Con mérito o no, gobernador de Veracruz es uno de los malos favoritos de los medios de comunicación y de las ONG´s de todo tipo
por Juan Bustillos el
Hace
tiempo que, con mérito o no, Javier Duarte es uno de los malos favoritos de los
medios de comunicación y de las ONG´s de todo tipo, en especial porque la
violencia en el estado de Veracruz se ha cebado en periodistas. La última
muerte de uno ocurrió en un bar de Orizaba cuando convivía, la madrugada de
ayer, con jefes del grupo de Los Zetas.
Antes, al gobernador
veracruzano le llovió sobre mojado a causa del homicidio múltiple en un
departamento de la Colonia Narvarte, en la capital de la República, en el que
una de las víctimas fue un fotorreportero paisano suyo que se habría exiliado
de la entidad a causa de amenazas que lo hicieron temer por su integridad.
Lo repudiable en cualquier
lamentable evento de este tipo es el oportunismo de quien sea; por ejemplo, la
ejecución del reportero en la Narvarte dio al jefe de Gobierno de la Ciudad de
México, Miguel Mancera, la oportunidad de dictar disposiciones para proteger a
periodistas, como si nuestro oficio nos otorgara una condición especial sobre
el resto de la ciudadanía.
Se agradece su
preocupación por los periodistas, pero es a todos los chilangos a quienes debe
cuidar; para eso fue electo.
Nada hay nada, por el
momento, que relacione al gobernador Duarte con la muerte de Rubén Espinosa, si
acaso el audio de un encuentro del gobernador con periodistas en el que les
advirtió que algunos andaban en malos pasos.
La madrugada de ayer fue
asesinado un periodista en Orizaba; Juan Heriberto Santos Cabrera, que había
sido corresponsal de una televisora capitalina, repartía dinero de los “Zetas”
a colegas que cubrían la nota policiaca en la región, según reveló a Radio
Fórmula José Abella, director del periódico “El Buen Tono”, en el que
trabajaban 2 reporteros que se encontraban en el mismo bar a la hora de la
ejecución y resultaron ilesos.
Abella no se anda por las
ramas. Conforme a su versión, Santos Cabrera no cayó en fuego cruzado, sino que
los ejecutores fueron sobre él y sus compañeros de convivio, Los Zetas.
Hasta hoy, nada relaciona
a Duarte con esta ejecución, sin embargo hay una pregunta sin respuesta. Si el
gobernador sabía y sabe (y supongo que su fiscal general, Luis Ángel Bravo
Contreras, también) que algunos periodistas veracruzanos andaban o andan en
malos pasos, ¿por qué sólo advertirles cuando lo rutinario sería proceder como
corresponde?
Se puede preguntar de otra
manera: ¿Sabían el gobernador y su fiscal general que Juan Heriberto Santos
Cabrera andaba en malos pasos? ¿Si estaba en la lista que él conocía o conoce,
por qué no procedió en su contra? Al parecer, según el director de El Buen
Tono, era el contacto de Los Zetas con reporteros policiacos.
Debe saber el gobernador
que también se es culpable por omisión.
El hubiera no existe, pero
si Duarte hubiese procedido como era su obligación, quizás Santos Cabrera
estaría preso, pero vivo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario