Tradicionalmente los movimientos sociales surgen a partir de la búsqueda de una transformación social; es decir, son de protesta social, han existido movimientos obreros, sindicales, vecinales, de minorías, feministas, derechos humanos, de migrantes, otros tantos de lucha por la democracia.
Por Arturo Garcia
Muchos de ellos, basan sus acciones de presión a través de protestas en las calles; y también basadas en un aspecto específico que es el que comparten una ideología o en su caso una causa en común, dependiendo del grupo social que se trate.
Y el caso que nos trae es el tema de los derechos humanos vinculados a los movimientos sociales, en este sentido, podemos decir que el reciente movimiento de Javier Sicilia es impulsado por el hartazgo de la violencia que se vive en el país, a partir de las medidas políticas aplicadas por el Poder Ejecutivo en contra de las organizaciones criminales y específicamente contra el narcotráfico, que entre sus actividades no solo se encuentra el distribuir droga, sino además, se basa en la extorsión y en el secuestro, y este último muchas veces termina en muerte.
El movimiento en sí, rompe un poco con los tradicionales movimientos sociales que conocemos, porque en primer lugar si bien es cierto que se trata de un movimiento que responde a carencias de valores e ideologías, y en contra de la violencia, que no es generada por parte del Estado hacia la población, si es en parte, una consecuencia de su intervención que ha generado violencia.
La reacción del movimiento que encabeza Javier Sicilia responde entonces a la indefendible fractura en una de las tantas estructuras de gobierno, y las funciones que debe desempeñar con la sociedad, ¿y qué provocó es fractura de las estructura s? Pues todos lo sabemos “nuevos desequilibrios”, por llamarle de alguna manera a la incapacidad de otorgar paz social y seguridad hacia la sociedad; pero no solo el gobierno federal es culpable, también lo son los gobernadores en cada una de las entidades del país; y es por ello que las demandas y “frustraciones” son ocupados en este momento por el “Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad”, que piden una humanización de las políticas en nuestro país, y la que ellos defienden principalmente es la seguridad de todos.
Porque a manera de reflexión la paz no cuenta con un “dueño legítimo” la paz es uno de los derechos humanos que tenemos todos en común.
Se trata de un movimiento de respuesta a valores en este caso políticos “desvalorizados” como una alternativa en la que se identifican todos aquellos que han sido afectados por los momentos violentos que vivimos y que a veces se recrudecen a la vista de una realidad “poco alentadora” en materia de seguridad pública.
Sin embargo, existe una contraparte, de esas que nunca faltan y es que al interior del movimiento algunos de los que se integraron intentan “politizarlo” y al mismo tiempo enjuiciar las acciones del presidente de la República, Felipe Calderón; y en realidad el movimiento surgió como una manifestación de reconciliar a la nación; me refiero a un “espíritu“ de esperanza y voz a familiares de las víctimas del crimen organizado, incluido el propio Sicilia.
Pero la realidad que vive actualmente el movimiento es ya un acto meramente político, y creo que le fue “arrebatado” y ocurrió desde que pasaron por Ciudad Juárez, cuando algunos grupos, y específicamente “No Más Sangre” solicitaron poner “fin a la estrategia de guerra del gobierno federal, el regreso inmediato del Ejército a sus cuarteles, la no aprobación a una reforma a la Ley de Seguridad Nacional, cancelación de la Iniciativa Mérida, juicio político contra Felipe Calderón, Genaro García Luna y Javier Lozano”… etc..
Debido a este incidente Javier Sicilia y su cercano ex ombudsman de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), Emilio Álvarez Icaza, dieron una conferencia en el Paso, Texas, y ahí señalaron que las supuestas conclusiones hechas por el movimiento que lo “engañó” fueron una verdadera confusión y negó que el movimiento haya pedido el regreso del Ejército a sus cuarteles y el juicio político a Calderón y Genaro Luna.
No me cabe la menor duda que Javier Sicilia se perdió desde ese momento, ¿y por qué lo digo? Porque después de los encuentros en el atrio del Castillo de Chapultepec en una primera instancia con el presidente Calderón y posteriormente con los legisladores de la Cámara de Senadores y de la Cámara de Diputados, Sicilia pidió no impulsar una Ley de Seguridad Nacional; sino una de “Seguridad Humana”, que la verdad yo no acabo de comprender qué quiere decir con eso.
Y es que francamente, a decir de muchas personas ya no se sabe que es lo que en realidad desea Javier Sicilia; pide por una parte al titular del Poder Ejecutivo “pedir perdón a las víctimas” y que reconociera que su “estrategia contra el crimen organizado” ha sido un error que le ha costado la vida a muchas personas; eso nadie lo duda, de verdad es lamentable; pero como mencionó el presidente en su momento al hijo de Sicilia no lo habían matado las fuerzas de seguridad del país; sino la delincuencia, y que por ello el Estado los tenía que enfrentar. Por otra parte, a los legisladores también les tocó la “furia” de Javier Sicilia, quien los califico de “traidores y estúpidos” por haber aprobado en lo general la minuta de la Ley de Seguridad Nacional, y no su propuesta de ley de “seguridad humana”, que reitero, no sé qué demonios quiera decir con eso.
Es verdad y así lo creo, un movimiento que tenía otra simbología a las tradicionales y que se mostraba como un movimiento de conciencia ha perdido el rumbo de hacia dónde se dirige; qué es lo que quiere en realidad?; porque, a decir verdad, ya parece un pliego petitorio de “caprichos”, y lo peor es que los legisladores le dieron “el avión” (por no decir la esperanza) de que la Ley de Seguridad sería como habían acordado, que en su contenido solicita el respeto de los derechos humanos, y que el Ejército no realice labores de policía en las calles de las entidades.
¿Y por qué digo que “caprichos” a sus peticiones? Uso ese calificativo porque si bien es verdad que el Ejército no goza de una buena reputación en cuanto al respeto de los derechos humanos, su presencia en las calles es justificada, porque el tema del narcotráfico y el crimen organizado es un tema esencialmente de “seguridad nacional” y el Estado tiene la obligación de enfrentar todo aquello que represente una amenaza a las instituciones, a la sociedad, y al propio Estado; y no dudo que la Ley de Seguridad tenga aspectos, o mejor dicho, defectos, y sin duda las Fuerzas Armadas deben contar con regulaciones legales, pero insisto el Estado no puede desarmarse.
Finalmente, los legisladores le han prometido a Sicilia hacer de manera conjunta la Ley de Seguridad (así lo dijo Manlio Fabio Beltrones); cosa que es imposible, porque podrán tomar en cuenta sus comentarios, sus aportaciones, pero quienes legislan son los diputados y nadie más, aunque nos duelan sus “fallas” garrafales. Considero que Sicilia se está ahogando en su propio laberinto, porque parece que ya perdio el rumbo de lo que realmente buscaba en un inicio.