Por: José Miguel Cobián
Leí con mucha atención la transcripción de lo dicho por Javier Sicilia y por el Presidente Calderón en el Castillo de Chapultepec. La conclusión que obtengo es múltiple. Veo a un Presidente de la República acorralado, desesperado porque no puede lograr sus metas, pero que justifica una y mil veces una estrategia que muchos hemos considerado fallida. Y no es porque pensemos que debe de dejar de combatirse el crimen y la ilegalidad, sino que no estamos de acuerdo en la forma en que se ha hecho. En lo personal creo que la forma de llevar a cabo la ¨guerra de Calderón¨ ha exacerbado la reacción criminal en lugar de reducirla y no ha combatido las debilidades de México al respecto, que son la corrupción, la impunidad y la alianza de facto entre criminales y autoridades.
La postura de Sicilia fue dura al principio. Obligó a la autoridad a escuchar y reconocer el dolor de familiares de víctimas, para que ya no fueran un número más en un escritorio, sino testimonio real del dolor de mexicanos a los que se debe proteger.
Faltó el señalamiento directo de muchas actividades que hoy Javier Sicilia sabe que se llevan a cabo dentro de las entrañas del poder, para favorecer a ciertos grupos criminales y perjudicar a otros, en lugar de combatirlos a todos por igual. Sin embargo, la postura de Javier fue inteligente, pues un comentario de ese tipo, hubiera sido una denuncia anecdótica pero hubiera eliminado la posibilidad de un avance posterior y de lograr el reconocimiento de tanto muerto, que tiene nombre, apellidos, y deudos.
Hoy como ayer, sigo pensando que el gobierno no va a cambiar. Quien está en una posición de poder, busca cumplir sus metas de imagen, en lugar de dar resultados… Si, a veces dan resultados, pero porque su búsqueda de imagen allí los lleva, no porque los resultados fueran la prioridad.
México enfrentó en el Castillo de Chapultepec a un grupo de personas que creen en la aplicación de las leyes, y que exigen a la autoridad que las respete y aplique, y por el otro lado, a unas autoridades preocupadas por el juicio de la historia, en lugar de preocuparse por entregar resultados positivos de su gestión.
La solución para Felipe Calderón no está lejana, salvo en la propia inercia del sistema. La solución es tan sencilla como aplicar la ley a rajatabla, y a todo mundo. Comenzando por aplicar la ley a los propios secretarios de estado, al gabinete de seguridad, y de allí a los altos funcionarios públicos federales, estatales y municipales y de allí a los servidores públicos en general y luego a la población en pleno. Dice el dicho que ¨El buen juez por su casa empieza¨. Esta solución suena a utopía en un país como México en el cual todo funciona gracias a la violación sistemática de la ley por parte de la mayoría de los mexicanos, en el sector público o privado. Por ello, será muy difícil salir de esta escalada de violencia sin pactar con los criminales, ya que para muchos en el poder, resulta más sencillo pactar con uno o con todos, que aplicar la ley.
Estado de derecho, implica un estado o país en el cual se aplica la ley sin distingos de ninguna especie, y los líderes políticos, económicos y sociales son los primeros en exigir que se aplique y en respetarla, caiga quien caiga. En México la ley no se aplica correctamente en ningún lado, y cuando se usa, es un instrumento para extorsionar, lograr la mordida u obtener chivos expiatorios.
He allí la triste conclusión. Miles de muertos, investigaciones ministeriales sin avance alguno. Funcionarios públicos coludidos con los criminales. Gobierno mintiendo sobre el número de muertos, sus causas y sus nombres. Ciudadanía asustada y mal informada.
Cabe aclarar que cuando hablo de criminales, me refiero a quienes cometen un acto fuera de la ley, no únicamente a los mexicanos que sirven a los cárteles de la droga, sino a todos los demás mexicanos que cometen o cometemos cualquier acto ilegal, desde tirar basura en la calle, contaminar las aguas nacionales, dar o recibir una mordida, intentar extorsionar a un particular para resolverle un asunto, y de allí para arriba. Me refiero a todos, y repito TODOS los que no cumplimos la ley en este país. El problema es que serían muy pocos los mexicanos que no caigan en esta clasificación. Así que también hace falta un cambio cultural para dejar de ser un país primitivo y que en lugar de la ley del más fuerte (o del más relacionado), sea el imperio de la ley quien nos guíe.