El 16 de octubre ha sido declarado por la Organización de las Naciones Unidas, como el Día Mundial de la Alimentación.
Ante la crisis sistémica mundial que vive el capitalismo por la liberación de los mercados. La alimentación nutritiva, suficiente y necesaria para el pleno desarrollo del ser humano, se ha vuelto inalcanzable, sobre todo para las clases populares y la clase trabajadora.
La alimentación en poder de las fuerzas ciegas de los mercados que solo busca la ganancia, es objeto de acaparamiento y especulación, lo cual determina los precios y no los costos reales de los alimentos.
Los hambreadores del mundo, son las grandes trasnacionales, verdaderas mafias internacionales que acaparan y concentran la producción mundial de alimentos con lo cual especulan de manera perversa generando carestía para imponer precios de acuerdo a sus intereses mercantilistas.
La falsedad de que el libre mercado y la globalización traen consigo el avance y desarrollo de los pueblos, está a la vista.
En 1982, Miguel de la Madrid inicio el desmantelamiento de la Industria Paraestatal que generaba la producción de alimentos que el país necesitaba.
En 1992 Salinas de Gortari firma el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (TLCN), el cual entra en vigor en 1994, a partir de este año se abre la frontera norte a la entrada progresiva y gradual de todo tipo de alimentos subsidiados, provenientes de Estados Unidos y Canadá.
El proceso de apertura del mercado mexicano de alimentos, al comercio internacional, también se hace acompañar colateralmente del abandono del gobierno al subsidio estructural de la producción agrícola nacional de alimentos, con lo cual también se abandona la soberanía alimentaria, como política de Estado.
El abandono del gobierno a la producción agrícola del país y la entrada de alimentos de los Estados Unidos y Canadá, ha vaciado las zonas rurales de campesinos, que emigran a las zonas urbanas o cruzan la frontera norte en busca de la subsistencia, al haber sido avasallados por la competencia subsidiada por el gobierno norteamericano y canadiense.
Una vez desaparecida la producción nacional de alimentos, como competencia para las trasnacionales del norte, los mexicanos somos objeto de precios especulativos de los alimentos, lo cual su encarecimiento, aunado a los salarios miserables de la mano de obra mexicana, hace imposible que la gran mayoría de la clase trabajadora tenga acceso a la alimentación suficiente, necesaria y nutritiva para su pleno desarrollo.
Las cifras dadas a conocer recientemente por el Consejo Nacional de Evaluación Política de Desarrollo Social (CONEVAL) confirman un incremento de la población que carece de acceso a la alimentación, la cual aumentó de 23.8 millones de personas (21.7%) del total de la población) en 2008 a 28 millones (24.9%) en 2010.
La falta de nutrientes en el cuerpo, hace que el ser humano sea proclive a enfermedades, es decir, que una buena alimentación funciona como medicina preventiva.
Un trabajador mal alimentado y desnutrido no es garantía de alto rendimiento laboral y lo que es peor, ésta condición aumenta los riesgos de trabajo como son los accidentes que le pueden provocar discapacidad y hasta la muerte.
Los gobiernos desde Miguel de la Madrid, hasta Felipe Calderón, deslumbrados por el neoliberalismo, cada quien en su momento han contribuido a poner en manos de los Estados Unidos y Canadá el suministro de alimentos en las mesas de los mexicanos, con lo cual, éste tema se vuelve un asunto de seguridad nacional.
Con ésta condición, no hay necesidad de una intervención militar del vecino país del norte, bastará con que cierre sus fronteras a la salida de alimentos hacia nuestra nación para ponernos de rodillas, toda vez que el campo mexicano abandonado a su suerte por los gobiernos neoliberales, es incapaz de producir el consumo nacional de alimentos, con lo cual se pierde la seguridad y soberanía alimentaria.
Seguramente el aparato oficial del Gobierno y la superestructura del Estado Mexicano, en éste día tratarán el tema de manera trivial y superficial, sin abordar datos duros de las estadísticas sobre los conceptos de seguridad y soberanía alimentaria, toda vez que esa responsabilidad como política de Estado, se ha puesto en manos del mercado.
Dirán que para eso hay 138,022 mil millones de dólares de reserva de divisas, de lo que no se habla, es que el mercado internacional de alimentos en manos de las trasnacionales, concentran y distribuyen su producción de manera geoestratégica para el sometimiento y control de las naciones en desarrollo, ante lo cual el dinero no es suficiente.
Como en los tiempos del porfiriato, que todo estaba en manos del patrón. Donde desde las tiendas raya, se especulaba con los alimentos. El obrero o campesino, únicamente con la fuerza de su trabajo sin ningún control sobre los medios de producción agrícola e industrial, era objeto de la especulación en las tiendas de raya, donde por más esfuerzos que hacía, nunca le alcanzaba lo que tenía y siempre quedaba endeudado.
Exactamente eso nos pasa hoy como país y en el país, los trabajadores y campesinos por más esfuerzos que hacen nunca les alcanza para cubrir la canasta básica de alimentos por los salarios miserables como en los tiempos de Porfirio Díaz y por la especulación mercantil en los precios de los alimentos.
La política pública alimentaria del gobierno mexicano en todos sus niveles, se reduce a regalar despensas con alimentos de ínfima calidad, en los tiempos de campañas electorales.
Orizaba Ver. A 15 de octubre del 2011
Jorge González Rojas
Dirigente Estatal del Partido del Trabajo en el Estado de Veracruz