La directora general de Comunicación Social, Gina Domínguez Colío
J. Enrique Olivera Arce
El problema no es que los gobiernos se endeuden, lo grave es que los gobernantes se beneficien de ello saqueando al erario.
O de plano nos tienen a todos como incapaces de ver más allá de nuestra nariz ó es tal el desprecio por la inteligencia de los veracruzanos que nuestros políticos y algunos medios de comunicación que les sirven de comparsa, insisten en querer convencernos de que es mejor tragar el remedio que sufrir la enfermedad, sin parar mientes en que su credibilidad está ya por descontada para una opinión pública medianamente informada.
No es broma de mal gusto. Entre las noticias que en los últimos días ha publicado la prensa nacional y estatal alimentada por el boletín oficial del gobierno veracruzano que difunde la Sra. Gina Domínguez Colío, no obstante que son para morirse de risa, tanto el gobierno estatal como el priísmo trasnochado, se lo toman muy en serio. Habida cuenta de que con fines estrictamente electoreros, en su cortedad de miras pretenden que una mentira se vuelva verdad de tanto repetirse mediáticamente.
Como si los veracruzanos en su gran mayoría no supieran que dos mas dos es cuatro, cuando es público y notorio que la reestructuración de deuda pública, o más bien redocumentación en términos bancarios, por 10 mil millones de pesos e intereses no cubiertos en su oportunidad, sumados a 17 mil quinientos cincuenta millones de pesos a contratar para cubrir adeudos a proveedores varios de bienes y servicios que se arrastran del sexenio anterior, suman alrededor de 28 mil millones de pesos, a los que habría que agregar las obligaciones contraídas con la bursatilización fidelista. En lenguaje coloquial, la administración pública estatal está endeudada hasta el copete, si no es que en franca bancarrota por más que lo quiera disfrazar de otra cosa el Secretario de Finanzas.
A esta deuda el gobernador con la complicidad de la bancada priísta, pretende darse un respiro obteniendo un nuevo financiamiento bancario por 4 mil setecientos cincuenta millones de pesos, siempre con la garantía de las participaciones federales que corresponden anualmente a Veracruz.
De ahí que cuando leemos en la prensa que el Secretario de Hacienda declara que las medidas financieras adoptadas por el gobierno de Veracruz están bien encaminadas, poniendo al gobierno veracruzano como “ejemplo de orden”, asumiendo el gobernador Duarte de Ochoa “decisiones costosas en política pero fortaleciendo las finanzas”, no se sabe si reír o llorar, o las dos cosas acompañadas de sonora carcajada.
De un político que aspira a ser candidato de su partido a la presidencia de la República, se pueden esperar muchas cosas, con tal de ganar simpatía y apoyo pueden negar hasta a su madre si ello les es redituable. Luego las declaraciones de Cordero no tendrían mayor relevancia, si éstas no insinuaran que el apapacho al gobierno veracruzano y a quien lo encabeza, es resultado de un presunto acuerdo en lo oscurito entre las autoridades hacendarias y el Dr. Javier Duarte de Ochoa.
Esto último en el marco del rompimiento de una fracción de gobernadores y diputados priístas encabezados por Beatríz Paredes con el Secretario de Hacienda y con la propia dirigencia nacional de su partido, “para llevar la fiesta en paz con Calderón Hinojosa pues el escándalo por los alcances de la deuda de Coahuila podría poner en riesgo la Presidencia de la República”.
¿A que se comprometería el gobernador veracruzano con el Secretario de Hacienda, y a cambio de qué? Es la pregunta obligada, aunque es obvio que se le da fácil acceso a las arcas de BANOBRAS a cambio de respaldo político, tanto al gobierno calderonista como al aspirante a candidato presidencial del PAN, ante las andanadas de palos de ciego de Humberto Moreira.
Pero el asunto lleva cola. Cuando el mismísimo Secretario de Hacienda dice a los veracruzanos que su gobierno va por buen camino con la política financiera adoptada, implícitamente acepta que el Dr. Duarte puede seguir endeudando a Veracruz para tapar la cloaca heredada de su antecesor.
Y para seguir disfrutando de la farándula, Marco Antonio Aguilar Yunes, Secretario de Trabajo Previsión Social y Productividad del gobierno estatal, declara a la prensa que se han creado 50 mil empleos en Veracruz en lo que va del año “Vamos por la ruta adecuada. El eje fundamental de la política de gobierno de Javier Duarte de Ochoa es el empleo y lo vamos cumpliendo”, consideró el funcionario. Eso no se lo cree ni mi mamá, que a sus 93 años es asidua lectora de las engañifas del boletín oficial del gobierno veracruzano que publica literal y puntualmente el Diario de la provincia.
Claro que Aguilar Yunes se abstiene de declarar, si es que lo sabe, cuantos negocios han cerrado en igual período y a cuanto ascienden los despidos en la economía formal, incluidos los burócratas y policias que el gobierno puso de patitas en la calle sin aún haberles cubierto su liquidación, con el pretexto de poner orden adelgazando la administración.
De risa, si todo ello no implicara perjuicios graves para la vida económica y social de la entidad.
Y espérese amigo lector. Falta por ver como le está yendo a los Ayuntamientos Veracruzanos con las cuantiosas deudas heredadas, incluidas las obligaciones de la bursatilización que les fueran impuestas en el trienio anterior.
Si no se dispone otra cosa, vamos bien, el camino andado es el correcto en la farándula mediática con que se nos da circo porque para pan, simplemente no hay de donde.
Aunque en descargo al Dr. Duarte de Ochoa, francamente a nadie le gustaría estar en sus zapatos, hace lo que puede, pues peor sería que no hiciera nada para tratar de salvar al gobierno de los veracruzanos.
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