POR PATRICIA DÁVILA , 7 JUNIO, 2017
Los índices delictivos del Estado de México
mostraron un crecimiento sostenido en los sexenios de Enrique Peña Nieto y
Eruviel Ávila. Todos los cárteles del narcotráfico quieren un trozo de ese
territorio donde la autoridad es omisa o cómplice. Y si bien millones de
mexiquenses son víctimas del crimen y el miedo, la violencia expansiva ha
matado con particular saña a las mujeres.
CIUDAD DE
MÉXICO (Proceso).- A la sombra del PRI, el Estado de México se convirtió en un
campo de batalla de siete organizaciones delictivas; en sus 125 municipios
impera la ley del narco y es la entidad más violenta, pues tiene las cifras más
altas de todos los delitos.
Los
mexiquenses viven con miedo, sometidos a extorsiones, secuestros y asesinatos
ante la falta de acciones eficaces de las autoridades para contener a las
bandas armadas e incluso la participación de policías en ellas.
Según el
Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP), a la
par que se incrementaron alarmantemente las ejecuciones, se dispararon las
agresiones contra las mujeres: se registra cerca de un feminicidio y tres
desapariciones por día.
Las mismas
cifras oficiales indican que en lo que va de 2017 se acumularon en las carpetas
de investigación y averiguaciones previas del Estado de México 324 de las 1941
extorsiones reportadas en el país, así como 64 de los 455 secuestros
denunciados y 753 de las 8 mil 705 víctimas de homicidio doloso.
En mayo de
2010, cuando Enrique Peña Nieto era gobernador, admitió que algunos de los
capos más poderosos del crimen organizado operaban en su terruño: “No han
dejado de estar, creo que han estado ahí tiempo atrás”, dijo a los reporteros.
Trató de
justificarse: “Aquí hay un gran mercado que grupos se están disputando y por
otro lado la metropolización del Estado de México con el Distrito Federal hace
para muchas cabezas de estos grupos su lugar de residencia y asiento, ante la
posibilidad de pasar de manera inadvertida y casi anónima su presencia”. De
cualquier manera, el actual presidente de la República no contuvo el problema.
En aquel
tiempo las autoridades tenían conocimiento de que cinco cárteles (Los Zetas, La
Familia Michoacana, Los Pelones –entonces brazo armado del Cártel de Sinaloa–,
el Cártel del Pacífico Sur y Los Beltrán Leyva) ya se habían apoderado de una
tercera parte de los 125 municipios.
En la versión
oficial, las disputas entre esas bandas estallaron en marzo de 2011, cuando en
municipios michoacanos aparecieron mantas en las que Los Caballeros Templarios
anunciaba su separación de la Familia Michoacana y el inicio de su lucha por
las plazas de Michoacán, Guerrero y el Estado de México.
El 3 de marzo
de 2013 Proceso publicó el reportaje “¡Esto ya no es vida!”, donde José Gil
Olmos narró: “El Estado de México comparte con el Distrito Federal cientos de
kilómetros como frontera. La línea limítrofe se pierde en calles, unidades
habitacionales, ríos y solares llenos de basura. En esa franja viven
aproximadamente 6 millones de personas”.
Ese año las
estadísticas oficiales confirmaban el crecimiento de la violencia: de 2008 a
2013 las autoridades mexiquenses registraron 2 mil 221 ejecuciones en el
estado. El año más violento había sido 2012, con 523 de esos crímenes, la
mayoría de ellos en el oriente, sobre todo en Ecatepec.
Para entonces
ya operaban siete cárteles de la droga en la mitad del estado, de acuerdo con
el mapa del crimen organizado en territorio mexiquense. La Familia Michoacana
(presente en 54 municipios), Los Caballeros Templarios y Guerreros Unidos eran
los principales, pero no era desdeñable la actividad del Cártel de Jalisco
Nueva Generación (CJNG), el Cártel de Sinaloa, los Beltrán Leyva y Los Zetas.
Los
municipios disputados –y los más violentos– eran Nezahualcóyotl, Ecatepec,
Chimalhuacán, Chicoloapan, Texcoco, Amecameca, Chalco, Coacalco, Ixtapaluca,
Huixquilucan, Naucalpan, Cuautitlán, Zumpango, Zinacantepec, Atlacomulco y Valle
de Bravo.
Además, Los
caballeros Templarios y Los Zetas trataban de conquistar el sur de la entidad,
donde están Luvianos, Tejupilco, Anatepec, Tlatlaya y Tonatico, que colindan
con Michoacán y Jalisco, en la llamada “tierra caliente”.
Para agosto
de ese año Salvador Neme Sastré, entonces secretario de Seguridad Ciudadana,
reconoció que La Familia Michoacana, Los Caballeros Templarios, el CJNG y Los
Zetas estaban diezmando la entidad.
No tardó en
surgir La Empresa, un nuevo cártel.
Su presencia
se conoció en diciembre de 2014, a raíz de la muerte de Bulmaro Salazar Blas,
El Negro. Junto a su cadáver, las autoridades encontraron una cartulina firmada
por La Empresa.
El Negro
encabezaba La Familia Michoacana y estaba en la lista de los criminales más
buscados en el Estado de México y meses atrás la entonces procuraduría estatal
había ofrecido una recompensa de 300 mil pesos a quien aportara datos que
llevaran a su detención.
La Comisión
Estatal de Seguridad Ciudadana tenía conocimiento de que la descomposición de
los grupos de la delincuencia organizada generaba el surgimiento de otras
nuevas en la entidad, pues si bien La Familia Michoacana controlaba el 74% del
territorio, La Empresa ya dominaba el 7% y Guerreros Unidos el 6%.
El gobierno
local también tenía documentada la formación de nuevas células delictivas como
el Cártel del Estado y la Nueva Empresa; el primero con presencia en 9% de la
entidad y la segunda en 4%. La suma de estos porcentajes indica que dichas
organizaciones ya imponían su ley en todo el territorio mexiquense.
Aún más, a
esos poderosos grupos se agregan otras 113 bandas menores que también se
dedican al robo, la extorsión, secuestros, venta y distribución de todo tipo de
droga.
Criminalidad expansiva
Uno de los
cárteles que crecieron desmesuradamente durante el actual gobierno de Eruviel
Ávila Villegas fue el CJNG. De acuerdo con el Departamento del Tesoro de
Estados Unidos, en 2014 esa organización encabezada por Nemesio Oseguera
Cervantes, El Mencho, ya se había apoderado de gran parte del estado.
Ecatepec,
Naucalpan, Nezahualcóyotl y Cuautitlán Izcalli eran sus campos de batalla y a
diario se registraban enfrentamientos por ajustes de cuentas, ya que también el
Cártel de Sinaloa pretendía consolidarse.
Ese año se
dio a conocer que el Cártel del Golfo ya se había asentado en dos municipios
mexiquenses.
De acuerdo
con Víctor Manuel Sánchez Valdés, colaborador de la organización civil Causa en
Común y especialista en seguridad pública, en muchos casos la operación de
estas organizaciones criminales es concurrente.
Explica que
en 54 de los 125 municipios de la entidad se registra la presencia de más de un
grupo criminal y en 18 de ellos coinciden tres o más organizaciones. Los casos
más extremos se encuentran en Cuautitlán, Ecatepec, Nezahualcóyotl y Metepec,
donde operan al menos cinco organizaciones; también en los municipios de
Cuautitlán Izcalli, Toluca y Huixquilucan, en donde se han llegado a
identificar hasta seis grupos criminales. Pero Naucalpan bate el récord, con
siete cárteles.
Según Sánchez
Valdés, las confrontaciones armadas ya no son entre dos organizaciones
delictivas sino entre varias, por lo que es difícil que esas verdaderas
“guerras regionales” se resuelvan en corto plazo. Advierte que si los gobiernos
estatal y federal no combaten a fondo el problema, la violencia puede
extenderse y deteriorar aún más la calidad de vida de millones de mexiquenses.
Para el
investigador, en este último escenario varias delegaciones de la Ciudad de
México pueden ser alcanzados por la oleada criminal, ya que se detectó la
presencia de los cárteles en 13 de los 15 municipios mexiquenses conurbados con
la capital del país.
“La
intervención en el Estado de México no se debe limitar al envío de más fuerzas
federales, eso es sólo parte de la solución. También se requiere una depuración
profunda de los cuerpos policiacos, que en muchos casos se encuentran al
servicio de las organizaciones criminales”, señala.
De acuerdo
con el SESNSP, hasta noviembre de 2016 se habían cometido en el Estado de
México 199 mil 167 de un millón 431 mil 45 ilícitos reportados ese año en todo
el país.
En esos 11
meses del año pasado, el número de delitos se incrementó 0.51% en relación con
el mismo periodo de 2015. Los meses más violentos fueron octubre, con 23 mil
475 ilícitos cometidos en la entidad, seguido de septiembre, con 22 mil 883; noviembre,
con 21 mil 790; y agosto con 20 mil 979.
Odio desatado
En las cifras
del SESNSP no se lleva el registro de dos delitos de suma gravedad: la trata de
personas y el feminicidio, que tristemente encabeza también el Estado de
México.
De hecho,
este último delito prolifera más en el estado que gobierna Eruviel Ávila que en
Ciudad Juárez, Chihuahua, conocida a nivel mundial por el fenómeno social de
“las muertas de Juárez”, un gran número de mujeres asesinadas o desaparecidas.
A causa de la
fuerte presión social, el Estado de México fue la primera entidad donde se
declaró la alerta de género a causa de la violencia asesina contra las mujeres.
Tras una
lucha jurídica de cinco años y medio que libraron la Comisión Mexicana de
Defensa y Promoción de los Derechos Humanos (CMDPDH) y el Observatorio
Ciudadano Nacional del Feminicidio (OCNF), en julio de 2015 un juez obligó a la
Secretaría de Gobernación a poner en marcha la Alerta de Violencia de Género
contra las Mujeres (AVGM) en la entidad.
De nada
valió… Los feminicidios se multiplicaron.
El 30 de
septiembre de 2016 el procurador mexiquense Alejandro Gómez Sánchez expuso que
del 1 de enero al 23 de septiembre de ese año la dependencia abrió 56 carpetas
de investigación y calificó 176 delitos como feminicidios. Es decir, explica
María de la Luz Estrada Mendoza, coordinadora de Género del OCNF, casi se
registró uno de esos crímenes cada día.
Pese a la
activación de la alerta, el año pasado se cometieron nueve asesinatos de
mujeres más que en el mismo periodo de 2015. Además, en 2016 desaparecieron
cerca de mil mujeres, casi tres por día.
Antes, cuando
solicitaron la activación de la Alerta de Género, las organizaciones civiles
argumentaron que de 2005 a 2010, el periodo de Peña Nieto como gobernador, se
registraron mil tres feminicidios, en 60% de los cuales los asesinos
desplegaron un alto grado de violencia.
Los casos de
feminicidio se concentraron casi en los mismos municipios que la actividad de
los cárteles del narco: Ecatepec, Nezahualcóyotl, Tlalnepantla, Toluca,
Chimalhuacán, Naucalpan y Cuautitlán Izcalli, que también aparecen en los
primeros lugares en denuncias por violación sexual, pues acumulan 62.6% de las
4 mil 773 registradas durante año y medio en la entidad.
De los mil
tres feminicidios registrados de 2005 a 2010, cuando las organizaciones civiles
solicitaron la AVGM, en 522 casos se desconocía al responsable y el móvil del
crimen, por lo cual la autoridad argumentó “falta de elementos para perseguir a
los culpables y desconocimiento de la identidad de muchas víctimas”.
En 2011 se
registraron 282 asesinatos de mujeres en territorio mexiquense y aumentaron
cada año hasta llegar a 396 en 2015; es decir que entre 2010, cuando se
solicitó la activación de la AVGM, y 2016, se documentaron más de 3 mil 500
feminicidios.
En 2011
también se reportaron 569 desapariciones de mujeres; 62% de ellas tenían entre
10 y 20 años.
En lo que va
de 2017, año electoral, no se han dado a conocer datos oficiales sobre estos
delitos.
Este reportaje se publicó en la edición 2118 de la
revista Proceso del 4 de junio de 2017