TEXTO IRREVERENTE
Por Andrés Timoteo
El procurador duartista Luis Ángel Bravo Contreras no tiene compostura, suelta consignas y promesas como si fueran dulces en una fiesta de niños. Lo hace para acaparar la atención de la prensa y sin importarle que sus dichos tengan sustento o sean cumplidos. Además de las de bronceado artificial, sus máquinas preferidas son las cámaras de televisión, las fotográficas y las grabadoras de los reporteros. Frente a ellas hace realidad ese sueño de aparecer en los medios de comunicación como si fuera un artista. Él mismo ha confesado que se preparó toda su vida para el papel de fiscal y lo representa como si fuera un actor de telenovela.
Lo malo es que nadie le cree. Es como el Tío Lolo que tararea sin parar a sabiendas de que ninguno de sus interlocutores lo toma en serio, ni los buenos ni los malos. Ayer por ejemplo, luciendo un peinado estilo Benito Juárez –aunque ese si era inteligente y respetable-, el señor salió a la prensa para decir que en las investigaciones judiciales contra empresarios constructores que defraudaron a la Secretaría de Comunicaciones, hoy de Infraestructura y Obra Pública “se irá hasta el fondo, truene quien truene”. ¿Se le creen?. No, por supuesto. Salvo que queme chinampinas, su oficina no provocará otra explosión.
El fin de semana fue a Córdoba para reunirse con el obispo Eduardo Patiño, un crítico de las acciones policiacas y de la procuración de justicia, y que se quejó porque hombres armados entraron a la catedral de la Inmaculada Concepción para asaltar a una persona que se refugió allí. Al religioso le sugirió no declarar más sobre cuestiones de violencia y a los reporteros les dijo que “la procuración de justicia es pareja y sin distingo” . Más aún, a los cordobeses les prometió que todos los delincuentes que ha cometido asesinatos, secuestros y asaltos “van a caer”. ¿Alguien le cree?. Obviamente no.
De lengua liguera, Bravo Contreras también advirtió ayer a los fiscales que integraron mal los expedientes sobre personas desaparecidas que “se pongan a temblar porque los voy a meter a la cárcel”. ¿Será cierto?. Tampoco. En Coatzacoalcos acaba de anunciar que los asesinos del pastor evangélico Claudio Martínez y del exdirigente de la Canaco, Humberto Arriga serán detenidos, “caerán porque caerán, los voy a esclarecer (los casos), se los prometo”. ¿Se le puede creer?. No, es pura retórica –en la colonia dirían que “puro taco de lengua”-.
No se le cree porque lleva varias perlas de saliva y nula actuación. No hay que olvidar que al llegar a la PGJE dijo que encontró un “cochinero” y lleva diez meses batiendo el mismo lodo sin limpiarlo. Luego dijo que resolvería el homicidio de la periodista Regina Martínez en 15 minutos, y no tiene ni siquiera su “chivo expiatorio” en la cárcel. Bravo Contreras es un procurador que ya perdió la credibilidad y un fiscal que no goza de la confianza del pueblo, es inservible. Así de simple.
HOJAS, VINOS Y CASTILLOS
En un tema amable, la madrugada de ayer martes inició el otoño. El equinoccio lo marcó a las 4.29 horas en Europa donde la posición geográfica hace notar claramente el cambio de estaciones. En París desde hace varios días los arboles comenzaron a teñirse de rojo y amarillo, y algunos ya se están desvistiendo para la llegada del invierno. Recorrer los jardines emblemáticos de la Ciudad Luz como Tuileries, Luxemburgo, Montsouris, Buttes-chaumont o Des Champs-Elysées es una delicia pues las hojarascas comenzaron a cubrir el suelo. El viento sopla intenso, especialmente frio en las tardes, y genera un remolino de hojas secas que hace la delicia de los niños que juegan en esos espacios.
Los franceses celebran en estos días la Feria del Vino (Foire du vin) para dar la bienvenida a la producción de este año. Es la llegada de las botellas de vino conocido como Beaujolais, es decir, el vino joven, de la cosecha reciente. La Feria del Vino consiste en ofertar a precios accesibles las bebidas. Tanto los grandes almacenes como las tiendas medianas y pequeñas lanzan ofertas especiales a la par que las casas productoras abren sus cavas con ventas de oportunidad.
Así, cualquier amante de los caldos puede acudir a los viñedos de Burdeos, La Champaña, el Valle del Loire o del Rhon, Borgoña y Languedoc, que son las principales regiones vinícolas de Francia, a comprar directamente la botella o el barril de sus productores. Y si, el vino es un producto de la canasta básica del francés al igual que los quesos, el café, el chocolate y por supuesto, la repostería. De esos productos se ha hecho un arte, hay altas escuelas que forman a expertos baristas, chocolatiers (chocolateros), sommeliers (catadores de vino), crémier-fromagiers (cremero-queseros) y patissiers (pasteleros).
Es una leyenda urbana que una botella de vino cueste menos que una de agua. El agua es barata en París, cualquier cafetería o restaurante está obligado por ley a ofrecer una o varias jarras a los comensales de manera gratuita y la magia es que el agua de la llave es potable, se puede consumir directamente del grifo de la casa sin el riesgo de contraer alguna infección estomacal pues los estándares de inocuidad son muy cuidados por las autoridades.
El recorrido de las zonas vinícolas es una obligación de todo aquel que quiera conocer Francia, sobre todo el Valle del Loire – a 150 kilómetros de París, una hora de viaje en tren de alta velocidad- donde las casas productoras ofrecen muestras de catado, recorridos en sus bodegas subterráneas o en las plantaciones de uva. Visitar en esta época la cuenca del río Loire es una experiencia única pues no solo se aprende de vino sino que hay la oportunidad de visitar algunos de los castillos más hermosos del mundo.
Algunos son de ensueño como Château d’Ussé que inspiró el cuento de La Bella Durmiente de Chales Perrault, el Chateau du Clos Lucé donde vivió el genio Leonardo Da Vinci y tiene en exposición cuarenta de sus inventos originales o el Château Chenonceau, construido sobre el río, cuyos imponentes arcos dejan pasar la corriente de agua bajo el edificio. Chenonceau es el más bello de los 14 castillos que se ubican a orillas del río Loire y perteneció a Diana de Poitiers, la amante del rey Enrique II. Así, en estas fechas todo el valle con sus castillos, bosques y viñedos se comenzó a teñir de amarillo y rojo, los colores del otoño. Es un pequeño recuento de la Francia visitada y sus costumbres que se ofrece a manera de obsequio para los lectores de este espacio.
FUENTE: NOTIVER
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