Por: José Miguel Cobián
Jorge Estefan Chidiac es secretario de finanzas del Comité Ejecutivo Nacional del Partido Revolucionario Institucional. Su puesto inmediato anterior fue de elección popular, diputado federal por un distrito de Puebla, y presidente de la comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados.
Jorge tiene excelentes relaciones con empresarios de la región de Orizaba, a tal grado que en aquéllos años en que era diputado federal, una poderosa cámara empresarial le organizó una comida a la cual fui invitado de última hora por el Sr. Jesús Fernández Perroni, en aquél entonces vicepresidente del Consejo Coordinador Empresarial de la zona Orizaba-Córdoba.
Recuerdo esa comida en la cual algunos empresarios se peleaban por estar cerca de Jorge Estefan quien departía saludos y sonrisas como si estuviera en campaña. Originalmente no entendí la razón por la cual estaba tan amable, hasta que comenzó la comida y se le dio la palabra. Su discurso se basó en convencer al respetable público de las ventajas de crear un nuevo impuesto el IETU, cuyo nombre completo es Impuesto Empresarial a Tasa Única.
Después de hablar de las bondades y beneficios que traería a la clase empresarial dicho impuesto, y de recibir un caluroso aplauso por parte de los empresarios de la región Córdoba-Orizaba que estaban presentes, me atreví a pedir la palabra y a explicar en voz alta a todos los presentes los inconvenientes y desventajas de dicho impuesto, lo cual generó distintas actitudes en los presentes.
Lo primero que observé fue la cara de molestia y desencanto del invitado de honor, que esperaba que por su investidura y sobre todo por su cargo en la cámara de diputados todo mundo le diera la razón y le rindiera pleitesía. Por cierto, cabe aclarar que no pudo debatir los argumentos que le presenté. Mismos que no sirvieron para nada, pues parece que todo estaba acordado de antemano entre su bancada y el presidente Calderón, ya que al poco tiempo y sin escuchar a nadie, la cámara de diputados aprobó dicho impuesto, que hoy critica toda la clase empresarial, incluso aquéllos que en aquélla comida, aplaudieron a rabiar al entonces diputado Chidiac.
Otra reacción que observé, fue un total desagrado y desaprobación por parte de los organizadores, pues ellos querían que la reunión fuera un éxito, entendiendo como éxito, que el diputado pudiera decir lo que quisiera, que nadie lo contradijera, y que aparentemente los empresarios de la zona centro de Veracruz, quedaran convencidos de las bondades del nuevo impuesto y no se sintieran agredidos por el PRI en las próximas elecciones.
Hubo un pequeño grupo de empresarios presentes, que en corto y de manera muy discreta me felicitaron por mi intervención, pero siempre casi a escondidillas, para evitar la molestia de los organizadores del evento.
Hoy, tras varios años de esta comida, me doy cuenta de que México no puede cambiar, cuando ni siquiera sus empresarios son capaces de juzgar y analizar las propuestas que provienen de personajes de poder, y dichos empresarios se convierten en sumisos ¨aplaudidores¨ de cualquier medida que venga de personajes de poder.
Lo más curioso fue ver en dicha comida a empresarios simpatizantes del PRI y a empresarios simpatizantes del PAN, quienes estaban unidos a favor del nuevo impuesto, los primeros porque un diputado federal priísta se los explicaba, y los segundos porque había sido una propuesta del gobierno federal panista la creación del mencionado IETU. Así, todos queriendo quedar bien con sus partidos políticos se olvidaron de los intereses de su gremio empresarial, y aceptaron sin juzgar lo que se les vino a contar, que a fin de cuentas fueron verdades a medias, sin comentar las desventajas del nuevo impuesto, mismas que prácticamente ningún empresario conocía en aquél entonces, pues no habían leído, ni consultado ni analizado nada, simplemente aceptaban lo que escuchaban, como si los funcionarios mexicanos siempre le hablaran con la verdad al pueblo de México.
Hasta aquí la anécdota, que hoy después de varios años, vale la pena comentar, pues estamos pagando las consecuencias de un impuesto regresivo, que la clase empresarial no supo ni pudo frenar a tiempo.
@jmcmex