Docenas de inocentes experimentaron terror al verse enmedio de la balacera
Cuatro horas después del primer tiroteo, el show no era en el Benito Juárez sino en el crucero de La Fragua y Católica, a donde medio centenar de taxistas arribaron para saber del estado de salud de dos compañeros, que presuntamente habían chocado sus unidades con delincuentes que se desplazaban en una camioneta de lujo ¦ Fotover
Veracruz, Ver.- La balacera ocurrida esta madrugada en el puerto de Veracruz cimbró a la ciudad. Docenas de testimonios dan cuenta del terror vivido por gente inocente desde dentro de sus casas o otros fuera. Aquí algunos.
Marco, motociclista, relató: “Venía en la moto, bajando por Xalapa, y el Bora blanco venía bajando toda la calle, se metió, por poco me lleva, y dobló para Miguel Alemán y se descolgó a Bolívar y a La Fragua. Hasta llegar a Isabel la Católica se encontró de frente con otros militares. Uno de ellos, al parecer eran cuatro, bajó del Bora y disparó con una escuadra contra los soldados. Una camioneta, de las grandes (armada con artillería calibre 50) le salió por detrás y la otra por delante, y ese, y ese soldado que está allá arriba, hijue’pu, les dio con todo. Se las descargó a los del Bora y por lo menos mató a dos. Otros dos salieron corriendo para los callejones. De cada disparo, la camioneta en la que estaba montada la metralleta, se iba para atrás, de las patadas”.
Marco aún no puede recuperarse de la impresión de haber vivido la balacera de La Fragua. Su cara está descolorida, y al hablar saliva constantemente. Como si quisiera quitársela de la espalda, narra su historia a cuanta persona encuentra.
Marisela, pasajera de taxi, refirió: “Allá estaba una señora, la de las tortas. Ella ya se iba, estaba esperando el taxi casi en el semáforo de La Fragua y Católica, de pronto, unos sujetos chocaron. Y los militares comenzaron a disparar, desde arriba de la camioneta, les abrieron fuego en todos lados y la señora se quedó atrapada. Yo le decía a un soldado que me dejara rescatar a la señora, ir por ella, pero él respondió que no, que 'chingara a su madre por pendeja'”.
Marisela dice que iba a su casa pero al ver el escándalo en La Fragua decidió quedarse un rato a “chismosear”, como un grupo de taxistas que hacen lo mismo mientras esperan noticias de sus compañeros lesionados, por accidente, en la refriega.
El espectáculo que anoche disfrutarían los veracruzanos era la actuación estelar de la Arrolladora Banda Limón, pero tras el tiroteo, los bailadores, presas del pánico ante una bala perdida, arremetieron contra el enrejado del auditorio Benito Juárez con el único fin de salir. No importaron los pisotones. Los empujones y hasta el haber pasado por encima de alguna persona. Cualquier sitio era mejor, lejos del estruendo de las balas.
Cuatro horas después del primer tiroteo, el show no lo era en el Benito Juárez sino en el crucero de La Fragua y Católica, a donde medio centenar de taxistas arribaron para saber del estado de salud de dos compañeros, que presuntamente había chocado sus unidades con delincuentes que se desplazaban en una camioneta de lujo, y fue cuando los militares se aproximaron para saber del accidente y revisar la unidad sospechosa.
Fue aquí donde comenzaron los disparos, coinciden los testimonios recabados por La Jornada Veracruz.
Otra vez el motociclista: “Esa camioneta era de lujo, una Hummer, por más que le tiraron se escaparon. Los dos que llegaron en el Bora blanco, de hecho hicieron todo lo posible para garantizarles el escape. Esos de la Hummer sacaron un metralletón. Quien sabe qué era, pero espantaron a los soldados de la camioneta grande. Los de la Hummer treparon al camellón, hicieron maniobras y se escaparon”.
Mientras cuenta, se registran los primeros rayos del sol. Comienzan a parecer coches balaceados y chocados, cristales sobre el pavimento, casas con agujeros de calibre 50, árboles del camellón echados abajo por las ráfagas de las potentes armas, marcas de llantas quemadas sobre la calle.
Los taxistas en el punto de reunión cada vez son más. Conductores que no sabían nada sobre la refriega de la madrugada tratan de pasar por La Fragua. Mientras les apuntan con sus rifles de asalto y los insultan entre gruñidos y ademanes, se encuentran a los malhumorados marinos que los regresan por rutas alternas. Los taxistas también gritan y alardean. Más que de un hecho, son testigos de un espectáculo, el de la violencia.
Los militares, da la impresión, disfrutan apuntar sus armas. Lo hacen contra todo lo que se mueve e intente flanquear el espacio que vigilan. Un señor de aproximadamente 75 años que caminaba a buscar las tortillas para el desayuno terminó regresando sobre sus pasos al toparse varios rifles de asalto apuntándole.
A criterio de los milicianos, todos parecen sospechosos. Se les debe apuntar para alejarlos de la escena de la balacera más cruenta que tenga registro el puerto. Una camioneta con agentes ministeriales, de la Procuraduría General de Justicia, irrumpe. Se identifican. Traen logotipos oficiales en la unidad que los dejan más que acreditados como personal del gobierno. Ni con eso pasan. Insisten y se encuentran con las armas de los soldados. Les apuntan. Faltó poco para que los encañonaran. Es todo. Se acabó el diálogo y ellos ahora también son sospechosos. No les queda de otra. En medio de la rechifla y comentarios de burla de los trabajadores del volante, agachando la cabeza, los agentes se retiran.
El personal del Ministerio Público de la Federación terminó sus labores. Los marinos despejan la zona. Las calles lucen igual, en medio de una tensa normalidad, las personas comienzan a bajar por Simón Bolívar, rumbo al bulevar, para la caminata dominical.
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