Por: Alejandro Páez Varela
Insistentemente se dice que
un ex periodista que reparte dinero entre reporteros los ha estado grabando
mientras reciben el chayo. Este personaje trabaja para un alto funcionario del
Gobierno del Distrito Federal (GDF), de acuerdo con varias fuentes; se jacta de
que nadie se resiste a un cañonazo de lana y que, cuando sea necesario, usará
ese testimonio vergonzante.
Se lo contaba a un amigo periodista de un diario en
la Ciudad de México y me decía, y yo concordaba con él: “Ojalá y un día le dé
send por error y se divulguen todos los videos”. Ojalá, sí. Y qué vergüenza que
esto pase, como me dicen que pasa, en un gobierno de izquierda. Si a eso
usted le agrega que ayer se robaron urnas, acarrearon votantes y pagaron votos
durante las elecciones internas del Partido de la Revolución Democrática (PRD),
la desilusión es mayúscula: qué izquierda ni qué ocho cuartos; bola de
corruptos y vividores, qué.
Y se quejan de los priistas; y se atreven a
llamarlos como les llaman, en tiempos electorales. Ambos eventos, la supuesta
compra de periodistas y la corrupción electoral, permiten entender por qué el
país está como está.
Hace comprensible por qué el gobierno federal y el
Congreso (con mayoría priista) no ha apurado la prometida Comisión Nacional
Anticorrupción y ni siquiera se ha puesto titular a la Secretaría de la Función
Pública. La oposición, que se supone debe poner el ejemplo, es igual que el
PRI. Son igualitos, todos. Viven para comprar y ser comprados.
No importa que
millones de mexicanos estén en la miseria; no importan que la desigualdad o que
la entrega del país. México entero está en manos de una misma clase de
malvivientes grotescos. Me daba risa Gustavo Madero cuando, la semana pasada,
decía que la prensa le inventa escándalos al PAN. “Nos tendieron una celada”,
señalaba por su parte Luis Alberto Villarreal en referencia a los videos donde
se le ve contento, descamisado, cantarín, bailando a gusto con mujeres que, se
puede suponer, ejercen la prostitución. Panistas alentando la prostitución. O
panistas alentando la prostitución gracias al dinero que reciben, ilegalmente,
de los moches. “Nos inventan escándalos”, “nos tendieron una celada”. Ja, ja,
ja.
Me duele la panza. Corruptos, qué. Lo que no quisieran es que la prensa les
sacara los trapitos para vivir pocamadre: de teibol en teibol, de cobro en
cobro, construyéndose castillos y alimentando las cuentas de banco con dinero
público. Eso quisieran. “Nos tendieron una celada”, decía Villarreal. Qué
vergüenza. ¿Quiere reírse en serio? La frase completa de Madero es: “Cobardes
difamaciones sin voz y sin rostro para alimentar esta política del espectáculo
y de la trivialización, en donde lo que nos menos importa son las posiciones
ideológicas, políticas”. Aplausos. Y carcajadas. Es decir: lo que menos le
importa a los detractores del PAN son “las posiciones ideológicas”. ¡Pues
cuáles! Las posiciones en la cama, será. Qué vergüenza. Mejor que cierre la
boca y asuma que están hundidos, junto con todo el país, en una crisis de las
deadeveras. *** No recuerdo, en mi vida como periodista, un momento tan oscuro
como el que estamos viviendo.
Donde le pique uno, sale pus: en la prensa, en el
gobierno, en los partidos, en las cámaras, en la iniciativa privada. Corrupción
a pasto. Que si el Consejero de Presidencia que es consejero de Iberdrola; que
si el Gobernador que se volvió archimillonario de la noche a la mañana; que si
los secretarios, que si los amigos de los secretarios, que si todos. Digo, los
indicadores lo dicen; dicen que estamos ahogándonos en corrupción; pero no es
lo mismo cuando brota en las calles, cuando uno lo escucha. Me contaban de un
alto funcionario del DF al que le dicen “Don King”. ¿Por qué?, pregunté, iluso.
“Don quingce por ciento”, me respondían.
De norte a sur hay anécdotas. Digo
momento oscuro, porque incluso investigar, con tanto organismo de transparencia
que pagamos con impuestos, es complicado. Eso le decía a otro amigo: “Hasta con
las herramientas de transparencia se dificulta documentar lo que está pasando”.
Me respondía: “Es que las herramientas de transparencia simulan transparencia;
son para lavarle la cara a los que están en turno”.
Y sí, así es. Mi mayor
desilusión es, honestamente, con el PRD y el PAN. Periodistas corruptos hay
siempre; y brincan como hongos en cuanto ven el sobre. Pero el rol de esos
partidos era poner un freno, hacer la diferencia, conducir al país a un cambio.
Y no. No hay cambio. Hay más de la misma mierda.
Esa es la verdad. Eso es lo
que veo como ciudadano: más y más mierda. Disculpen que use palabras fuertes
pero para la mierda no hay sinónimo (o los que hay no encierran el concepto
completo). La mierda es la mierda, y qué le vamos a hacer. Ni modo de
disfrazarla.
Ni modo de ponerle flores y perfume. Mierda es mierda, ciudadanos;
y estamos con ella hasta el cuello. Qué vergüenza, pero esa es la verdad. (Mi
ejemplo favorito de momento oscuro: ¿Y la declaración patrimonial del
Presidente Enrique Peña Nieto como pa’ cuándo?)
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