EN MEMORIA DE REGINA MARTINEZ REPRODUCIMOS EL PRESENTE ARTICULO DE RODRIGO SOBERANES.
La comunicadora, asesinada en Veracruz, investigó desde hechos de corrupción en el gobierno hasta la muerte de activistas
Por Rodrigo Soberanes
Domingo, 06 de mayo de 2012 a las 06:17
Domingo, 06 de mayo de 2012 a las 06:17
Nota del Editor: El perfil
de la periodista Regina Martínez se publica a ocho días de que fue hallada
muerta en su casa en la ciudad de Xalapa, capital del estado de Veracruz. El
autor la conoció y trabajó con ella en el diario veracruzano Política.
VERACRUZ (CNNMéxico).- Las coronas que flanqueaban el ataúd de Regina Martínez
enviadas por personas del gobierno de Veracruz se quedaron sin el listón que
las identificaba. Solo las de las organizaciones sociales fueron dejadas tal
cual llegaron.
La
periodista del semanario Proceso fue
encontrada muerta en su casa con rasgos de violencia el sábado 28 de
abril, en la ciudad de Xalapa.
El cuerpo de
Regina fue entregado a los familiares unas 24 horas después de encontrado y su
ataúd llegó entre aplausos al velatorio de la funeraria Bosques del Recuerdo
los primeros minutos del lunes 30 de abril.
"Hasta
muerta sigue luchando", dijo una excompañera suya, contrariada por el
largo y "sospechoso" proceso burocrático de entrega del cuerpo que
dejó cansados a los familiares.
Su primer
empleo lo tuvo como guionista de la televisora estatal de Veracruz TV
Más (ahora RTV)
y tras un breve paso por una radiodifusora de Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, volvió
a la capital de Veracruz.
Ahí
iniciaría una carrera de más de 20 años en el periódico Política,
fundado por Ángel Leodegario Gutiérrez y Fausto Fernández Ponte, sus
"maestros", como solía decir.
La historia
de la periodista pudo haber comenzado un día en que, siendo estudiante de
Ciencias de la Comunicación de la Universidad Veracruzana (UV), le encargaron
llevar a bailar danzón a un renombrado ponente invitado por su facultad.
Regina
Martínez llevó a bailar a un festival de danzón al estadio Beto Ávila, en Boca
del Río, a Miguel Ángel
Granados Chapa, junto con otros ponentes y otras alumnas. Entre
el baile "dándole vuelta al ladrillo" hubo espacio para la tertulia y
para las ideas. Para hablar de periodismo.
Años más
tarde, siendo reportera de Política, se le ocurrió
llamar a la redacción del periódico de la ciudad de México, La
Jornada, para avisarles de un bloqueo de inconformes con la
construcción de la planta nuclear Laguna Verde que tenía paralizado el norte de
Veracruz.
Minutos
después de la llamada, sonó el teléfono y detrás de la bocina estaba Granados
Chapa pidiéndole que ella misma cubriera la noticia. "¡no, yo por
qué!", contaba que le dijo. "Eres Regina, la del danzón, ¿no? tú cubre la nota", le habría dicho la voz en la bocina.
Así, la
originaria de Gutiérrez Zamora, Veracruz, comenzaba a apuntalar una carrera
ligada a los sucesos, a los conflictos sociales y al periodismo de
investigación y de contrapeso del poder político. Su máximo escaparate fue la
revista Proceso, donde trabajó
hasta el fin de sus días por más de 10 años.
Explosiva
como era, expresaba toda su frustración cuando le pedían reescribir una nota en Política,
o cuando tenía algún altercado con políticos acostumbrados a las preguntas a
modo. "¡No te calientes, garnacha!", le decía Ángel Gutiérrez, El
Yayo Gutiérrez.
Morena,
bajita, caminaba por las calles del centro de Xalapa cargando documentos como
expedientes de cuentas públicas, de pleitos legales, puntos de acuerdo del
Congreso local conseguidos antes de ser presentados o gacetas oficiales.
Por las
noches, al salir de la redacción de Política, a un lado de la
catedral, era común verla con sus bolsas de café rumbo a su casa, donde le
esperaban horas frente al monitor, donde preparaba sus
"procesazos".
Descubrió
los presuntos lazos entre el exgobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán y
el empresario textilero, Kamel Nacif, para facilitarle la producción de energía
eléctrica en Río Blanco y su posterior venta a los municipios. Ese reportaje
fue presentado bajo el título El otro gober precioso.
Destapó el
presunto desfalco millonario al fondo de pensiones de trabajadores
ferrocarrileros jubilados a manos del líder sindical de ese gremio, Víctor
Flores Morales, y ventiló el posible asesinato de la mujer indígena Ernestina Ascencio, en
Zongolica, a manos de militares.
Dio
seguimiento exhaustivo al caso de la muerte de la defensora de los derechos
humanos, la veracruzana Digna Ochoa Plácido. Regina reconocía que sentía empatía con
Digna, y su hermano, Jesús, quien frecuentemente era entrevistado para Política.
En el 2004,
siendo jefa de información de Política y del noticiario Política
TV, creó un grupo de trabajo con siete jóvenes novatos que
llegaron, según cuentan, con la intención de trabajar. Hoy, todos siguen en el
periodismo.
Esos jóvenes
de cabello largo y atuendos alejados de los prototipos la acompañaron a los
cafetales, a la sierra, al Congreso local. "No se avergonzaba de
nosotros", cuenta uno de ellos, que a la postre fue uno de los fundadores
del primer proyecto de televisión comunitaria en el país, Teocelo
Te Ve.
En el grupo,
reunido después de años el fin de semana pasado, lamentó que ya no habrá
comidas con La Chaparrita en un restaurante de comida corrida,
ni las pláticas de dos horas con ella, ni sus malos y buenos humores.
Siempre en
el restaurante Los Alcatraces, siempre en la misma mesa de un rincón, siempre a
la misma hora. Siempre entre lunes y viernes. Era mujer de estrictas
costumbres. Los sábados eran solo para ella. Se encerraba en su casa y
"andaba en chanclas todo el día".
Regia
Regina —como le decía Fausto
Fernández— hizo de las asperezas su hábitat natural, sacrificando su vida
personal. Nunca se casó, y con el paso de los años aisló su entorno familiar
casi por completo.
Sus hermanos
Emilio y Ángel se enteraron de la muerte de Regina por los medios de
comunicación.
"Nunca se doblegó
ante nada", dijo Ángel en el panteón. Y remató: "ahora solo queda
retirarnos".
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