“La participación
de las mujeres en la Independencia de México no se limitó a esperar en sus
casas el final del conflicto, el regreso de sus esposos o a la realización de
labores domésticas en los campamentos. Las mujeres también fueron responsables
de mantener en pie a sus familias y comunidades. Sin ellas, el triunfo de la
Independencia mexicana no hubiera sido posible”, sostiene Laura Martínez,
colaboradora de Espacio Méx desde Barcelona.
Los únicos dos nombres femeninos
que se nos vienen a la cabeza al recordar la gesta heroica del 15 de
septiembre, generalmente son los de “La Corregidora” Josefa Ortiz de Domínguez y doña Leona Vicario. Sin embargo, miles de mujeres
participaron en el movimiento según el medio social en el que se movían y bajo
distintos pero fundamentales papeles. El papel que han desempeñado las mujeres
se ha ubicado por lo general en un rol secundario en el curso de la historia.
Miles de mujeres
valientes, pero desconocidas
De acuerdo con el proyecto de investigación de la
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), Mujeres de Latinoamérica en Cifras, la participación de
la población femenina del país en la lucha comenzada en 1810 por el cura Miguel
Hidalgo, se encuentra minimizada. Según el documento, la participación de las
mujeres en la Independencia de México no sólo se limitó a la espera del término
del conflicto, del regreso de sus esposos o a la realización de labores
domésticas en los campamentos. Fue mucho más allá porque fueron responsables de
mantener en pie a sus familias y comunidades. A decir de diversos
historiadores, sin la participación de las mujeres en estos ámbitos, el triunfo
de la Independencia mexicana no hubiera sido posible.
Nombres que no
debemos olvidar
Entre
muchas mujeres que debemos mantener en nuestra memoria, destacan:
Gertrudis Bocanegra, una de las principales
conspiradoras de la guerra de Independencia. Sirvió como correo de los
insurgentes en la región de Pátzcuaro y Tacámbaro. Fue muy hábil al armar una
red de comunicación entre las principales sedes de la rebelión independentista.
En la etapa de resistencia de la guerrilla insurgente, Gertrudis fue enviada a
Pátzcuaro con el fin de ayudar a la toma de la ciudad por parte de los
rebeldes. Pero fue descubierta y hecha prisionera por el ejército real.
Sometida a tortura para que delatara a otros participantes de la guerrilla,
Bocanegra se negó siempre a dar información a los españoles. Finalmente fue
enjuiciada y encontrada culpable de traición. Fue sentenciada a muerte y
fusilada, el 11 de octubre de 1817, en la plaza de San Agustín en la misma
villa de Pátzcuaro.
Altagracia Mercado, «Heroína de Huichapan»
(Hidalgo), de su propio dinero armó un pequeño ejército en cuanto se enteró de
la lucha por la libertad. Se puso a la cabeza y dio la pelea a los realistas.
En un encuentro desafortunado perdió el combate y cuando se dio cuenta sólo
ella quedaba en pie. Sin demostrar temor, con la valentía que la caracterizaba,
siguió peleando hasta que la capturó el enemigo. La costumbre entonces era no
tomar prisioneros sino fusilarlos. Pero su valor despertó tanta admiración a
los jefes españoles que, cuenta la leyenda, el coronel español a cargo de las
tropas la dejó en libertad argumentando que: “Mujeres como ella no deben
morir”.
Mariana
Rodríguez del Toro,
principal organizadora de la conspiración de abril de 1811, un complot en la
ciudad de México para promover la independencia del país. Casada con un español
realista, Manuel Lazarín, ambos simpatizaban con los rebeldes. En su mansión se
llevaban a cabo tertulias políticas para dejar de depender de la corona
española.
Con
valentía y arrojo, María Soto la Marina ayudó
a las tropas del general Francisco Javier Mina. Las huestes de los realistas se
enfrentaron con los insurgentes cerca del río que hoy lleva el nombre de la
heroína, pero el general Mina no contó con un enemigo quizá más poderoso: la
sed. Los españoles se habían apoderado estratégicamente del río y era imposible
romper el cerco para llegar hasta el agua. Al darse cuenta, María salió de la retaguardia,
tomó dos cántaros y sin importar las balas enemigas comenzó a acarrear agua
para que tomaran los soldados insurgentes. Una y otra vez atravesó las líneas
enemigas sin importar su seguridad, hasta que todos pudieron calmar su sed sin
que sufriera ningún daño.
Luisa Martínez, esposa de un
guerrillero apodado El Jaranero. Estuvo
junto a su marido peleando hasta que, en Erongarícuaro (Michoacán), perdieron
la batalla y junto con los hombres fue hecha prisionera. En el cementerio del
pueblo los fusilaron. Cuando le tocó su turno gritó con todas sus fuerzas: “Como mexicana
tengo el derecho de defender a mi patria”. Acto seguido se desplomó abatida por
las balas.
María Ignacia Rodríguez de Velasco, mejor conocida como la Güera
Rodríguez, impulsó la consumación de la Independencia. Fue una criolla que
figuró en la sociedad colonial mexicana por su belleza y riqueza, además de
brindar su apoyo a la Independencia de México. Personaje emblemático al
mantener una relación amorosa con Agustín de Iturbide e impulsarlo a que
llevara a cabo y completara, la “libertad mexicana”. Asimismo,
mantuvo una relación con Simón Bolívar y Alexander von Humboldt.
Miles de mujeres, célebres y anónimas, lucharon
juntas por un mismo deseo: ver a su patria libre. Todas sufrieron el flagelo de
la guerra y muchas de ellas fueron fusiladas sin tener un juicio justo. Así,
quedan para la historia los nombres de Mariana Anaya, Petra Arellano, Francisca
Torres, Antonia Ochoa, María Dolores Basurto y su hija Margarita, Carmen
Camacho, María de Jesús Iturbide, María Antonia García, María Andrea “la
Campanera”, Juana Villaseñor, Josefa Sixtos, Antonia Piña y muchas más que
ofrendaron su vida por la patria. Algún día se les hará justicia.
Imágenes repreentativas de Leonor
Vicario y Josefa Ortiz de Domínguez: Flickr (licencias
Comerciales y Creative Commons)