Falleció a los 93 años de edad el 19 de julio de 2009
Guillermo Schulenburg Prado dejó para su familia y otros beneficiarios desde joyas, coches de lujo, membresía en Club de Golf, así como casas ubicadas en los lugares más exclusivos.
Ciudad de México.- Millonarias cuentas en dólares y en pesos, bienes inmuebles, coches lujosos y joyas contradicen la pretendida imagen del hombre dedicado al mundo espiritual, que aparentaba ser Guillermo Schulenburg Prado, durante su vida, y lo retratan como un hombre de carne y hueso, más preocupado por el disfrute de las comodidades y bienes en este mundo terrenal.
Guillermo Schulenburg Prado, último abad de la Basílica de Guadalupe, fue un ministro religioso controversial que en vida siempre respondió con evasivas a los señalamientos que se le hicieron de ser un hombre inmensamente rico.
Schulenburg Prado solía defenderse de esos cuestionamientos con argumentos tales como "un intento de demeritar la absoluta honestidad con la que se manejó el comité de construcción de la Basílica" y "un párroco en una buena parroquia tiene emolumentos más importantes de los que yo tuve siendo abad de la Basílica".
No obstante todos sus esfuerzos para negar sus bienes, hoy se sabe que Guillermo Schulenburg Prado falleció en 2009, siendo un hombre acaudalado, que dentro de su fortuna personal poseía inmuebles, coches lujosos y cuantiosas sumas de dinero, en pesos y en dólares, en diferentes cuentas nacionales y extranjeras.
* SU ORIGEN HUMILDE
Hijo de padre alemán y madre mexicana, Schulenburg nació en el año de 1916 y perdió a su progenitor a los 12 años de edad por lo que tuvo que trabajar como empleado y vendedor ambulante en Alemania, hasta que ingresó al Seminario Conciliar de México en 1930.
Fue nombrado Abad Secular de la Insigne y Nacional Colegiata de Santa María de Guadalupe, por el Papa Juan XXIII cargo al que renunció el 6 de septiembre de 1996, convirtiéndose en Abad Emérito y Protonotario Apostólico.
A Schulenburg se le atribuyen la promoción y coordinación de distintas obras siendo la más importante la construcción de la Nueva Basílica de Guadalupe.
Dentro de la Conferencia del Episcopado Mexicano, cuando influyentes miembros le cuestionaron el manejo de los cuantiosos recursos que obtenía de los fieles la Basílica de Guadalupe, Schulenburg se defendió argumentando que no tenía posibilidad de manejar con libertad todo ese dinero que ingresaba al recinto religioso.
En 1996 Schulenburg puso en duda la existencia de Juan Diego y, en consecuencia, las apariciones de la Virgen de Guadalupe en el Cerro del Tepeyac, lo que enardeció en su contra los ánimos de la jerarquía católica.
A raíz de esas desafortunadas declaraciones que le retrataban, por lo menos como un hombre ingrato, su buena estrella comenzó a irse en picada y culminó con su salida durante la gestión de Norberto Rivera Carrera, como arzobispo primado de México, quien en distintas ocasiones ya había criticado el manejo de los recursos en la Basílica de Guadalupe.
* UNA GREY MUY GENEROSA
Schulenburg se mostró reacio para hacer comentarios acerca de la comercialización de la imagen de la Virgen de Guadalupe, argumentando que no quería pensar mal del arzobispo Norberto Rivera ni de las nuevas autoridades de la Basílica que le sustituyeron.
No obstante, reconoció que dentro de los fieles que contribuyeron con sus limosnas y aportaciones se encontraban desde las personas más humildes que acuden como parte de las multitudinarias peregrinaciones, hasta los políticos más encumbrados y hombres de negocios.
* ALGUNOS DE SUS BIENES
De acuerdo con el testamento 34 mil 364, otorgado ante el Notario Público número 95 del Distrito Federal -y otros documentos cuya copia está en poder de Organización Editorial Mexicana (OEM)-, monseñor Guillermo Schulenburg Prado repartió entre familiares y organizaciones religiosas, más de 15 millones de dólares que se tenían en sendas cuentas dentro del banco HSBC, así como del Fideicomiso "Guillermo Schulenburg Prado", manejado a través de la fiduciaria Merrill Lynch Trust Services.
En los documentos mencionados también se indica que el abad de la Basílica de Guadalupe repartió diversas cantidades, entre 300 mil y 500 mil pesos, tanto entre sus familiares, e incluso otros integrantes de la jerarquía católica.
En su legado, dejó para su familia y organizaciones religiosas desde joyas, coches de lujo, membresía en el Club de Golf, así como casas ubicadas en los lugares más exclusivos dentro de las ciudades de México y Cuernavaca.