Enrique Calderón Alzati
Siendo candidato, Enrique Peña Nieto
evidenció sus limitaciones y era motivo de chunga generalizada; la gravedad del
problema parecía no ser importante para quienes lo lanzaron a la aventura que
ha llevado al país a la tragedia y al desastre que hoy vivimos y seguiremos
viviendo, mientras la sociedad no ponga un hasta aquí. El incidente ocurrido en
la Universidad Iberoamericana con estudiantes dio otra muestra, ahora de su
propensión a la violencia y el autoritarismo, así como de su desprecio por los
campesinos, pero sobre todo de su desconocimiento del país, al pensar que los
alumnos le aplaudirían por sus acciones en Atenco.
Después vinieron los hechos vergonzosos
de compra masiva de votos con monederos electrónicos, de documentos bancarios y
transferencias millonarias de fondos que involucraban a personajes cercanos al
candidato, y de empresas fantasmas utilizadas para lavar el dinero utilizado,
luego para prostituir y envilecer al sistema electoral completo, incluidos
votantes, instituciones federales y tribunales electorales. La sociedad en su
conjunto nada hizo, los resultados de la elección presidencial, un caso para la
araña. Viéndolo en retrospectiva, lo que vendría después era previsible. El
arribo al poder de un grupo caracterizado por sus prácticas delictivas, cuyos
objetivos no podían ser otros que los de la rapiña, escudados en la figura de
un hombre de paja tan atractivo como vacío de ideas y de conocimientos,
anunciaba con claridad que nada bueno podíamos esperar.
Fue así que el primero de diciembre de
2012, ese personaje asumió la Presidencia de la República, jurando cumplir y
hacer cumplir la Constitución y sus leyes secundarias… y mirando en todo por el
bien y prosperidad de la unión. Como consecuencia directa, Peña Nieto concentra
hoy todo el poder de la República, pero no entiende el grave problema en el que
está metido, en virtud de que sus poderes absolutos, están indisolublemente
asociados con sus responsabilidades absolutas, y es allí donde su incapacidad
se torna trágica. Sin referirme por ello a sus colaboradores, o más bien
secuaces, enumero aquí algunos de los sucesos más importantes de sus dos
primeros años de gestión, comenzando con las violaciones cometidas a la
Constitución, para permitir la enajenación de los recursos petroleros y mineros
que constituyen el patrimonio nacional, utilizando el engaño, al asegurar que
se hacía siguiendo los ideales del presidente Lázaro Cárdenas, figura central
del México moderno, y recurriendo a la compra de partidos políticos, del
Congreso y magistrados de la Corte.
Otra de sus acciones, la llamada
reforma educativa, instrumentada a partir de un reporte que hacía responsables
a los maestros del fracaso en la materia, constituyó un nuevo retroceso al
plantear la centralización del sistema educativo, contrario a las políticas
internacionales, orientadas a fomentar la responsabilidad de las escuelas y los
padres de familia.
Su proyecto del aeropuerto de la ciudad
de México ignora las consecuencias que tendrá a mediano y largo plazos para la
ciudad y el país. Con 1.5 millones de habitantes en 1940, la ciudad creció a 5
millones en 1960, conformando un foco rojo para el gobierno,
llevándolo a desarrollar un plan de desconcentración, para frenar su
crecimiento, pero sin éxito. Según el censo de 2010 la ciudad tenía ya una
población superior a los 22 millones, lo cual representa un crecimiento de 15
veces en 70 años y de cuatro veces y media en los pasados 40, ello implica un
horizonte de 80 millones para el año 2050, de no hacerse lo necesario para
frenarlo. El nuevo aeropuerto constituye un absurdo para beneficiar a sus
amigos.
La falta de espacio me impide hablar
del otro proyecto irresponsable de petrolización de la economía, para dedicarlo
a la tragedia de Ayotzinapa, que ha centrado la atención en la desaparición
forzada de miles de mexicanos, muchos de ellos luchadores sociales, sin que su
gobierno dé cuentas de ello, agregando en este caso el involucramiento de
fuerzas de seguridad del gobierno federal y de las fuerzas armadas; el reporte
de su gobierno al ignorar esto en su llamada verdad histórica sólo
confirma su responsabilidad en el crimen. Peña Nieto se niega a entender la
gravedad de las acusaciones y sospechas que hay en su contra, pensando que con
un poquito más de atole puede superar la crisis de gobierno, que en un país
moderno sólo podrían conducir a su renuncia y enjuiciamiento.
La necesidad de detener al Presidente,
en sus ambiciones, incompetencia y mal ejemplo, dirigiendo un régimen en el que
los valores, la prevención de nuevos errores y el regreso a la tranquilidad y
seguridad pública están hechos a un lado por la violencia, el autoritarismo, la
impunidad y la ignorancia, debiera ser imperativa para la sociedad mexicana. La
organización de una gran consulta nacional, apoyada por las redes y
organizaciones sociales de todo el país para evidenciar el reclamo y la protesta
de la sociedad en torno a cuatro temas fundamentales, constituye la mejor forma
de hacerlo, en cuanto ello está contemplado en nuestra Constitución como un
derecho y un deber de los mexicanos: exigir la renuncia del Presidente. El
establecimiento de un congreso constituyente para la refundación de la
República. La restitución de los recursos energéticos y minerales como
patrimonio exclusivo de los mexicanos. El reconocimiento de la soberanía como
precepto fundamental de la nación.
De realizarse la consulta, constituiría
una experiencia inédita, incluso a nivel internacional, por ser una forma de
expresión y protesta popular que, además de presentar la verdad expresada por
la mayoría de los ciudadanos de un país, mostraría lo que puede lograr una
movilización de este carácter, para incidir y resolver de manera pacífica un
conflicto de interés nacional. Si usted está interesado en participar en esta
propuesta, le pido nos haga saberlo, utilizando la dirección electrónica de
nuestro diario o enviando un mensaje utilizando las direcciones de Twitter:@ecalderonalzat1 o Reflexiones en
la Educación por Enrique Calderón, en Facebook.
Hacemos hoy una invitación a organizaciones
civiles, gremiales, políticas y de derechos humanos, a estudiar la propuesta y
participar en su instrumentación. Pongamos un hasta aquí a la corrupción y la
impunidad que dominan hoy el escenario nacional.
fuente: la jornada