Por Holger Alava
Para agorarevista.com
A medio día, el editor en jefe de un periódico en un estado norteño
manejaba camino a su oficina cuando se le atravesó una camioneta. Como a las tres de la tarde del 24 de septiembre de 2012, varios hombres
armados con rifles bajaron de la camioneta y le apuntaron, recuerda el
periodista. Los pistoleros le ordenaron que subiera al vehículo de ellos. El
editor trabajaba en una región donde Los Zetas y los Cárteles de Sinaloa y
Juárez luchan por el control de plazas para el tráfico de drogas. El periodista
se dio cuenta que estaba siendo secuestrado por integrantes de uno de esos
grupos del crimen organizado. "Me vendaron los ojos y me llevaron a algún lugar donde otros hombres,
quienes también llevaban armas largas, se les unieron", dijo el periodista
"Jorge Vargas".
Jorge Vargas no es el verdadero nombre del editor. Por razones de
seguridad, solicitó que se le identificara con un seudónimo. También pidió que
no se revelara la ciudad donde trabaja y que no se divulgara el nombre de su
periódico.
Miembros del crimen organizado
interrogan al periodista
Vargas se dio cuenta rápidamente de que estaba siendo secuestrado a causa
de su trabajo. Además de ser editor de su periódico, también escribía
artículos. Al momento de su secuestro, estaba investigando diez casos de
secuestros o "levantones". Los secuestros habitualmente involucran
una exigencia de rescate, en tanto que los levantones son una forma de
represalia o intimidación.
Basado en las preguntas de sus captores, Vargas se dio cuenta de que estaba
siendo víctima de un levantón.
'Me preguntaron por qué había reportado sobre los secuestros y levantones
de algunos residentes de la ciudad y los pueblos vecinos, cuando ni siquiera
los parientes de las 'víctimas' habían denunciado los casos a las
autoridades", dijo Vargas. Uno de los casos que Vargas estaba investigando involucraba a dos agentes
de la Policía que habían desaparecido, pero cuyos cuerpos fueron encontrados
recientemente.
No era la primera que Vargas había sido levantado. Dos veces antes había
sido secuestrado por miembros del crimen organizado, según precisó.
"'Me pidieron que dejara de escribir sobre ciertos temas, por lo
tanto, debía tener cuidado de no mencionar nombres en ninguno de mis
artículos", dijo Vargas.
Una golpiza y una advertencia
escalofriante
Esta vez era diferente, dijo Vargas. Los miembros del crimen organizado lo
mantuvieron cautivo por casi 24 horas. Lo golpearon, le ordenaron que dejara de
trabajar para el periódico y que saliera de la ciudad de manera indefinida. "Me amenazaron con lastimar a mis dos hijitas y a mi esposa si no hacía
caso de su advertencia", dijo Vargas. Poco después de las dos de la tarde, el 25 de septiembre, sus atacantes lo
dejaron en una carretera en las afueras de la ciudad. Vargas caminó durante más
de dos horas antes de encontrar alguien que le ayudara. El mismo día que lo liberaron, fue a la oficina principal de su periódico y
explicó a la Junta Directiva de la compañía lo que había sucedido. Su empleo
cesó en ese momento, dijo.
Cuatro días después, abandonó la región y buscó la ayuda de una
organización que trabaja con periodistas en riesgo.
La intimidación a periodistas va en
aumento
El número de periodistas que están siendo levantados y amenazados va en
aumento, dijo Ricardo González, miembro de Artículo 19, una organización que
protege a los periodistas. Muchos de tales casos no son reportados a las autoridades o la prensa, ya
que las víctimas temen represalias de encargados de grupos criminales
organizados, añadió.
"La búsqueda de justicia a menudo incrementa el riesgo y afecta
inclusive a familiares y colegas", dijo González. Aunque denunciar los
casos a las autoridades puede sentar un precedente, y hasta servir para
desalentar a los criminales, en un número considerable de casos, como medida de
protección, no se presenta ninguna denuncia ni se ejerce ningún tipo de
presión.
Entre el primero de enero de 2012 y el primero de septiembre, por lo menos
18 periodistas se han mudado a la ciudad de México después de sufrir un ataque
o amenazas en varias regiones del país, según Artículo 19, se informó enEl
Universal . El número es en realidad más alto, puesto que la mayoría
de los periodistas se han ido a diferentes regiones o pueblos, sin notificar a
Artículo 19, reportó el periódico.
Cuando los periodistas huyen de sus hogares y sus trabajos, la cantidad de
información que se transmite sobre las actividades del crimen, decrece, dijo
González. Eso daña a los ciudadanos de las regiones plagadas por organizaciones
del crimen organizado, añadió.
Señaló además que uno podría suponer que las amenazas a los periodistas se
traducen en autocensura y por lo tanto, terminan dañando la transmisión general
de información y a la población en general. La autocensura "daña la
calidad de la democracia en México", destacó.
Secuestran a un periodista de Milenio
En marzo del 2010, Raymundo Pérez-Arellano trabajó como reportero para Milenio.
Se fue a Reynosa, Tamaulipas, para informar sobre el secuestro de cuatro
periodistas por parte de Los Zetas y el Cártel del Golfo.
Mientras estaba en Reynosa, Pérez-Arellano y su fotógrafo fueron secuestrados
y golpeados.
"Inicialmente estaban confusos y pensaron que nosotros éramos los
enemigos porque vieron que el vehículo rentado que usábamos tenía placas de
Coahuila, y recibieron el dato de que sus enemigos habían enviado refuerzos de
allí y de otros estados", dijo Pérez-Arellano.
Después de que les revisaran sus pertenencias y equipos de trabajo, los
periodistas fueron golpeados a punta de pistola.
"Llévenselos y delen piso (mátenlos)", dijo el líder de los
atacantes, según Pérez-Arellano.
Según relató, "finalmente no nos mataron, pero nos dijeron que no
querían ver ahí a la prensa porque podría 'calentar' la plaza". Muchos
miembros de los cárteles de la droga desean evitar informes de la prensa, que
pueden llevar a un mayor despliegue de seguridad.
El hecho que no fuera un periodista local jugó a su favor, añadió.
"No siempre es el caso, pero los periodistas locales tienden a ser un
riesgo mayor", concluyó. Los periodistas del estado les siguen en la
línea, luego aquellos que trabajan a nivel nacional, y luego los extranjeros,
ya que los cárteles no quieren la mala publicidad que les ocasionaría
matarlos".
Más de cien ataques a periodistas en
2012
A nivel nacional, han habido 118 ataques contra periodistas y agencias
noticiosas en 2012, según las estadísticas recopiladas por Artículo 19.
Algunos de los ataques han sido mortales. Únicamente en el estado de
Veracruz, seis periodistas han sido asesinados en 2012.
A principios de agosto, efectivos de la Marina arrestaron a ocho presuntos
miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación, vinculados a los asesinatos de
tres periodistas y un cuarto empleado de un diario de Veracruz.
Se les acusó de la muerte de los periodistas Guillermo Luna, Gabriel Huge
Córdova, Esteban Rodríguez y la empleada del diario Ana Irasema Becerra
Jiménez.
Entre los sospechosos estaba Juan Carlos Hernández Pulido, presunto
integrante clave del Cártel Nueva Generación Jalisco, también conocido como
"La Bertha".