Por: José Miguel Cobián
¿Qué hace que una sociedad estalle? Los ciclos sociales se perciben claramente a la luz de la historia, pero no de la historia de una generación, sino de diez, cien generaciones. Hay imperios que han logrado perpetuarse por tres milenios, como el egipcio, y hoy vemos a sus herederos como miembros del tercer mundo. Hay otros como el imperio chino, que sucumbió ante el avance tecnológico de sus enemigos y supo recuperar parcialmente el terreno y convertirse de nuevo en una potencia, a pesar de sus ochocientos millones de pobres. La rubia Albión fue imperio por unos cuantos siglos y todavía conserva parte de su riqueza, poder y resplandor, mientras que España pasó de ser una potencia mundial a un país del tercer mundo incrustado en el primero, hasta que fue rescatada por la Unión Europea y hoy otra vez enfrentar problemas gravísimos. Estados Unidos parecía que al humillar a la Unión Soviética tendría un largo camino de paz y prosperidad… hoy comenzamos a ver un declive lento pero aparentemente irreversible.
En México, hemos tenido crisis recurrentes. El odio a los Aztecas favoreció la conquista. Españoles apoyados por naturales que odiaban al imperio lo pusieron de rodillas, sólo para continuar arrodillados trescientos años. De allí una nueva crisis generada por el tsunami independentista, del cual Hidalgo fue uno más de los muchos que lo buscaron, ni el iniciador ni el consumador, simplemente un héroe propicio. De allí una república que quería serlo, partiendo de un micro imperio mexicano comandado por Iturbide, para continuar en crisis a lo largo del siglo XIX, pasando por la búsqueda de la libertad que trajeron las leyes de reforma, la invasión francesa, el efímero imperio de Maximiliano, la brutalidad (en ambos sentidos intelectual y física) de las 14 veces que regresó Santa Ana, y luego la Pax Porfiriana. De allí, la revolución maderista, la rebelión zapatista, la revolución constitucionalista y la rebelión gestada en la convención de Aguascalientes, hasta el triunfo de… ¿de quién? ¿Quién triunfó? Carranza que tuvo que salir huyendo, y gracias a quien se acuñó el término ¨carrancear¨, equivalente a robar por la fuerza de las armas. No, quien ganó fue Álvaro Obregón, pero quien se quedó con el poder fue Plutarco Elías Calles, quien promovió la revuelta cristera y el asesinato de Obregón, y no fue separado del poder hasta que llegó Tata Lázaro. Si se Piensa que desde 1940 a la fecha México ha sido tranquilo, se incurre en un error. Revueltas como las ferrocarrileras y su represión, la guerrilla urbana, la influencia comunista y socialista, el 68 y luego el 2 de junio, Lucio Cabañas, la brigada 23 de septiembre, y luego el crecimiento del narcotráfico, primero estimulado por las propias autoridades gringas, en principio para obtener drogas para sus combatientes en Vietnam, luego para financiar sus operaciones ocultas como el asunto Irán-Contras, y hoy llegamos a la ¨guerra¨ de Felipe, contra un sector del crimen organizado.
Realmente jamás México ha estado tranquilo a lo largo de su historia. Hoy los amortiguadores sociales están rotos o descompuestos. La movilidad social que era un orgullo, y motivo de la fundación de la UNAM y posteriormente del Poli, la que buscó Vasconcelos con la apertura indiscriminada de escuelas en todo el país, a la que se aspiró con la creación de los libros de texto gratuitos, esa, está eliminada del panorama. No hay empleos aunque estudies. Y si los hay, son muy mal pagados. La protección del sistema de gobierno a las élites en perjuicio de las grandes mayorías es cada día más desvergonzada y cínica. La desigualdad social, con muy pocos que lo tienen todo, y muchos millones que no tienen nada, cada día se agudiza más.
El caldo de cultivo para otra crisis de gran magnitud está en su punto. Quizá la única oportunidad que nos quede sean los próximos siete años. ¿Sabrá el próximo gobierno federal que se juega el destino del país? Ya no podemos darnos el lujo de más sexenios perdidos, y mucho menos de continuar avivando el fuego de la hoguera. No hay seguridad, no hay empleo, no hay salarios dignos, día a día, hay más pobreza, más marginación, más injusticia. El sueño de una vida mejor en el futuro se pierde cada minuto de realidad que pasa. Sin esperanza no hay nada, y se arriesga todo. ¿Lo saben y lo entienden los mexicanos? ¿Lo sabes y lo entiendes tú caro lector o lectora?
http://www.josecobian.blogspot.com/ miguelcobian@gmail.com
@jmcmex