10/04/2020
Uso de Razón
Mientras el presidente Trump aumentó el presupuesto militar de manera
escalofriante (Obama no lo hizo), un virus que pudo atenuarse ha matado en
Nueva York a setenta por ciento más personas de las que murieron en el ataque
terrorista a las Torres Gemelas.
En los atentados de 2001 fallecieron tres mil 016 personas, y ayer por
la tarde la "gran manzana" contabilizaba alrededor de cinco mil
defunciones por el Covid-19.
La estupidez humana está a la vista y acompaña a los cadáveres que no
encuentran reposo porque ya no hay sitio en los cementerios.
En 2019 Trump aumentó al gasto militar en 4.9 por ciento más que en
2018, en términos reales. Puesto en cifras, la suma dedicada a armas ascendió a
649 mil millones de dólares, que equivale al 36 por ciento del gasto militar
mundial. Y para este año el presupuesto militar tocó los 738 mil millones de
dólares.
Chelsea Clinton, profesora de salud pública de la Universidad de
Columbia, y Devi Sridhar, de la Universidad de Edimburgo, publicaron en marzo
un artículo en el que señalan que Donald Trump planteó en su proyecto
presupuestal para 2021 un recorte de tres mil millones de dólares a los fondos
de respuesta y preparación global, disolvió la Unidad Sanitaria Global y quitó
a Timothy Ziemer del Consejo Nacional de Seguridad, quien es un experto en
seguridad sanitaria mundial.
Trump desmanteló la infraestructura creada por Obama para garantizar que
los brotes (como el ébola o el zica) no se conviertan en pandemia.
La novelista estadounidense Hustvedt (premio Princesa de Asturias de
Literatura), contagiada de coronavirus y recluida en Nueva York, escribió el
sábado anterior en El País que para reducir gastos de gobierno, Donald Trump,
disolvió en 2018 el equipo encargado de respuesta a pandemias. También ha
despedido a científicos y diplomáticos experimentados en el tema, y "se ha
rodeado de aduladores incompetentes y serviles.
Expone, con azoro, que la sociedad estadounidense ha desarrollado
tolerancia masiva a las bufonadas... y a la arrogancia machista".
Cuando sonaban las voces de alarma de la Organización Mundial de la
Salud, Trump inventó que el coronavirus se va a debilitar por el calor.
El resultado del desdén de Trump por la ciencia y disminuir los
presupuestos de salud le han traído una mortandad sin precedentes en Nueva
York, y tan sólo en las últimas dos semanas de marzo 10 millones de
estadounidenses se fueron al desempleo (el seis por ciento de toda la fuerza
laboral de ese país).
Es decir, en dos años Estados Unidos ha gastado billones de dólares en
armamento que no ha usado y tendrá que reciclar con otro de más reciente
generación. Y a la salud le recortó presupuesto justo en los flancos por donde
entró y se expandió otro enemigo, el coronavirus, que le ha matado más gente
que en cualquier hecho bélico en las últimas décadas.
Aquí en México el gobierno también se negó a reconocer la gravedad del
Covid-19, que ya estaba en territorio nacional, y en un mitin en Guerrero el
presidente dijo que "las pandemias no nos van a hacer nada".
Igual que Trump, en 2019 recortó los presupuestos en salud y se refirió
a los científicos del ramo como "una elite dorada" a la que bajó
sueldos.
Poco antes, el 28 de febrero, dijo que el coronavirus "no es algo
terrible, fatal, ni siquiera equivale a la influenza".
Ahora nos dice el gobierno que la cifra real de contagiados podría ser
de 26 mil personas y la curva va en aumento.
Perdimos casi un mes y medio con bravuconadas y chistes, tiempo que
debió emplearse en prevención, y el coronavirus ha hincado sus garras en
México, con un pronóstico reservado en muertes, desempleo y cierre de empresas.
Estados Unidos y México son el mejor –y doliente– ejemplo de que el
populismo es irracional en todo lo que toca. Gasta donde no debe hacerlo y
ahorra en lo que es un crimen hacerlo.
Tal vez los ciudadanos, mexicanos y estadounidenses, aprendamos la
lección a un elevadísimo costo y a la hora de votar decidamos, en lo sucesivo,
entre candidatos sensatos e insensatos.