enlace.
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