Por Roberto
Morales
La imagen es impactante: un grupo
armado, beligerante, pistola en mano, machetes mostrando el filo, rifles
que intimidan, lanzando consignas contra el gobierno, tirando bala, se asume
como la guerrilla de Coscomatepec, en la sierra central de Veracruz.
La otra escena se va conformando con las
palabras del gobierno: el Ejército dice que no existen, que no son guerrilla;
el alcalde asegura que ahí hay paz y que el trasfondo es electoral, y el
reiterado discurso del gobernador Javier Duarte de Ochoa que no admite los
niveles de ingobernabilidad.
La proclama se ve en internet. El
video corre en la red You tube. Se llaman a sí mismos Ejército Revolucionario
Popular Zapatista (ERPZ) y en la imagen se observa a una veintena de
personas con el rostro cubierto que a lo largo de 2:45 minutos lanzan reclamos,
se oponen a las reformas estructurales del gobierno de Enrique Peña Nieto,
rechazan la imposición del alcalde electo de Coscomatepec, Manuel Álvarez
Sánchez, y fustigan a los políticos que se roban el dinero del pueblo.
Autoridades y ejército niegan aparición
de guerrilla en Coscomatepec.
Convocan a formar el ERPZ. Se describen
como “un pueblo coscomatepecano cansado, pobre e ignorado. Tenemos hambre de
trabajo, de salud, de educación y de justicia” y anuncian que se levantarán
en armas. “No a la imposición del gobierno; no a la reforma hacendaria; no a la
reforma energética; no a la reforma educativa”, sentencian.
Un vocero de los encapuchados, quizá su
líder, enfoca sus baterías hacia la figura del nuevo alcalde: “No aceptamos en
Coscomatepec un alcalde impuesto por el gobierno, por el dinero, por la amenaza
y el engaño. No aceptamos un día en el poder a Manuel Álvarez”. Y rematan con
una proclama: “Zapata vive, vive, la lucha sigue”.
El “alzamiento armado” en Coscomatepec”
se difundió a partir del 10 de noviembre. La respuesta inmediata del Ejército llegó
por cuenta del comandante del 63 Batallón de Infantería, Gustavo Armando Lara
Pérez, quien desestimó la existencia de la guerrilla en Coscomatepec. “No hay
autodefensas en Veracruz”, refrendó.
Otra de las voces que niega la
existencia de la guerrilla es la del alcalde saliente de Coscomatepec, Serafín
González Saavedra, quien asegura no tener conocimiento de la “existencia de
un grupo armado. Hemos investigado y no tenemos absolutamente ningún indicio,
aquí somos una población con gente muy trabajadora que ha ido creciendo y
en los últimos años se han instalado empresas que han generado un importante
número de empleos”.
El hecho sitúa a cada uno de los actores
en el lugar que siempre han ocupado. La sociedad irritada, molesta,
radicalizada y llevando su protesta al límite, esta vez con un movimiento
armado por las condiciones de pobreza y por la constante imposición de
autoridades, derivada de fraudes electorales; el gobierno, los alcaldes, el
Ejército, en su negativa habitual, rechazando los brotes sociales.
Coscomatepec se halla en la parte
central de la Sierra Madre Oriental, en las cercanías del municipio de
Huatusco, a unos kilómetros de Orizaba y Córdoba, zona netamente industrial,
cuyas inversiones contrastan marcadamente con la pobreza que viven diversos
núcleos de población, entre ellos la de origen indígena.
La serranía es un foco latente de
preocupación para el gobierno tanto federal como estatal. En ella han
proliferado movimientos de protesta, reacciones airadas contra los gobiernos
priistas y su tendencia a robarse las elecciones. Lo mismo ocurre en Zongolica,
en Chicontepec, en la región norte, y en Soteapan, en la zona sur. En la
huasteca veracruzana, en los años 80, hubo un brote guerrillero, encabezado por
Alejandro Hernández Dolores, un desertor del Ejército, que repudiaba el
trato de los militares a los indígenas.
Negar las reacciones sociales ha sido
una constante en el gobierno de Veracruz. Cuando surgió un grupo de autodefensa
en el municipio de Tlalixcoyan, el 14 de marzo de 2013, la primera reacción del
gobernador Javier Duarte fue desacreditar ese movimiento. A ello se sumaron el
entonces secretario de Gobierno, Gerardo Buganza Salmerón, y el titular de
la Secretaría de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita.
Su rechazo fue absoluto, pese a la
evidencia presentada. Pero fueron más allá. Descalificaron las imágenes
captadas por el fotógrafo de la agencia Cuartoscuro, Félix Márquez, a quien
sugirieron denunciar y encarcelar.
“Es una vacilada. Tiene el mismo efecto
de tomar una foto de tres personas disfrazadas de Batman, Blue Demon y Mujer
Maravilla. No tiene ninguna consecuencia es un tema que no tiene que ver con la
realidad”, declaró con insólita frivolidad el gobernador Javier Duarte.
Esa es la realidad de Veracruz. Mientras
el gobernador Javier Duarte sólo tiene alcances para dar rienda suelta a sus
excentricidades, al festín y el derroche, a montar grandes escenarios para el
lucimiento personal, como ocurrió en su tercer informe de actividades, los
problemas sociales comienzan a convertirse en estallidos sociales.
El clima de ingobernabilidad es
alarmante. La autoridad del gobernador Duarte es sumamente cuestionada. Su
atención no está en su gestión sino en la sucesión, en saber cómo posicionar
a sus incondicionales, la caballada escuálida con la que piensa disputar la
candidatura para uno de los suyos y así asegurar que el proyecto fidelista
continuará por seis años más.
A Duarte no lo inquietan los
coscomatepecanos, que al igual que un gran número de número de veracruzanos en
todo el estado, están hartos de la pobreza y de la mentira, de la amenaza y del
fraude electoral. En su agenda está El Cisne Silva Ramos, Erick Lagos,
Salvador Manzur y cualquier otro político mediocre que pudiera servir para
meterse a regatearle a Peña Nieto la decisión de quien habrá de sucederlo.
Cuando los políticos que tienen en sus
manos la responsabilidad de gobernar un estado, confunden sus prioridades,
ocurren hechos como el de Coscomatepec.
El alzamiento armado del Ejército
Revolucionario Popular Zapatista (ERPZ), ahí, muy cerca de la capital de
Veracruz, es un llamado de atención que, por supuesto, Javier Duarte
difícilmente descifrará.
(romoaya@gmail.com)
(@moralesrobert) (Facebook: Roberto Morales Ayala)
FUENTE: PLUMAS LIBRES