Grupo de choque arriba al lugar para amedrentar a los ciudadanos.
Por: Daniel Torres
"Hombre armado, hombre armado, oficial, gritaban los manifestantes que intentaban ingresar al Malecón, por la avenida Lázaro Cárdenas, para protestar durante el primer duatlón de los Juegos Centroamericanos y del Caribe (JCC). Allí se dieron cita para inconformarse por la violencia en Coatzacoalcos y los normalistas desaparecidos en Guerrero.
A pesar de haberlo presenciado, y al estar a menos de un metro de distancia del sujeto que supuestamente traía un arma, lejos de detenerlo, los elementos de Fuerza Civil lo custodiaron.
Los ciudadanos gritaban más y alzaban la voz para que la policía hiciera su trabajo, pero lejos de cerciorarse si el sujeto estaba en poder de un arma, le hicieron círculo para que no fuera atacado.
La persona que era vigilada tan celosamente y que encabezaba a un grupo de golpeadores para contener a los inconformes, era Guillermo Ibarra, director de Obras Públicas.
Altivo, ataviado en una chamarra roja, miraba a los del grupo de inconformes. Los encaraba a medias, se les acercaba de forma retadora, pero reculaba a donde estaba la policía. Medía sus acciones, se notaba el miedo en su actuar. Hacía ademanes de sostener un arma, amenazante, que al final la escondía. Como no lo revisaron, finalmente no se supo si fue una pistola o un libro.
No tiene ni un mes que Ibarra estuvo en el ojo del huracán porque uno de sus colaboradores golpeó a un ciudadano que llegó a Obras Públicas para pedir que le repararan una alcantarilla. El hombre, un jubilado de PEMEX, pasó una semana en el hospital y perdió varios dientes.
“Son unos desgraciados, como pueden ponerse del lado de esa gente y venderse así por unos pesos, hace unos días les mataron a uno de los suyos”, gritaba una mujer a al aludir al homicidio de José Antonio Férez Kuri, gerente de Operaciones de la CMAS.
Con los ánimos caldeados, y aun con más agresiones físicas, abordo de una camioneta arribaron 30 sujetos más para reforzar a los que contenían en el cercado a los inconformes, no era para menos, el grupo que deseaba ingresar estaba integrado por unos 80, entre maestros, telefonistas y ciudadanos en busca de un foro para reclamar.
En quienes llegaron, se notaba el enojo, pero al ver cámaras y reporteros, se marcharon, dando reversa tan rápida y frenéticamente que la camioneta destruyó parte de una estructura de concreto en la banqueta.
“Vámonos de aquí, ya logramos nuestro propósito, debemos irnos a Plaza Patio”, gritó un integrante del movimiento magisterial, provocando que la movilización se retirara en medio de insultos y reclamos por parte de los vigilantes del malecón.
Ibarra, sin embargo, se quedó en el lugar, resguardado por elementos de la Fuerza Civil y sus colaboradores, quienes a decir de muchos actuaban en complicidad.
Horas después, el alcalde Joaquín Caballero afirmó que sus colaboradores fueron los agredidos por los maestros, y calificó de "lamentables los hechos". Destacó que "por unos cuantos" no se iba a afectar la percepción de los participantes en la justa deportiva.
Más allá de las manifestaciones de la mañana, la justa deportiva se realizó sin mayores contratiempos, pero con una afluencia de asistentes baja. Pese a que el día mejoró tras el paso del frente frío 11, la presencia de porteños no fue tan notoria como en los desfiles del carnaval o conciertos masivos.
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