TRESPUNTOCERO).- No sé
si en todos los países, pero al menos en México, en Xalapa, de nada sirve que
hagas un millón de cosas buenas. Con una que hagas mal todo se va a la basura.
Hoy es uno de esos días en los que no importa lo que digas o hagas, todo sale
mal. De esos días que se te va el hambre, se van las ganas, se te van los
planes y se te va todo de las manos. Son días de impotencia… Ese fue el
último mensaje que se afirma publicó en Facebook el periodista Víctor Manuel
Báez Chino. Días después de su muerte esas líneas hicieron pensar que
sospechaba que algo le podía pasar.
Henry Kiara, periodista
de guerra, comenta a Revolución TRESPUNTOCERO,
“conocemos los más recónditos sitios donde la muerte habita, caminamos a la par
de francotiradores y no tienes asegurado que el próximo segundo sigas vivo,
pero esa realidad no tiene nada que ver con el hecho que te persigan, que seas
investigado, porque incluso en batallas en Medio Oriente, los periodistas nunca
han sido su objetivo principal… ahí la prensa es respetada…
He
visto decapitados en Afganistán, cuerpos deshechos por las bombas en Gaza, y
cuando me tocó ir a los funerales de algunos periodistas mexicanos, la historia
se contó distinto, aquí la prensa no es respetada, quienes se dedican a este
oficio (de forma comprometida), son hostigados, porque se convierten en el
enemigo público, quien no está con el gobierno, quien se hace el ciego, quien
intenta echar pintura rosa al Estado Fallido, ese comunicador es quien padece
la muerte más deshonrosa, en pedazos repartidos en bolsas negras, decapitado y
sin que la tortura falte…
Porque
es castigado y al mismo tiempo amenaza para los que se queden, ‘tú puedes ser
el siguiente’, dice Duarte con su cínica y horrorosa sonrisa, pero también lo
hace el diputado, el presidente municipal, el regidor, quien sea que tenga
dinero y poder, porque hoy en México y en Veracruz, después de más de una
decena de homicidios contra periodistas se ha establecido que el que pueda y
quiera comete homicidio, esperará a que la noticia se enfríe, los activistas
encuentren otra causa por la cual gritar y esa será la señal, que está olvidado
y se puede matar al ‘siguiente’, porque mientras haya narcotráfico a quien
culpar, todos tienen vía libre a cometer homicidios… México es la ciudad donde
fluye sangre y cuerpos desmembrados”.
Kiara llegó a México
días antes de la muerte de Víctor
Manuel Báez Chino, no lo conoció, pero le impactó la manera en que fue
asesinado “era una nueva circunstancia para mí, y después de ver los homicidios
en serie, me sorprendió que aún nadie hubiera tenido la suficiente voluntad
para investigar al sospechoso, a partir de ahí he viajado a este país tres
veces más, el número sigue aumentando y las personas se siguen olvidando,
porque ya no son ‘un hecho noticioso’, la insensibilidad también vuelve a
matar”.
Báez Chino de 46 años de
edad y con 25 años de experiencia en el terreno
periodístico, tenía un sitio llamado reporterospoliciacos.com al cual acudía toda la ciudadanía
cuando sabían que una balacera había sucedido, “siempre encontraban los datos
del lugar, los muertos y los heridos, nunca fallaban, porque en ese sitio
exponían la vida para que nosotros como sociedad civil se enterara si nuestros
hijos, padres o hermanos, no habían pasado a formar parte de los muertos de
este gobierno, porque si hay narco, es porque el gobernador les dejó la puerta
abierta”, asegura Rosario Alcántara, mujer veracruzana que como lectora siguió
el trabajo del periodista.
Era un miércoles 13 por
la noche del 2012, salió del trabajo como todos los días, era el editor de reporterospoliciacos.com, un grupo armado lo
interceptó y se lo llevó en forma violenta…
“No llegó, nunca más
volvió a responder el celular, no volvimos a verlo, ni a escucharlo, siempre
vivíamos pensando que podía sucederle lo que le pasa a la gente buena que se
atreve a retar al gobierno y a sus aliados, las bandas delincuenciales.
Finalmente lo supimos, estaba muerto, unas horas después su cuerpo fue
desmembrado y llevado al centro de Xalapa, para que todos se enteraran”,
asegura un familiar de Báez Chino, aRevolución TRESPUNTOCERO.
Comenta
que la Procuraduría obtuvo un video, jamás se supo cómo, que daba cuenta de la
forma en que había sido asesinado y el momento en que era desmembrado, también
se encontró a lado de los restos una cartulina firmada por el grupo criminal
los Zetas: “Eso le pasa a quienes traicionan y se quieren pasar de listos”, sentenciaba.
Todo
aquel suceso y la forma en que se perpetró provocó que los compañeros de oficio
dudaran en ir, tenían miedo que en los funerales se aparecieran los criminales
y llevaran a cabo otros homicidios, los que llegaron estuvieron a la
expectativa, y uno o dos fotógrafos se atrevió a usar su cámara.
“Documentaron
poco, hablaron menos y escribieron nada, o casi nada, era razonable tenían
miedo, también nosotros pedimos discreción y cómo no, si teníamos miedo que
siguieran acribillando a toda la familia, a sus hijos principalmente que eran
su todo. Se habló durante unos días la forma en que apareció muerto, pero no lo
publicaron los medios nacionales, se realizó una pequeña manifestación por
todos los ya abatidos, pero no asistimos, nuestro temor y desolación nos había
superado”, afirma el familiar.
“Era
un tipo con suerte y de buen humor. Un excelente periodista, excelente
reportero, no estaba haciendo una investigación en especial contra algún grupo,
era una persona tranquila que vivía de una manera muy modesta, sencilla, no era
una persona que se hubiera enriquecido”, escribió el periodista Sergio
González, subdirector de Milenio, El Portal de Veracruz, periódico donde
también laboró Víctor como editor de la sección Testigo.
“Parece
que la mala suerte llegó el 7 de junio, ese día hubo una rifa de carros en el
festejo que realizó Duarte por motivo de la Libertad de Expresión. Víctor fue
uno de los cinco periodistas que se llevó un auto Matiz a su casa, Duarte
estaba intentando pagar sus culpas después de tanta masacre, quería hacerse ‘el
bueno’…
La
última noticia que Víctor sacó fue el robo a un comercio, la localización de
tres vehículos robados, un estudiante ahogado, un choque vial y un intento de
suicidio. Nada de eso podía comprometerlo, cierto que tenía una fuente
policiaca pero jamás se metió con el narcotráfico, por eso era un absurdo”,
confirma la fuente.
En
aquel año, Víctor fue el periodista número nueve víctima de homicidio y tortura
y el caso 52 que integró la Fiscalía Especial para Atención de Delitos Contra
Periodistas, que depende de la Procuraduría General de la República, que pese a
que era la responsable de investigar el crimen contra Víctor, los resultados
nunca convencieron a la familia.
“El
caso tuvo una ‘fácil solución’, el gobierno culpó a los Zetas y según la
fiscalía de Veracruz, los asesinos (Juan del Ángel Torres y Daniel Reynoso
Hernández), miembros de esa banda de narcotraficantes, fueron asesinados el 19
de junio por las fuerzas armadas en un enfrentamiento ocurrido en Xalapa…
Dijeron
que tenían en su poder la credencial que identificaba a Víctor y que fueron
reconocidos como los autores del rapto aquella noche, nada preciso, nada
convencidos no hicimos más, porque no se puede, porque no es que no sintamos la
necesidad de justicia y la rabia por la ausencia de ésta, pero existen personas
que fueron muy amadas por Víctor y él no habría querido que las dañaran, no
podemos exponernos”, puntualiza el familiar.
“Hoy
todos identifican a Veracruz como la ciudad de la muerte, pero no debemos
olvidar que todo el país padece homicidios, se le debe dar la misma importancia
y la misma preocupación, porque mientras en otros países mueres porque te tocó
estar en el sitio donde explotó una bomba o en una manifestación donde te tocó
dos tres golpes, en México si eres periodista puedes aparecer a la mañana
siguiente en pedazos y esparcidos por una plaza”, afirma Kiara.
Una
historia puede ser narrada desde mil ángulos diferentes y ser, en esencia, la
misma. Cada pluma es capaz de reconstruir los hechos y valorar determinados
detalles de la misma. Se elija como se elija narrar la muerte de un periodista,
se sabe que lo sucedido permanece sobre una capa de impunidad que prevalece en
cada muerte en este país.