Yucatán MÉRIDA, Yuc., 01 de junio de 2020.- Lo único que
generará el Tren Maya es un nuevo orden de control de los bienes naturales y
del territorio de las comunidades indígenas, pues estas ahora serán manejadas
por las empresas relacionadas con este proyecto, señaló Sara Cuervo,
coordinadora del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible.
En entrevista para Quadratín reiteró que este proyecto va más
allá de vías férreas y transporte, pues incluye un reordenamiento del
territorio para cambiar los usos de suelo y actividades que durante varios años
han desarrollado las comunidades indígenas. Sobre el inicio de las obras del
llamado mega proyecto que encabeza esta semana el presidente López Obrador,
Sara Cuervo explicó que es un acto indignante, no solo por el tema de la
emergencia sanitaria que atraviesa México, sino también por las inconformidades
que han planteado las comunidades indígenas.
“El venir y dar inicio a las obras es no querer oír, no
querer prestar atención a los actores sociales que están manifestándose contra
este proyecto” Aunado a esto, señaló la contaminación que generará en el anillo
de cenotes o manto acuifero de la Península que ya ha sido dañado con
anterioridad debido a otros proyectos como las granjas porcícolas. “A las
inversiones inmobiliarias, turísticas y agroindustriales se sumará la
construcción del Tren Maya, que filtrará mayor contaminación en estos cuerpos
subterráneos y es que al menos el 70 por ciento de los cenotes de la Península
están interconectados, lo que representará un daño grave a la población”.
Por lo anterior, el Consejo Civil Mexicano para la
Silvicultura Sostenible considera necesario activar el principio precautorio
medio ambiental, pues el gobierno no cuenta con un documento que dé la certeza
científica de los daños que esto generará en los bienes naturales o el medio
ambiente. Bajo ese argumento fue enviada la solicitud de medidas cautelares a
la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, ahora solo están en espera de
su resolución.
La familia de este niño apela al corazón altruista de los veracruzanos debido a que en la oficina de Cuitláhuac García nunca respondieron, menos diputados locales, senadores y demás... ¡ayudemos!
Xalapa, Ver.- El niño Rafael, originario del
municipio de Jilotepec, con edad de seis años necesita tres ampolletas de
Gemtuzumab con un valor en el mercado cada una de 446 mil pesos, para
poder salvar su vida, debido a la leucemia mieloide aguda que padece desde hace
dos años.
El campesino, Rafael Marcelo Juárez y su esposa pidieron la ayuda al gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, a los diputados locales y federales, así como a los senadores, para que les ayuden con la compra de las tres ampolletas, que asciende a un millón y medio de pesos, porque ellos carecen de recursos para salvarle la vida a su hijo.
El menor de edad ingresó al Centro Estatal de Cancerología (Cecan) “Dr. Miguel Dorantes Meza” desde el 2018, cuando un médico pediatra les informó que la palidez de la piel del niño, el estomago abultado y la pérdida del apetito se debía a que posiblemente tenía leucemia.
El padre de familia informó que el director del Cecan, Jorge Ortiz; la subdirectora, Elízabeth Morales; y el encargado del Laboratorio de Análisis Clínicos, Javier Anadrade han mostrado disposición y han apoyado a la familia con los trámites para que el menor de edad pueda ser candidato a un trasplante de médula ósea en el hospital de Queretaro.
“Me dijeron que era imposible que le dieran a mi hijo el medicamento, porque está fuera del cuadro de medicamentos del Seguro Catastróficos. Este medicamento es el único que puede ayudarle con la leucemia mieloide aguda que tiene mi hijo, y así pueda ser candidato a trasplante de médula” indicó el padre de familia.
Rafael requiere el medicamento para poder llegar con vida a sus siete años de edad, debido a que su cumpleaños será el próximo 07 de junio del presente año.
Explicó que llevo oficios de solicitud de apoyo a la oficina del gobernador de Veracruz, a la oficina del secretario de Salud, y a la Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), pero ninguna autoridad le ha respondido.
“Mi hijo estuvo internado todo el año 2019 en el Cecan. Ya ahorita le dijeron los médicos a mi hijo, ya le explicaron, que tiene dos opciones, venirse a la casa a estar bien unos días, después cerrar sus ojitos, o la otra es ponerse un medicamento que le va a doler y seguir viviendo. Mi hijo no respondió, dijo que le preguntaría a su papá Dios”.
El padre de familia aseveró que Rafael es su único hijo, y está dispuesto a seguir luchando por la vida del menor, por lo que hizo un llamado a la sociedad a fin de que pudieran cooperar o darle alguna ayuda, y si gustan llamarle su número de teléfono celular 2283118020.
El grupo de hacktivistas revelaron documentos en
donde se acusa al presidente de Estados Unidos de violar a una menor.
Pareciera como si se hubiera abierto
la caja de Pandora. Tras la muerte del afroestadounidense George Floyd a manos
del policía del Departamento de Minneapolis, Derek Chauvin, las protestas no se
han hecho esperar y ha sido tal el impacto, que los hacktivistas de Anonymous
se hicieron presentes en los últimos días con revelaciones que a muchos han
sorprendido.
Una de estas revelaciones radica en
una demanda en contra del presidente Donald Trump por violación a una menor de
14 años, documento que fue publicado por los hackers que continúan con las
amenazas en contra del líder republicano, a quien también se le relaciona con
la red de pederastia del fallecido multimillonario Jeffrey Epstein.
Jane Doe, el seudónimo de la
denunciante
Como parte de las protestas por el
abuso de poder ejercido en contra de George Floyd, Anonymous no sólo amenazó al
Departamento Policial de Minneapolis con revelar documentos en donde se
demostraba que esta no era la primera vez que se actuaba de manera racista en
contra de la población de la demarcación, sino también amenazó al gobierno de
Donald Trump con dar a conocer las demandas que el presidente estadounidense ha
recibido no sólo por pedofilia sino también por violación.
Y la amenaza se cumplió. En un
documento revelado por Anonymous, se muestra una demanda realizada en contra de
Donald Trump y Jeffrey Epstein. La denuncia la hace Jane Doe, quien procede
bajo un seudónimo por ser menor de edad. En el documento quedaron asentadas las
acusaciones en contra de ambos personajes por acciones como violación, conducta
sexual incorrecta, actos sexuales penales, abusos sexuales, entre otras.
Un segundo testimonio firmado también
bajo seudónimo con el nombre de Tiffany Doe, revela cómo es que ella, cuando
trabajaba como reclutadora de menores para la red de pederastia de Jeffrey
Epstein, invitó a la menor a una de las fiestas realizadas por el millonario.
Ahí fue testigo de cómo fue obligada a realizar varios actos sexuales con
Donald Trump.
A la par de estas denuncias que se
presentaron contra Donald Trump, volvieron a salir a la luz las polémicas
declaraciones que ha hecho el presidente de Estados Unidos, en relación a su
hija Ivanka. "Si Ivanka no fuera mi hija, hubiera salido con ella",
indicó en el programa estadounidense The View.
La relación que tienen Ivanka y
Donald Trump siempre se ha visto empañada por las actitudes que ambos tienen en
público, lo que supone, como lo refirió alguna vez la activista y actriz Rosie
O'Donell. "Hay una sensación de incesto espeluznante que prevalece mucho
entre Donald Trump y sus hijos, o al menos con su hija. Muy espeluznante",
declaró O'Donell en alguna ocasión.
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¡La lucha de clases es el camino para derribar a Trump!
El pasado lunes 25 de mayo, un trabajador negro de 46 años, George Floyd, fue asesinado cruelmente a manos de un policía en la ciudad de Minneapolis. En el vídeo de su arresto se puede ver como el agente Derek Chauvin presiona con la rodilla el cuello del trabajador afroamericano –una práctica prohibida en gran parte del país, pero no en el estado de Minnesota–, mientras lo inmoviliza en el suelo durante cerca de nueve minutos a pesar de que éste suplicaba que no podía respirar. Tres policías más contemplaban impasibles el crimen. Floyd murió horas más tarde en el hospital y su asesinato se ha convertido en la gota que colma el vaso: un levantamiento social, con elementos típicos de una insurrección, ha prendido en más de 25 grandes ciudades del país poniendo al Gobierno de Trump contra las cuerdas.
El movimiento se extiende por todo EEUU
Este nuevo episodio de violencia policial racista —que suma un nombre más a la interminable lista de jóvenes y trabajadores afroamericanos asesinados por una maquinaria criminal amparada por los poderes del Estado— ha provocado algo que la clase dominante estadounidense teme desde hace mucho tiempo: la confluencia en un mismo movimiento de todas las contradicciones incubadas en la sociedad desde hace tiempo.
Un desempleo masivo de la mano de una crisis económica salvaje, se combina con la ausencia de servicios sociales básicos y de una sanidad pública que proteja la vida de la población; una élite empresarial que amasa fortunas obscenas, hunde en la pobreza y la exclusión social a decenas de millones de familias mientras los políticos de Washington aprueban planes de rescate para Wall Street. La pandemia del coronavirus solo ha destapado la olla podrida del capitalismo estadounidense: el país con más fallecidos (la cifra puede llegar a 200.000 en las próximas semanas) y con una brecha de clase que no para de crecer.
Bajo las consignas de ‘No justice, no peace’ o ‘Black Lives Matter’, las protestas comenzaron en Minneapolis el día después del asesinato de Floyd, donde miles de personas tomaron las calles pacíficamente y marcharon hacia el Departamento de Policía sosteniendo pancartas y exigiendo justicia. La policía respondió disparando gases lacrimógenos y balas de goma, pero la brutal represión, que se extendió en los días siguientes, no amedrentó a los manifestantes que se defendieron legítimamente.
Trump ordenó el despliegue de 550 efectivos de la Guardia Nacional en la ciudad. En el segundo día de choques un manifestante murió asesinado de un disparo policial en medio de cargas con gases lacrimógenos. La valentía, el arrojo y la determinación de las decenas de miles de jóvenes negros, blancos, asiáticos, de trabajadores y personas mayores se hizo visible para todo el mundo gracias a cientos de videos que circulan por las redes sociales. También la brutalidad policial, que a pesar de ser empleada a discreción y sin miramientos no evitó que una de las comisarías de la ciudad fuera incendiada, y que los efectivos policiales huyeran ante el avance de la población.
"Miles de personas tomaron las calles pacíficamente. La policía respondió con brutal represión que no amedrentó a los manifestantes que se defendieron legítimamente."
Estas imágenes nos recuerdan a los grandes acontecimientos revolucionarios de Santiago de Chile, de Bogotá, Quito o París en los meses pasados. Son los oprimidos en pie de guerra contra un sistema asesino que no tiene ningún espacio para ellos, salvo la represión, el asesinato y la explotación más despiadada. Contra este Talón de Hierro se ha levantado una nueva generación de luchadores y los capitalistas lo están percibiendo con claridad.
Como era de esperar, la clase dominante y los medios de comunicación a su servicio han iniciado una campaña de criminalización contra las movilizaciones, excusando a los asesinos de Floyd y a quienes les protegen desde la Casa Blanca. La prensa burguesa americana no ha dudado ni un segundo en tachar a los manifestantes de “saqueadores” y “criminales”. El presentador de Fox News —un fanático seguidor de Trump— afirmó: “Los disturbios son una forma de tiranía. Los fuertes y los violentos oprimen a los débiles y a los desarmados. Es opresión”. Todo esto después de que los cuerpos policiales de 17 ciudades hayan realizado más de 1.400 detenciones.
Lucha de clases en estado puro
Donald Trump se ha movido en este conflicto echando gasolina al fuego. El campeón de la incompetencia en la crisis sanitaria, de hacer de la sanidad un negocio lucrativo para las multinacionales, el plutócrata que ha abandonado a su pueblo para enriquecer a la oligarquía financiera y empresarial, no ha vacilado en lanzar un mensaje belicoso, llamando a comenzar los tiroteos lo antes posible y proponiendo la inmediata ilegalización de las organizaciones de izquierda y antifascistas que han participado activamente en las protestas.
Y es precisamente esta actitud provocadora y desafiante lo que ha hecho crecer masivamente las movilizaciones por todo el país. El látigo de la contrarrevolución ha espoleado la revolución. En menos de cuatro días, treinta ciudades como Miami, Nueva York, Los Ángeles, Filadelfia, Atlanta, Dallas, Washington y muchas otras se han llenado de decenas de miles de personas denunciando la brutalidad policial y cargando contra Trump y su Gobierno. La rabia se ha propagado como la pólvora.
Ni el toque de queda establecido en más de una decena de estas ciudades, gobernadas tanto por republicanos como por demócratas, ni el despliegue creciente de la Guardia Nacional —solo en Minnesota se han movilizado a 13.000 efectivos, el mayor despliegue de los últimos 160 años— han conseguido sofocar este impresionante levantamiento.
La solidaridad que este movimiento ha despertado entre la población, harta de tantas humillaciones y empobrecimiento, provoca sudores fríos a los capitalistas americanos. Un ejemplo significativo es la respuesta de los conductores de autobuses que se están negando a que la policía transporte a los manifestantes detenidos en sus buses. Así lo expresaba uno de ellos: “Como trabajador de tránsito y miembro del sindicato [ATU Local 1005], me niego a transportar a mi clase y a la juventud radicalizada a la cárcel. […] La protesta está completamente justificada y debe continuar hasta que se cumplan sus demandas”.
"Estas imágenes nos recuerdan a los grandes acontecimientos revolucionarios de Santiago de Chile, de Bogotá, Quito o París en los meses pasados."
El apoyo a las reivindicaciones y el grito que se ha colocado en el epicentro de la batalla, ‘I can’t breathe’ (No puedo respirar), se ha escuchado también en ciudades como Londres, París, Berlín o Auckland (Nueva Zelanda), donde el domingo pasado se celebraron marchas y concentraciones masivas contra el racismo y la brutalidad policial. El movimiento está adoptando una dimensión internacional inspiradora.
Las imágenes de esta lucha de clases han convivido con las escenas escalofriantes de los muertos y contagiados en plena pandemia por el coronavirus. La extensión de la enfermedad ha puesto en evidencia la precaria situación en la que vive la mayor parte de la clase trabajadora y juventud norteamericana y, en concreto, de la población negra, que representa el 13,4% los habitantes de Estados Unidos (327 millones de personas).
Según las cifras recopiladas por el Laboratorio de Investigación APM en 40 estados, los afroamericanos están muriendo a un ritmo casi tres veces superior al de los blancos. En los tres estados con mayor porcentaje de población negra –Mississippi, Luisiana y Georgia– el 70% de las muertes por COVID19 son negros. En Chicago representan el 73% de fallecidos, en Milwaukee el 81% y lo mismo sucede en la capital: el 77% de las muertes en el Condado de Columbia son afroamericanos.
No son casos excepcionales. Es la consecuencia de la ausencia de una asistencia sanitaria pública, de la segregación racial y económica de la población afroamericana en barrios marginales y pobres, de la lógica de un capitalismo senil que condena a la mayoría a la pobreza y la miseria. Según los datos de Poverty in The USA de 2016, la pobreza extrema afecta al 26,2% de la población negra y un 23,4% a la comunidad latina.
Un aparato del Estado racista al servicio del capital y la elite blanca
Esta explosión social en las calles de la primera potencia mundial está señalando directamente al racismo orgánico de las instituciones de la burguesía estadounidense. La opresión de raza está incrustada en el ADN de la policía, la judicatura y el Estado capitalista.
Donald Trump es la máxima expresión de este supremacismo racial blanco capitalista y extremadamente reaccionario. Su ‘Make America Great Again’ es una bandera que lleva inscrita el racismo y la xenofobia, y que no para de agitar entre su base social: desde la construcción del muro en la frontera con México y su autorización a disparar a los migrantes mexicanos, a sus insultos constantes contra los musulmanes o su defensa de los fascistas blancos que se manifestaron en defensa del Ku Klux Klan en 2017. Todo un historial.
Es indudable que el odio contra los trabajadores y jóvenes negros y latinos es un sello distintivo de Donald Trump, pero no es nada nuevo en la Casa Blanca. Fue bajo la era Obama cuando los casos de jóvenes y trabajadores negros asesinados a manos de policía se dispararon. El ex presidente dotó de equipamiento militar a los departamentos de policía de todo el país, una de las causas que explica el incremento de las muertes por violencia policial.
El racismo es, sobre todo, una cuestión de clase. El único delito de Eric Garner, Trayvon Martin, Mike Brown, George Floyd y de todos los asesinados por la actuación policial fue ser negros y de clase obrera. Las fuerzas de seguridad, sus leyes y su justicia están al servicio de los intereses de la clase dominante, los banqueros y empresarios que con puño de hierro golpean a las capas más pobres de la sociedad. La diferencia entre el trato dado a los manifestantes blancos pro-Trump, que con fusiles en la mano reclamaban el fin del confinamiento, y la brutalidad policial contra quienes hoy toman las calles es abismal.
Si el policía que asfixió a Floyd ha sido acusado de asesinato y homicidio impudente –y no sólo retirado de su puesto, como inicialmente se pretendía– ha sido gracias a la masiva movilización que se ha levantado en todo el país. Pero se trata solo de un gesto obligado por las circunstancias, y que intenta frenar la indignación creciente. La cuestión es que la lucha debe continuar, aumentar su extensión y también la claridad de sus objetivos, que no puede ser otra que la depuración completa de la policía de elementos reaccionarios, que deben ser expulsados y castigados ejemplarmente, lo que en muchos casos llevará a la disolución de estos cuerpos tal como hoy se conocen en muchos condados y ciudades, por su carácter corrupto y racista. Los departamentos de policía deben ser puestos bajo el control de las comunidades vecinales y las organizaciones de la clase obrera, empezando por los sindicatos, de los colectivos sociales y comunitarios, como Black Lives Matter y muchos otros, que están en primera línea de la lucha por los derechos democráticos y contra el racismo.
"Donald Trump se ha movido en este conflicto echando gasolina al fuego proponiendo la ilegalización de las organizaciones de izquierda y antifascistas."
Esta medida debe completarse con un programa por el aumento de los salarios a 15 dólares la hora; por la implantación inmediata de la sanidad y la educación pública, gratuita, universal y de calidad; la reforma integral de los barrios pobres dotándoles de viviendas dignas y los equipamientos sociales y culturales necesarios; de un transporte ecológico, gratuito y de calidad; y la aprobación de un subsidio de desempleo federal para todos los trabajadores y trabajadoras en paro de 2.000 dólares al mes hasta encontrar empleo.
Esta es la forma efectiva de luchar contra la catástrofe que se cierne sobre la clase obrera y la juventud norteamericana.
Por un partido de los trabajadores y la juventud ¡Ninguna confianza en el Partido Demócrata!
El aparato del Partido Demócrata ha vuelto a demostrar que es un pilar del sistema y que en sus raíces está la defensa de los intereses de la clase dominante. El candidato presidencial Joe Biden agradeció al alcalde de Minneapolis que alejara a los policías involucrados y ha pedido ¡que se abra una investigación! Parece ser que la filmación de la muerte de Floyd no son pruebas suficientes. Con su postura, Biden trata de ocultar sus responsabilidades en la opresión que sufren millones de negros pobres en Estados Unidos: bajo el gobierno Clinton en 1994 fue autor de la conocida “Crime Bill” que defendía la segregación en el transporte escolar.
Tras la renuncia de Bernie Sanders, el debate sobre la necesidad de crear un partido de la clase trabajadora y la juventud está más vivo que nunca. Si algo demostró el movimiento Bernie —que tuvo un apoyo masivo entre la juventud, y entre amplios sectores de la población negra y latina— es la inaplazable necesidad de los oprimidos y oprimidas por transformar su vida. Las condiciones de opresión y desigualdad que levantaron la ola pro-Sanders se endurecerán en los próximos meses y años.
El surgimiento de Black Lives Matter en 2016, que agrupó a decenas de miles de activistas en todo el país, fue el desarrollo más serio del movimiento de liberación negro desde los Black Panthers. De esta experiencia, y de muchas otras que han golpeado la conciencia de millones de personas en Estados Unidos y en todo el mundo, beben hoy las protestas contra el asesinato de Floyd.
Que en plena pandemia sanitaria miles y miles hayan salido a las calles demuestra la voluntad y la determinación de la juventud y muchos trabajadores blancos, de los trabajadores y jóvenes negros para que se haga justicia y acaben para siempre los asesinatos. Se trata de un movimiento unificado por encima de barreras raciales, y que se une por la pertenencia a una misma clase social: la clase obrera.
Todas las organizaciones de la izquierda combativa y de clase de EEUU deben mantener y engrandecer esta movilización, y dar pasos enérgicos para levantar un gran partido de la clase trabajadora y la juventud que rompa con el establishment demócrata, que rompa con la burguesía y sus políticas. Sanders ha renunciado lamentablemente a este objetivo y se ha plegado al aparato demócrata, como ha hecho Ocasio Cortez. Pero encadenarse a Biden no es la opción por la que hoy pelean decenas de miles en las calles.
Un partido de los trabajadores que no adopte ideas ni métodos sectarios, que trabaje con audacia en los movimientos sociales, en los grandes sindicatos defendiendo una política socialista genuina, que explique con claridad la necesidad de nacionalizar la banca y los grandes monopolios estadounidenses y planificar democráticamente la economía para rescatar a la gente y no a la plutocracia.
Hay que hacer un llamamiento al conjunto de la clase trabajadora y la juventud a participar en estas protestas, organizando nuevas manifestaciones coordinadas y masivas en las principales ciudades del país, y hay que dotarlas de este programa anticapitalista y revolucionario.
Sólo acabando con este sistema podrido podremos poner punto y final a la opresión de raza, de género y de clase. Para dar respuesta a todas estas aspiraciones, la clase trabajadora y la juventud estadounidense, que está demostrando una fuerza extraordinaria, necesita de sus propias herramientas: la construcción de un partido obrero en Estados Unidos es una necesidad inaplazable para enfrenar esta batalla y culminarla con éxito.
Queremos
informarles que en días pasados presentamos ante la Sala Superior del TEPJF dos impugnaciones:
Una de ellas es
contra la realización de las sesiones virtuales del Comité Ejecutivo Nacional
de Morena, ya que, a espaldas de la militancia, realizan sesiones secretas, no
difunden las convocatorias y las firma únicamente Ramírez Cuéllar, lo que es
ilegal.
Se conducen con
total desorden y desenfado y no sabemos cómo ni quiénes hacen las actas de los
acuerdos que ahí se toman.
En las sesiones
virtuales están presentes hasta 25 personas, entre ellas Bertha Luján Uranga y su sobrino,
Fernando Tiscareño Luján, quien ha asistido en su representación, de tal forma,
que personas ajenas participan en las reuniones virtuales del CEN, lo que
refleja el grado de deterioro interno.
Además de que no
sabemos cómo se contabiliza la votación, disfrazando los acuerdos como
“unánimes”, entre otras muchas irregularidades.
La Nomenclatura
facciosa que preside actualmente el CEN de Morena, no ha tenido la cortesía de
informar oficialmente cuántas sesiones se han hecho, qué avances tienen y qué
temas abordan.
De ese tamaño es el
miedo de perder las canonjías y privilegios que hoy tienen, pues saben que su
cargo es provisional y tratan con decenas de chicanadas mantenerse a como dé
lugar en el cargo.
Consideramos que
dichas sesiones virtuales no solo son ilegales, sino que también se conducen
con un inaudito desapego a los principios constitucionales de certeza,
transparencia, legalidad y la seguridad jurídica indispensables para cumplir
con la norma estatutaria.
Esta impugnación ya
fue radicada por la Sala Superior mediante el expediente SUP-JDC-714/2020.
La segunda
impugnación fue presentada este sábado 30 de mayo y es contra el acuerdo “por
el que se aprueba la propuesta de organización en los estados que no cuentan
con dirigencia partidista o bien no cuentan con presidente del comité ejecutivo
nacional”. Textual lo escribieron.
Como se observa, ni
redactar correctamente una idea sabe: ¡Como si debiera existir un presidente
nacional en cada Comité Estatal!
De eso pide su
limosna Ramírez Cuellar para imponerse e imponer dirigentes en todos los
Estados de la República, violando los derechos políticos y partidistas de los
militantes y simpatizantes de Morena, pisoteando la única obligación que le fue
encomendada por el Congreso Nacional Extraordinario y la resolución del
Tribunal Electoral: elección de todos los dirigentes municipales, estatales y
nacionales, a través de 3 encuestas abiertas a todos los lopezobradoristas,
método que propuesto por nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador y que la
Nomenclatura le quiere dar gato por liebre con sus artimañas.
¿Cómo es posible
que Ramírez Cuéllar se quiera pasar de vivo y verle la cara al presidente de la
República, al Tribunal Electoral y a los millones de lopezobradoristas del
país.
La militancia ni
los simpatizantes de Morena no estamos pintados para aceptar tantas
imposiciones, caprichos ni burlas.
Bertha Luján, Héctor
Díaz Polanco y Ramírez Cuéllar en ese orden de mando, creen que la militancia
somos menores de edad.
Observamos que ese
acuerdo violenta la norma interna, ya que el CEN de Morena no tiene facultades
para exceder las que le confiere el Estatuto, mucho menos para conformar
comisiones que “hagan los trabajos” de los Comités Estatales; menos aún para
nombrar “secretarios responsables”, cuyas figuras no están en el Estatuto; y
cuanti menos, asignarles tareas para defender el voto en el 2021, pues esa será
tarea y responsabilidad será del nuevo Comité Ejecutivo Nacional, el cual
ganaremos con el apoyo de todo el lopezobradorismo comprometido y democrático
de todo el país.
Esperamos que en
los próximos días se radique la queja, y de ello les estaremos informando;
queja a la que por cierto se sumarán compañeras y compañeros de al menos diez
entidades de la República.
Durante este
proceso llamamos a toda la militancia a hacerles el vacío a estos
“supersecretarios” y exigirles que mejor se pongan a trabajar en el mandato que
les dio el tribunal de reponer el procedimiento y elegir a nuestros dirigentes
mediante encuestas abiertas.
Esa es su única
función: ni más ni menos.
Los pondremos en su
lugar para sacar adelante a Morena, porque el Gobierno del presidente Andrés
Manuel López Obrador y la 4T nos necesita unidos democráticamente para repetir
la hazaña popular en el 2021 para ratificar nuestra mayoría absoluta.
Dostoievski pensaba que ninguna nación podía existir sin una idea sublime. Lo
parafraseo en alusión a las comunidades nacionales que han forjado Estados
incluyentes, libres y prósperos. Y agrego que, como escribí alguna vez, solo
quien concibe su propia cima de grandeza puede aspirar a escalarla.
Pero
aclaro: concebirla es mucho más que soñarla. Nadie puede llegar a esas alturas
y gobernar sin proyecto y estrategia coherentes, es decir, sin un conjunto de
fines y medios planeados y articulados meticulosamente y con visión de largo
plazo.
Esto
es lo que le hace falta al presidente López Obrador. Proyecta en su cuarta
transformación un México post neoliberal, pero carece de los planos y el
andamiaje estratégico para construirlo. Es difícil, por cierto, elaborarlos a
partir de la ambivalencia: en la 4T hace suyos algunos puntos del “consenso de
Washington” –la disciplina fiscal y el libre comercio, de entrada– y al mismo
tiempo repudia otros, empezando por la privatización, y muy especialmente la
del sector energético.
Por
una parte, descalifica anecdóticamente al neoliberalismo sin explicar qué
significa para él y sin confesar que en la praxis adopta algunos de sus
postulados, y por otra omite la descripción específica del modelo que
reemplazaría al neoliberal. Tampoco precisa, más allá de lo que puede
interpretarse de sus decisiones casuísticas y sus acciones cortoplacistas, cómo
va a instrumentar una política económica heterodoxa en medio de un sistema
financiero global diseñado para castigar el alejamiento de la ortodoxia.
El
post neoliberalismo de AMLO es tan nebuloso como regresivo. Gasta demasiado
dinero en resucitar a Pemex y apuntalar a la CFE, cambia las reglas a las
compañías que generan electricidad y de paso se ve obligado a apostar por el
petróleo, el combustóleo y el carbón, que además de ser contaminantes ya van de
salida.
Si
hay que reivindicar lo público, ¿por qué no crea una empresa productiva del
Estado de energías limpias y renovables, empezando por aquellas en que tenemos
ventajas naturales –la solar y la eólica– para que eventualmente compita con
las privadas en un esquema similar al de Statoil?
AMLO
denuncia, sin duda con razón, contratos leoninos y corrupción entre la
tecnocracia y el gran capital para debilitar a las paraestatales. Pero a un
estadista no lo mueve el revanchismo estéril sino el realismo. ¿El objetivo es
desfacer entuertos? Que se enjuicie a Peña y a los exdirectores de Pemex y CFE
y se rompa el pacto de impunidad. La estrategia ante el mercado energético no
puede ser la misma de antes porque su realidad es muy distinta.
Por
lo demás, no se trata de abandonar a Pemex sino de levantarla sin hundir a
México y en tanto sea útil para los mexicanos.
Poco
se puede hacer contra el paradigma neoliberal sin una acción internacional
concertada. ¿Qué incluye la estrategia de la 4T para contrarrestar la presión
de las subastas en reversa para subsidiar inversión extranjera y del
otorgamiento del crédito externo en función del criterio de calificadoras, por
ejemplo?
Ahora
bien, en lo que AMLO no requería ayuda del exterior y lo que a mi juicio debió
haber sido su primer acto de gobierno es una reforma fiscal progresiva, con la
cual hoy tendría menos pleitos afuera y más recursos adentro para su proyecto y
para apoyos a las pymes en la pandemia, en vez de una administración pública
anémica y miles de damnificados de la “pobreza franciscana”.
¿Detonaría
tal reforma enojo en los altos estratos empresariales? Sí, pero sería más
provechoso invertir capital político en ese esfuerzo que en cancelar un
aeropuerto o modificar regulaciones establecidas. Yo creo que los grandes
empresarios prefieren pagar más impuestos a vivir en la incertidumbre en torno
a sus inversiones. Si bien en una transformación las pugnas son inevitables, un
buen estratega escoge sus batallas. El conflicto debe manejarse con sentido
estratégico: cuánto, cuándo, con quién.
AMLO
se autosabotea. La polarización que ha provocado –o 4T o neoliberalismo– allana
el camino a la derecha para afirmar que los mexicanos estamos condenados a
optar por el echeverrismo o el salinismo. Y es que la tierra prometida que AMLO
imagina post neoliberal es, en realidad, pre neoliberal, con algunos retoques.
Es la que habitaron, entre 1929 y 1982, políticos a los que nunca tacha de
corruptos, aunque lo fueron tanto como los tecnócratas.
Imposible
abrir una tercera opción socialdemócrata moderna sin poner en la agenda temas
como el uso de la inteligencia artificial para reducir la desigualdad. Al
rechazar la modernidad AMLO renuncia al uso inclusivo de la tecnología, abraza
la peligrosa propaganda de la “ciencia neoliberal” y nutre la falacia de signo
contrario: el Estado es viejo y malo y el laissez faire es nuevo y bueno. Así
no podrá gestar una sociedad de avanzada, emprendedora y equitativa, pujante y
armónica.
En
1995, en Puerto Príncipe, el presidente Aristide me dijo algo estremecedor: “mi
misión es portentosa: llevar a mi pueblo de la miseria a la pobreza”. Ese era
el gran desafío de Haití, pero el de México es mayor. Los mexicanos tenemos que
concebir, de cara al futuro, una idea sublime que apunte a una nación de
conciencias y cielos limpios, libre de cadenas y abismos, inserta en el
progreso que es de todos o no es. Pedir a los pobres que aprendan a ser felices
con sus carencias es atarse al pasado como ancla; crear las condiciones para
que asciendan a un estadio superior de bienestar es elevarse con la historia a
guisa de hélice.