Cuando en la antigua Roma se acuño la frase Panem et
circenses, se reconocía una nueva forma de hacer política. Estos se ofrecían al
pueblo a cambio de obediencia. La entrada a los espectáculos y el fácil acceso
a los alimentos más que un esparcimiento eran un derecho ciudadano.
Siglos después, las
telenovelas mexicanas, vistas en todo el mundo son casi, el pan de los
mexicanos. No se cobra por la transmisión, ya que es gratuita, dentro y fuera
de la televisión, porque lo que sucede en el país hoy día no dista mucho de una
telenovela.
Ver
telenovelas en nuestro país es sinónimo de ignorancia, y tristemente un gran
porcentaje de la ciudadanía las ve.
Les ilusiona llegar
a su casa a verlas e incluso en ocasiones, se vuelven temas centrales en sus
vidas.
Las
telenovelas mexicanas atontan, adormecen y crean estereotipos que provocan
vagas esperanzas, detallo
Se viven vidas a
través de los guiones pobres y trágicos que lo único que aportan a la vida de
quien las ve es ilusión fatua de volverse millonaria al casarse con el hombre
perfecto o de volverse patrón de la noche a la mañana.
Las
telenovelas legitiman comportamientos pobres y violentos, racistas. Todos nos
equivocamos, ciertamente las consecuencias de los errores son las que nos hacen
crecer y ser mejores, es la única forma de hacerlo.
Y en México, hoy,
la primera dama no es solo la actriz que caracterizó a "La Gaviota"
en una de las telenovelas con mayor rating en la historia de la televisión
Mexicana, con miles de seguidores que suponemos han de haber sido de ayuda a la
hora de que el entonces Gobernador del Estado de México se decidiera a
cortejarla, sino protagonista de una de estas historias muy a la
mexicana.
Grabada agrediendo
verbalmente a la querida de su marido, quien estuviese a su lado desde que
estuviese casado con su primera esposa, encabeza un drama de corrupción que, en
cualquier otro país, estaría siendo ya minuciosamente analizado, debido a la
gravedad del asunto. Aquí no es importante el comportamiento íntimo del
presidente, sino la corrupción.
La empresa
televisora para la que trabajaba la esposa del presidente, le cedió una casa en
una o de las mejores zonas de la ciudad, cuatro meses después de su renuncia y
17 días después de efectuar su boda con el candidato a la presidencia.
Esto,
definitivamente, es problema entre la televisora y la pareja presidencial. No
suena ni lógico ni honesto, pero es un acuerdo entre ellos. Lo que está en tela
de juicio es que la esposa del presidente, para ampliar la casa en cuestión,
adquiriera la casa aledaña, que está a nombre del principal contratista en el
gobierno del de su marido cuando estuviera al frente del Estado de
México.
TATIANA CLOUTHIER