* El diputado José Ratón y su
falso diagnóstico de los malosos * Marcelo y los dos salvadoreños *
Actas falsas en Puente Nacional * Ocho homicidios en cinco meses *
La síndica y la venta de cerveza * Mily y Pablo Montero, aquellos
días * Karime pierde, dice Theurel * Iván El Coyote * Los
tres mayates que llegaron a notarios
Incierta y desproporcionada, maquillaje de ficción a la cruda
verdad de Veracruz, es la expresión de José Ramón Gutiérrez de Velasco Hoyos:
el crimen organizado está de vuelta, intenta reposicionarse, pero hay gobierno
para impedirlo.
Eso
dice José Ratón, como se le conoce en el mundo de la política, defenestrado por
los priístas, a los que ahora sirve, no como el diagnóstico fatal por los días
violentos que dominan ya el escenario de Xalapa, la capital veracruzana, sino
por la exaltación del gobierno que impedirá el regreso de la delincuencia
mayor.
Como
puede, el diputado neopriísta, converso al tricolor después de ser alcalde del
Partido Acción Nacional en el puerto jarocho, intenta explicar la extraña
paradoja del duartismo que en el discurso dice que la seguridad está
garantizada por las fuerzas federales mientras en los hechos los malosos siguen
haciendo lo que les viene en gana, dueños de las calles, administradores de las
balas y la sangre de otros malosos y también de las víctimas inocentes.
“Es
algo delicado, no se puede ocultar. En Xalapa están nuevamente personas de la
delincuencia queriendo posicionarse y no se les permite y el gobierno está tras
ellos. Sería mentira decir que no pasa nada y al contrario, se sabe que hay
personas de la delincuencia que han querido entrar a Xalapa, por eso luego se
dan estas confrontaciones”, suelta el diputado que preside la Comisión de
Justicia del Congreso de Veracruz.
Cercado
por la prensa, cuestionado, sale al paso José Ratón de las críticas por la
nueva oleada violencia en la otrora tranquila Xalapa, por el rafagueo de las
metralletas, por los disparos de los revólveres, por el miedo de la gente, el
terror de los niños, el silencio de la sociedad o las voces de los valientes
que se atreven a protestar.
Están
de regreso los del crimen organizado, reconoce el diputado priísta, pero
matiza: hay gobierno, y está tras las bandas de delincuentes; los persigue, los
enfrenta, no los deja dominar las parcelas y las urbes de Veracruz.
“No
tiene que haber, ni bandas de una, ni de otra, no tiene que haber bandas ni
nadie que tenga el derecho de sentirse impune aquí. Sabemos que estas
situaciones agreden y lastiman físicamente a la sociedad y no se debe de
permitir. El gobierno tiene que dar el mensaje que no se permite la instalación
de ninguna banda de ninguna delincuencia”, dice.
Sería
una buena historia si tuviera el ingrediente de la verdad. Sobran argumentos
para acreditar que no es así. El crimen organizado no está queriendo
posicionarse, como dice el legislador ex azul, que “hay personas que han
querido entrar a Xalapa”.
Diseminado,
extendido por toda a geografía veracruzana, el crimen organizado nunca se fue.
Permaneció operando, comiéndose al gobierno, ganando terreno, burlándose del
Mando Único Policia, infestando de droga la entidad, desarrollando estrategias
de muerte, extorsionando a todos, devastando a la sociedad.
Se
escucha cada vez más el sonido de las balas de los malosos como si aquí fuera
Ciudad Juárez o Reynosa, pero dice el diputado José Ratón que es mejor
acostumbrarnos pues podrían continuar por tiempo indefinido, debido a que el
crimen organizado intenta operar en la capital de Veracruz. Sin embargo, “el
gobierno no lo permitirá”.
O
sea, la inseguridad crece porque hay violencia, pero el discurso de Gutiérrez
de Velasco es ambivalente: identifica la gravedad de la embestida del crimen
organizado, pero se devalúa su argumento en cuanto le da al gobierno de Javier
Duarte una estatura que no tiene.
Suena
bien el rollo del legislador. Hay gobierno. Hay fuerzas de seguridad. Hay
Policía Acreditable. Hay más armamento, patrullas, equipos de
radiocomunicación, logística, inteligencia. Vigila el Ejército, vigila la
Marina, vigila la Policía Federal. Y quieren los malosos regresar, dice el
diputado José Ratón, pero no se les va a permitir.
Una
parte de la prensa —la prensa vendida— le da voz al diputado presidente de la
Comisión de Justicia. Otros lo aclaman. No advierten que es una crítica
tramposa, pero matizada para luego pronunciar el discurso servil hacia un gobierno
que no arregla el tiradero policíaco que heredó del régimen de la fidelidad, y
su propio cochinero, policías acreditables que torturan y reprimen; elementos
de la Agencia Veracruzana de Investigaciones que levantan, secuestran, trafican
personas; un aparato de justicia corrupto, ministerios públicos que fabrican
pruebas, jueces que condenan a cambio de una paga o por consigna política.
Nada
tan falso como que los malosos intentan posicionarse de nuevo en Xalapa, como
ocurre en Veracruz, en Córdoba, en el norte y en el sur. Ahí han estado y nunca
se fueron.
Ya
no tiran 35 cuerpos en Boca del Río, en la zona turística; no aparecen otros 30
en una casa de seguridad, descuartizados todos; o periodistas como Milo Vela,
ejecutado con su familia en el interior del hogar, en una madrugada brutal; o
embolsados como Gabriel Huge, Guillermo Luna Varela y Esteban Rodríguez; o
torturados y decapitados como Yolanda Ordaz de la Cruz; o sepultados
clandestinamente como Noel López Olguín; o molidos a golpes y luego estrangulados
como la corresponsal de Proceso, Regina Martínez Pérez; o desmembrados y
embolsados como Marco Antonio Báez Chino, o levantados, torturados y sepultados
en fosas clandestinas como Gregorio Jiménez de la Cruz.
Siguen
los narcos, los secuestradores, los extorsionadores, los tratantes de mujeres,
los corruptores, los traficantes de migrantes, actuando con la misma
beligerancia, impunes, a lo largo y ancho de Veracruz, seguros que la ley no
los alcanza porque para eso es el gobierno duartista, cómplice por omisión y
casi siempre por acción.
Tiran
cadáveres en las ciudades o los sepultan en fosas cavadas con sus manos; se
trenzan a punta de disparos con otras bandas; acuden por su cuota a antros y
comercios; extorsionan empresarios y profesionistas; en su lista figuran
alcaldes, funcionarios y líderes de partidos. Y dice el diputado que están
intentando posicionarse de nuevo.
Dos
caras, traidor natural, José Ratón Gutiérrez de Velasco no se hace notar porque
su palabra sea creíble, su moral devaluada desde que era alcalde de Veracruz y
comenzó a tejer su historia de desprestigio. Que diga ahora que los malosos
quieren volver es falaz; nunca se fueron. Que exprese que no lo lograrán porque
hay gobierno para impedirlo, es demencial, pues este gobierno está para
permitirles que hagan de las suyas.
Son
sabidos los enredos de la fidelidad con el crimen organizado, la protección
mediática a Los Zetas, el alquiler del territorio veracruzano sin aclarar quién
se quedó con las rentas aunque habría que preguntárselo a Fidel Herrera, la
infiltración de las policías, en su nómina agentes del MP, jueces, magistrados.
Sabido es que Javier Duarte sólo simula que enfrenta a los malosos mientras las
balaceras callejeras y los encontronazos de sicarios son ya parte del panorama
visual de los veracruzanos.
Y
José Ratón quiere vender la idea de que si los malosos intentan volver, hay
gobierno para enfrentarlos, para perseguirlos, para frustrarlos. Un maquillaje
al Veracruz violento e incontrolable.
No
regresan porque nunca se fueron.
Archivo muerto
Tres
décadas y algo más hacen ya de la primera transa de Marcelo Montiel. Llegaron a
él dos migrantes, salvadoreños, urgidos de establecerse, de llevar la fiesta en
paz, necesitados de trabajo. Y él, empleado del Registro Civil, les fabricó
actas de nacimiento. En un tris los hizo ciudadanos mexicanos, nacidos en el
mero Puente Nacional, estado de Veracruz. Semanas después, descubierta la
trastada, MMM buscaba eludir la justicia. Angustiado, temeroso, fue llevado de
oficina en oficina. Y así llegó a la de Raúl Ramos, hernandezochoísta, cercano
a Carlos Brito Gómez, poderoso subsecretario de Gobierno. “¿Y cuánto
cobraste?”, le inquirieron. “Nada”, respondió. “Pues qué pendejo porque esto se
cobra bien”. Disipada la amenaza de cárcel, el hoy delegado de la Secretaría de
Desarrollo Social federal en Veracruz emprendió su carrera delictiva en la
política, y los dos indocumentados terminarían siendo familia. Tres décadas y
algo más de aquel episodio, el origen de todo, lo que define al hombre honesto
y al que no lo es. Hay otra sobre un homicida que se le fue. Después se las
cuento… A los tumbos la Subprocuraduría de Justicia en el sur de Veracruz. En
cinco semanas, ocho homicidios, ni uno aclarado. Y los acusados de haber
asesinado al gerente de la Volkswagen, Arturo Casados, ganan un amparo y de un
momento a otro recuperarán su libertad, sin que el sub, Ricardo Carrillo
Almeida, mueva un dedo para interponer un recurso de revisión; los del pastor
Claudio Martínez a un paso de ser liberados, si bien dos de ellos están
identificados en otro caso criminal; los del periodista Gregorio Jiménez de la
Cruz, en vías de obtener un amparo que los libere. Acusar sin pruebas, sin
argumento, provoca injusticia, o no aplicar los recursos legales genera
impunidad. Unos se van por negligencia de la autoridad y otros por complicidad,
lo mismo el inocente que el culpable. Para todos hay salida. ¿O no, señor
subprocurador?… Con el negocio de la cerveza también hizo chuza Alejandra
Theurel Cotero, hermana de Marcos —“Te rompo tu puta madre”—, el entonces
alcalde de Coatzacoalcos. Proveía de la bebida a la Expo Feria y cobró hasta el
último centavo de lo vendido aunque ella no liquidara su adeudo con los dos
jóvenes que le habían allegado el producto, obligándolos a pagar de su bolsillo
a la empresa cervecera. Gusta de esos negocios la hoy síndica, sin escrúpulos
de por medio, sin consideraciones con nadie, el uso inmoral del poder, pero así
es la malosa Madame Perica… Días de gloria, de jauja, los de la fidelidad. Mily
Chagra Nacif, la reina de la corte, una deidad ante la cual rendían culto
todos, lo fue también para Pablo Montero, cantante de música vernácula y actor
de telenovela, de medio pelo pero actor. Fan del ex alcalde Marcelo Montiel —o
MMM fan del cantante—, Pablo Montero no se perdía uno sólo de los festejos del
Grito de Independencia, contratado con cargo al erario de Coatzacoalcos. Y ahí,
entre Marcelo Montiel y Mily Chagra se le iba toda la audición, su atención
para ellos, sus canciones, sus bromas, los tragos, la piel, la anécdota del
corte de cabello en forma de guitarra, su intimidad… No a todos les cae así el
crimen organizado: 24 horas entre un levantón y otro. Al priísta de los
millones malhabidos, sí. En la próxima los detalles… Así, directo, pelado,
soberbio. Pregona Marco César Theurel Cotero —“Te compro tu puta madre”— que
entre Karime Macías de Duarte y Lu-pilla Félix de Theurel para la diputación
federal por Coatzacoalcos, mil veces Lu-pilla. “Karime pierde”, dice a todos en
Xalapa, a Pepe Yunes, y el senador mejor calla. O sea, deslenguado y
marrullero, siempre provocador con Javier Duarte, aún sabiendo que lo de la
candidatura de la “gobernadora” es pura vacilada… Coyote de CONAGUA, Iván
Hillman administra millones, suscribe contratos y requiere su respectivo “ten
percent”. Hacía lo mismo en Coatzacoalcos, en sus días de alcalde, Mariano
Moreno en la tesorería, ambos acumulando fortuna que hoy lavan a la vista de
todos. Coyoteaba entonces, incluida la Dirección de Seguridad Pública
Municipal, y se aferra a esa costumbre en la gerencia regional de la Comisión
Nacional del Agua… Eran jóvenes y estudiaban en Xalapa. Uno era El Gato, otro
El Paco y otro El Fredy. Pobretones, subsanaban la falta de recursos con
amoríos inconfesables, novios de gays, entre ellos un “profesor” que a su vez
suministraba “producto” para políticos de alcurnia. Así, metidos en ese fango,
aliviaban su miseria, estudiantes de leyes entonces, políticos después,
notarios millonarios hoy…
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