John M. Ackerman
Ejecuciones extrajudiciales
masivas, como las de Tlatlaya e Iguala, son típicas de regímenes despóticos,
como el mexicano, en que una pequeña élite busca mantener el control a toda
costa sobre una población cada vez más desesperada, olvidada y empobrecida. La
exclusión de la sociedad de la toma de decisiones característica de estos
sistemas políticos es también caldo de cultivo para todo tipo de
manifestaciones espontáneas de repudio a la autoridad, desde saqueos a
supermercados hasta movilizaciones estudiantiles.Asimismo, los gobiernos
autoritarios suelen inocular a los organismos encargados de la defensa de los
derechos humanos y la organización de las elecciones populares en contra de
cualquier
contaminaciónpor intereses populares.
Tiene razón Yoloxóchitl
Bustamante, directora general del Instituto Politécnico Nacional (IPN), cuando
afirma que
algo más que lo académico está metidoen el nuevo movimiento estudiantil. Los valientes alumnos no solamente protegen a su casa de estudios de quienes quisieran convertirla en una gran fábrica de mano de obra barata, sino también defienden a la patria misma del saqueo por la clase política corrupta y el gran capital internacional. La lucha por un IPN independiente y democrático es simultáneamente la lucha de todos por una mejor sociedad.
Ha llegado la hora de que
el IPN se separe de la Secretaría de Educación Pública y se convierta en una
universidad plenamente autónoma al servicio de la sociedad, tal como fue
concebida originalmente por el presidente Lázaro Cárdenas del Río en 1936. Esta
maduración también sería una gran oportunidad para aumentar el poder tanto de
los profesores como de los alumnos en la gestión interna, así como para someter
los más altos cargos universitarios a elección universal y directa por la
comunidad. Sería recomendable que la Universidad Nacional Autónoma de México
también acompañara al IPN en esta urgente tarea de actualización institucional.
El burdo encubrimiento del
asesinato de 21 jóvenes aparentemente cometido por el Ejército Mexicano el
pasado 30 de junio en Tlatlaya, estado de México, pinta de cuerpo entero al
régimen que nos malgobierna. No podemos creer absolutamente nada de lo que nos
digan las autoridades. Han demostrado que su cinismo no tiene límite y que
solamente actúan cuando sus jefes de Washington les llaman la atención.
Y el artero fusilamiento
en Iguala, de jóvenes normalistas de Ayotzinapa y de jugadores del equipo Los
Avispones, confirma la política de
limpieza socialque sigue el régimen actual. Todos y todas los jóvenes son una amenaza para el sistema, y sobre todo los estudiantes conscientes de la inaceptable injusticia e impunidad pilares del statu quo.
No basta expresar nuestro
repudio y exigir que se investiguen a fondo los acontecimientos de Tlatlaya e
Iguala. Tampoco basta exigir la liberación de presos políticos, como Mario
Luna, Pedro Canché, José Manuel Mireles y Nestora Salgado. Y no tiene sentido
alguno pedir al Consejo General del INE seleccionar consejeros electorales
locales comprometidos con la sociedad civil y la democracia. También raya en lo
absurdo pedir las peras de la justicia al olmo de la subordinación autoritaria
que es hoy la CNDH.
En general, es un error
limitarnos a exigir que las
reglas del juegose cumplan. Las interpelaciones estrictamente legalistas dan el beneficio de la duda a las instituciones realmente existentes y terminan validando un sistema podrido hasta la médula. Además de cumplir con las reglas, hay que cambiar las coordenadas del juego. Tenemos que imaginar nuevos escenarios para la gestión del poder.
Un ejemplo: el doctor John
McCormick, de la Universidad de Chicago, sostiene que una democracia eficaz no
solamente depende de la inclusión de la ciudadanía, sino también de la
exclusión de los más poderosos. Propone recuperar el ejemplo de losconcilia plebis de la antigua Roma, que fungían como
centros de control popular no solamente de los abusos de los gobernantes, sino
también de las élites económicas.
La doctora Ivonne del
Valle, de la Universidad de Berkeley, sigue una línea paralela en su reciente
revaloración del legado de Fray Bartolomé de las Casas. De acuerdo con Del
Valle, De las Casas se distinguía de entre los críticos europeos de la
colonización de las Américas porque no se limitaba a exigencias de legalidad,
sino también abogaba por la creación de mecanismos que podrían controlar,
castigar e incluso excluir directamente a los saqueadores.
En general, el monumental
fracaso de los gobiernos supuestamente de
centro-izquierdaen Europa y Estados Unidos (Obama, Blair, Hollande, etcétera) en defender los intereses ciudadanos abre una oportunidad histórica para reinventar el pensamiento y la práctica política de izquierda, desde el sur y desde fuera de los esquemas liberales del siglo XX. A pesar del desastre nacional actual, o quizás precisamente por la reacción que la tragedia empieza a generar entre la población, México hoy se encuentra en una posición privilegiada para transformar tanto la teoría como la práctica de la gestión popular del poder en el siglo XXI. La
dictadura perfectade antaño es hoy una
dictadura imperfectaque ya muestra importantes fisuras y debilidades que habría que aprovechar.
Raúl Álvarez Garín, in memoriam, gran
ejemplo de lucha, inspiración presente.
Twitter: @JohnMAckerman
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