Pedro Echeverría V.
1. En la historia de México, ni la primera, ni la segunda, ni
la tercera transformación, tuvieron como objetivo acabar con la miseria, la
desigualdad o las injusticias, solamente atemperar la situación. Tampoco la
llamada “IV Transformación” de López Obrador se ha planteado ese problema; sus
objetivos no tocan la explotación, la gigantesca acumulación de propiedades y
de capital en manos de unas cuantas familias. Pero tanto la Independencia de
México respecto a España (1810-21), como las luchas de Reforma (1856-76) y la
Revolución Mexicana (1910-17), fueron indiscutiblemente jalones históricos que
no atendieron ni acabaron con desigualdades económicas y sociales, pero
lograron ser cambios, “transformaciones”.
2. En su “México profundo” –otro de mis libros de cabecera-
Guillermo Bonfil explica que la ideología dominante de salvación para México
era la trazada por la civilización occidental. Señala: “El surgimiento y la
consolidación de México como un estado independiente, no produjo ningún
proyecto que se aparte de la intención última de llevar al país por el sendero
de occidente. Las luchas entre conservadores y liberales expresan sólo
concepciones distintas de cómo alcanzar esa meta, pero en ningún momento la
cuestionan”. Por eso la “Primera Transformación” fue sólo la independencia y el
sometimiento a México al sistema capitalista que entonces dominaba. La
población indígena mayoritaria siguió miserable y explotada.
3. La llamada “Segunda transformación” fue la lucha de la
burguesía liberal por arrebatarle al clero y militares terratenientes sus
extensísimos latifundios; las leyes de desamortización, nacionalización y luego
de deslinde –aparte de los arreglos para no perder todo- crearon a una nueva
burguesía que incluso despojó de sus tierras a las comunidades indígenas
provocando denuncias y levantamientos de pueblos contra el mismo Juárez. Esta
segunda transformación, en vez de beneficiar a los indígenas, creó una nueva
burguesía que se hizo terrateniente laico que sería la base de políticos
liberales y de la dictadura de 35 años de Porfirio Díaz. Sin embargo, no se
puede negar que La Reforma fue un nuevo jalón histórico de la burguesía.
4. La llamada “Tercera transformación”, es la revolución
encabezada por Madero en 1910 que fue enterrada con un golpe de Estado en 1913
encabezado por Huerta y los EEUU. Dos años de un gobierno débil que no rompió
con los ricos exporfiristas y sí sufrió el repudio de sus amigos, de los
campesinos zapatistas, orozquistas y muchos más; esa incapacidad fue
aprovechada por el golpe de Estado. El maderismo, a pesar de todo, fue un jalón
para la segunda parte de la revolución (1913-17) que fue la instaló todo el
poder de la nueva burguesía pública y privada. Fue un nuevo jalón histórico que
no atendió a las clases pobres y puso las bases para luchar contra la
desigualdad. El imperio yanqui penetró de manera libre.
5. El presidente López Obrador ha introducido como programa
“La Cuarta Transformación” que tampoco se ha planteado acabar con la miseria,
la desigualdad, la acumulación de riquezas en pocas manos, mucho menos combatir
el capitalismo. Su “combate contra la corrupción” –transcurrido medio sexenio-
parece haber quedado en discursos y sus avances son muy limitados; más aún, se
le acusa de que nada ha cambiado. De los tres años que le quedan, uno será para
candidaturas, campañas y elecciones y todo habrá terminado en casi nada. Tendrá
que asegurar por lo menos, dos sexenios más para que “La Cuarta” sea un jalón
histórico mediocre o como las anteriores que no resolvieron problemas del
pueblo. O será frustración. (2/VII/21)
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