Por Blanche Petrich
Wikileaks distribuyó hoy un estudio de la CIA donde se recomienda
a gobiernos del mundo que enfrentan conflictos armados con grupos insurgentes
lo que considera “las mejores prácticas” para realizar operaciones contra
objetivos de alto nivel (HVT por sus siglas en inglés, High Value Targeting)
como una herramienta contrainsurgente efectiva. Estas “operaciones” incluyen el
asesinato político como un recurso válido, además de capturas, “remoción” de
liderazgos, “neutralización” y marginación de dirigentes guerrilleros.
El
estudio, clasificado como ultrasecreto, --secret/nonforn-- fue
filtrado por la agencia de periodismo de investigación que dirige Julian
Assange.
Esta nueva
filtración ocurre apenas 10 días después de que el Comité de Inteligencia
del Senado estadunidense decidiera hacer público un informe secreto sobre
cómo el Pentágono y la CIA utilizaron la tortura en sus formas más
brutales durante los años del ex presidente George Bush y cómo
estos interrogatorios atroces resultaron “innecesarios e ineficaces “.
El nuevo golpe mediático de Wikileaks hace público un documento
con una serie de recomendaciones a modo de manual para
ataques contrainsurgentes, elaborado por la Dirección de Inteligencia de
la CIA. Tiene fecha del 7 de julio de 2009 y está dirigido a los operadores
políticos y oficiales militares de la Agencia involucrados en toma de
decisiones para autorizar la planeación y ejecución de operaciones HVT.
Se titula “Las mejores
prácticas en contrainsurgencia. Cómo hacer de las operaciones de ataque a
objetivos de alto nivel una herramienta efectiva”. Cita como una de las
operaciones más exitosas de los casos bajo estudio el asesinato del líder y
diplomático de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) Raúl
Reyes en marzo de 2008, resultado de un ataque de la Fuerza Aérea
colombiana a territorio ecuatoriano a un campamento guerrillero en la zona selvática de la
Angostura. Ahí resultaron muertos
22 milicianos más y cuatro estudiantes mexicanos.
También cita otro caso de
éxito en América Latina, la captura del peruano Abimael Guzmán, máximo
líder de Sendero Luminoso, y de buena parte de sus dirigentes en una serie
de golpes decisivos propinados en un corto periodo de tiempo, septiembre
de 1992. Desde ese momento el grupo fue incapaz de reorganizarse.
Incluye estudios de casos
de Afganistán de 2001 a la fecha de la conclusión del manual (2009);
Argelia 1954-1962; Colombia de 2002 a 2009; Iraq de 2004 a 2009;
Israel en dos periodos, de 1972 a mediados de los noventa y de mediados de los
noventa a 2009; Perú 1980 a 1999, Irlanda del Norte 1969 a 1998 y Sri
Lanka 1983 a mayo de 2009. Incluye algunos ejemplos adicionales de
Chechenia, Libia, Paquistán y Tailandia.
Especifica sus fuentes: “La mayor parte de nuestra información
está basada en reportes clandestinos de agregados militares, discusiones
internas con solicitantes de permiso para la realización de este tipo de
acciones y la revisión de casos actuales o históricos”.
El documento es definido
como un intento de “consolidar las lecciones aprendidas, proporcionar un
marco para evaluar la utilidad estratégica de las operaciones de ataque a
objetivos de alto valor y ayudar a los políticos y oficiales militares
responsables de autorizar este tipo de ataques”.
El concepto High-Value
Targeting es definido como una acción enfocada a atacar individuos o redes
específicos “cuya remoción o marginalización debe lograr una
degradación de la eficacia” de determinado grupo insurgente.
El asesinato de Raúl Reyes
en Sucumbíos
Este documento de la CIA
aporta evidencias sobre el involucramiento de la agencia en la lucha
antiguerrillera durante el periodo de Álvaro Uribe, en Colombia.
Indica que de acuerdo a
reportes de la CIA anteriores, el gobierno colombiano empezó a
utilizar técnicas de HVT combinadas con operaciones de información y
operaciones militares convencionales y programas para generardeserciones.
Refiere que al tomar posesión
en su primer periodo de 2001, Álvaro Uribe inició una campaña
contrainsurgente con la mira puesta en atacar a las FARC en sus filas
intermedias y superiores. Después de varios años de golpes fallidos, la embajada de Estados
Unidos en Bogotá empieza a reportar aciertos a partir de que las fuerzas
contrainsurgentes lograron afinar estrategias de espionaje, precisión en
los ataques, planificación de misiones y despliegues, seguridad
operacional y coordinación interinstituticonal.
De este modo el gobierno
pudo capitalizar políticamente los golpes infligidos a la guerrilla para
incrementar su legitimidad y erosionar la moral de las bases de la
guerrilla.
El estudio evalúa que en
2008 los golpes contra jefes de primer nivel de las FARC, combinados con
golpes contra figuras de segundo y tercer rango, especialistas en
financiamiento y logística, sí provocaron una erosión real a la organización.
La muerte de Raúl Reyes
ese año, en el bombardeo del ejército colombiano (asistido por el
Pentágono y con información de inteligencia estadunidense) a territorio de
Ecuador, donde además murieron una veintena de colombianos, un ecuatoriano
y cuatro estudiantes mexicanos que estaban de visita en el campamento
guerrillero) “dañó seriamente la moral y la disciplina” de las FARC, según
“comentarios de campo” de la CIA. Una semana después de ese golpe otro
miembro del secretariado, Iván Ríos, fue asesinado por uno de sus escoltas
y en mayo, un comandante e ideólogo veterano se rindió.
El análisis no incluye,
desde luego, que para las elecciones de 2010 Uribe ya no logró reformas la
constitución para contender para un tercer periodo y que su sucesor, José
Manuel Santos –fuertemente criticado por Uribe—emprendió una estrategia
diametralmente opuesta, que la llevado el conflicto colombiano a una mesa
de negociaciones.
La utilidad del asesinato
político, según la CIA
La CIA aprueba que
gobiernos civiles o militares que enfrentan conflictos armados con grupos
insurgentes recurran frecuentemente a operaciones de ataque a objetivos de
alto valor, descritas como acciones para “remover” o neutralizar a sus cabezas
para degradar la eficacia del grupo.
El criterio de la Agencia
para la definición de quien es un HVT (un objetivo atacable) es flexible:
varía de acuerdo a “factores” que enumera: fuerza del grupo, estructura,
dinámicas de liderazgo y alcance del resultado deseado por el gobierno.
Se advierte que entre los
“efectos contraproducentes” de una acción de este tipo está el de romper
ciertas “reglas del juego” establecidas entre los rebeldes y el gobierno,
lo que lleva a una escalada del conflicto que no siempre está en el
interés del gobierno.
Pero en el caso en el que
los golpes causen daños mayores a los que el grupo insurgente sea capaz de
absorber, ya sea por su incapacidad de reponer sus liderazgos o por los
golpes infligidos a sus líneas de financiamiento o logística, puede
conseguirse un mayor debilitamiento de su capacidad de acción.
Las “mejores prácticas”
En una revisión de
operativos de ataque contra objetivos de alto nivel hechos por la CIA se
demuestra –sostiene el documento—que estos “pueden tener un papel importante
como parte de una estrategia contrainsurgente de mayor alcance.
Estos suelen arrojar mejores resultados cuando los
gobiernos analizan previamente sus posibles efectos y factores que lo
puedan impactar y simultáneamente aplican otros instrumentos contrainsurgentes
de carácter militar y no militar.”
Entre los efectos
positivos de estos ataques enumera la erosión de la capacidad insurgente,
debilitamiento de su voluntad, reducción de su base de apoyo, división o
fragmentación del grupo, forzar que el grupo modifique susestrategias de modo
que beneficie al gobierno y levantar la moral del gobierno y generar
apoyo.
Entre los efectos
negativos cita: “puede generar mayor apoyo al grupo insurgente, lo cual
podría obligar al gobierno a distraerse de otros aspectos de su
estrategia; puede hacer que las estrategias insurgentes se modifiquen,
que refuercen sus bases de apoyo y simpatía de la población, conducir a
una mayor radicalización a los líderes sobrevivientes, generar condiciones
para la adhesión de liderazgos más radicales y escalar o desescalar el
conflicto de modo que favorezca la insurgencia”.
Estas son algunas de las
“buenas prácticas” que recomienda la CIA
-Definir el impacto
deseado sobre la trayectoria del grupo insurgente, considerando que en algunos
casos pueden generarse efectos indeseados. -Definir la decisión del ataque
en base de un sólido conocimiento de los mecanismos
internos del grupo y sus debilidades específicas, información que se puede
obtener mediante los interrogatorios a sus desertores.
-Incorporar la operación de ataque a una estrategia integral, que
permita capitalizar el resultado de la operación o compensar algunos de
los efectos producidos. -Proteger a los actores más moderados. Los
ataques contra los líderes más violentos y extremistas pueden resultar en
un acuerdo político. En muchos grupos insurgentes hay divisiones internas
entre sus dirigentes más militaristas y los más políticos.
-Aprovechamiento de las
contradicciones internas. Exacerbar o explotar las fisuras en los liderazgos
puede funcionar de manera tan efectiva como el dirigir un ataque militar
contra uno de sus liderazgos.
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