CREDITO: Alberto Aguirre M.
Resulta sumamente difícil creer que tan sólo con
una notebook VAIO, un periodista texano de 29 años y sin un nexo directo con la
realidad mexicana pretenda lograr lo que a la administración del presidente
Felipe Calderón ha tomado cinco años y más de 50,000 muertes, para cuando
termine este año: desarticular a Los Zetas, la banda criminal más peligrosa en
México.
Hace un año también era utópica la idea de que -amparados en el anonimato de
las redes sociales- algunos ciberpiratas pudieran sabotear los sistemas de
comunicación electrónica del Bank of America o que lucharan al lado de los
revolucionarios que lograron la dimisión del presidente de Túnez, Ben Alí, y
garantizaran la circulación de mensajes vía Internet en otras naciones
involucradas en la Primavera Árabe.
La Operación Cártel sería distinta a las otras que pusieron a Anonymous en la
escena global, gracias a un cañón iónico de baja órbita (o LOIC, por su sigla en
inglés) con el que sabotearon los sitios de MasterCard, Visa y el gobierno
sueco, en reacción a lo que consideran acoso judicial contra el periodista
Julian Assange y el bloqueo bancario a WikiLeaks.
Para el fin de semana se había anticipado una “festividad” que tendría como
objetivos principales el exterminio de Facebook y la revelación de una lista de
los “siervos” -taxistas, policías, periodistas y políticos, entre ellos- de Los
Zetas. Ninguna de las dos cosas ocurrió, debido a una turbia escaramuza de
amenazas que intercambiaron ambos grupos clandestinos.
Pero Barrett Brown ha prometido mantener en curso la Operación Cártel que,
según el plan original, implica liberar contenido de 25,000 correos electrónicos
y las identidades de más de 60 individuos vinculados con la peligrosa
organización criminal. Anunciado por Anonymous Iberoamérica en las IRC -los chat
room donde hace mucho de su trabajo-, ese plan tuvo que ser suspendido luego de
que Los Zetas secuestraran a un contacto en Veracruz y, a través de él, hicieran
llegar una advertencia: asesinarían a 10 civiles por cada nombre que fuera hecho
público.
“Las cosas cambiaron. En términos de la liberación de esos nombres de Los
Zetas, está por ahora descartado”, declaró Brown al semanario Atlantic Wire:
“Por ahora, estamos en tregua con ellos”.
¿Quién habría filtrado la lista de los “siervos” de Los Zetas? La evidencia
disponible apunta a que CNN habría reclutado a Brown para revisar los 25,000
e-mails hackeados, a los que también habría tenido acceso el semanario alemán
Der Spiegel.
Brown comenzó su vertiginosa carrera en el mundo del periodismo como
reportero de Met, un semanario alternativo que circuló en Nueva York a finales
de la década de los 90 y que ya no existe.
Tres lustros permaneció en Brooklyn. Ocupaba un departamento de 120 metros
cuadrados -“poco iluminado y bastante descuidado”, de acuerdo con sus
excompañeros de trabajo- en el que reinaba un gato montés disecado, colgado del
quicio de la cocina. Pelirrojo, de rostro infantil y miope; sin embargo, el
rasgo más distintivo de su personalidad es su apego casi endémico a los pitillos
-bien pueden ser Marlboro 100 o bachitas- y a la comida chatarra.
Brown se describe como un “exadicto” a la heroína. Y dentro del gremio
periodístico estadounidense ha forjado reputación gracias a textos suyos
aparecidos en Vanity Fair y The Onion, a sus colaboraciones habituales en The
Huffington Post y a sus libros. Sin embargo, su fama está íntimamente ligada a
su participación en batallas que se han librado en Internet. Desde el 2006
comenzó a conectarse al sitio 4chan.org y a ligarse a un grupo de pranksters que
buscaban boicotear la red de Second File y a la gente que se vestía con pieles
animales.
En el 2008, lo que parecía un juego se convirtió en una guerra. El primer
blanco de una ofensiva de Anonymous fue la Iglesia de la Cienciología, después
de que intentara retirar de YouTube un video en el que se veía al actor Tom
Cruise hacer una exaltada defensa del rito creado por Ronald L. Hubbard. A la
censura se opuso una acción colectiva para republicar las imágenes.
El proyecto Chanology sigue incluso ahora mismo pero la estrategia para
derribar a las instituciones que consideran enemigas se han refinado hasta
abarcar todo tipo de tácticas -dentro y fuera de Internet- aunque su arma más
poderosa es el LOIC, un software que cualquiera puede bajar a su computadora con
relativa facilidad.
Con el LOIC se ha conformado una botnet, una red de computadoras enlazadas
(cuya dimensión ahora mismo es imposible precisar pero podrían ser cientos o
miles en todo el orbe) que siguen las instrucciones dictadas desde un comando
central.
En este terreno es donde Anonymous y Los Zetas pueden combatir en igualdad de
circunstancias. Y es que las botnets recurrentemente son utilizadas por grupos
criminales y hackers que instalan malware en equipos que convierten en zombies
-obviamente sin el conocimiento de sus propietarios- desde los que pueden lanzar
miles de solicitudes por segundo a un blanco que haya sido elegido para recibir
spam o sustraer datos personales.
La cruzada de Brown -quien, por supuesto, terminantemente niega ser portavoz
de Anonymous- ha generado un cúmulo de reacciones. Quizá la más importante pueda
medirse en el número de seguidores mexicanos que ha levantado en los últimos
días, muchos de los cuales se muestran agradecidos, aunque escépticos, de que
pueda destruir a Los Zetas.