Dicen
que de político y “loco” todos tenemos un poco y puede ser…El lío es cuando se
mezclan el oficio y la enfermedad mental, porque entonces quienes dependemos de
su cordura a la hora de tomar decisiones que nos involucran a todos, quedamos
en completo estado de indefensión… ¿Quién en su sano juicio se puede atrever
a hacerle frente a un hombre o a una mujer que además de ostentar el
poder, ostenta también cierto grado de locura? Pocos, muy pocos.
Platicando con la psicóloga de cabecera, esta me mostraba
documentos sobre distintos trastornos comunes entre la clase política.
Aquí le presento tres que me parecieron, de acuerdo a los candidatos y
funcionarios actuales, los más comunes en el estado: Prosopagnosia, Megalomanía
y Trastorno Histriónico. Lea con atención, analice, compare y saque sus
propias conclusiones, tal vez así podamos entender la magnitud del lío que
implica que quienes padecen estos trastornos nos “representen” o pretendan “representarnos”.
La prosopagnosia es un trastorno en el reconocimiento de
rostros o caras conocidas. La persona que lo padece puede reconocer las
diferentes partes de la cara, pero no puede identificar de quien se trata… “En
la prosopagnosia la persona incluso no puede reconocer ni los rostros de sus
familiares ni su entorno más cercano. Se trata de una lesión en el cerebro que
genera dicho trastorno y afecta a un porcentaje mínimo de la población” señala
el documento. Esta podría ser la explicación que muchas y muchos
políticos necesitan para enfrentar al reclamo diario de “Ahhh veo que ya
no te acuerdas de mí”. Aunque claro al ser una enfermedad REAL lo más
responsable por parte de un partido político sería no postular a quien de
entrada no reconocerá nunca a los votantes, si de por sí lo más común es que
todos o casi todos terminen desconociéndolos, al menos que asuman su
desfachatez sin pretextar una condición médica.
“La persona que padece de prosopagnosia recuerda quienes son
sus amigos y familiares, recuerda todas sus características pero no puede
reconocer sus rostros”... De hecho en casos más graves, no son capaces de
reconocer ni sus propios rostros frente al espejo, lo que podría explicar que
no parezcan tener nunca ni el menor remordimiento… para ellos, el rostro que
miente y lastima, es el de “otro” y el espejo no miente.
El siguiente trastorno y bastante más común en los políticos
veracruzanos, en los encumbrados claro, es el de la Megalomanía. A lo largo de
la historia han existido una extraordinaria cantidad de megalómanos, y
aunque de tanto tratarlos aprendemos a verlos como si su conducta fuera normal,
esta NO LO ES. Deriva de un padecimiento mental y por ende requiere toda
nuestra atención y la atención de quienes hasta hoy no se han preocupado por
someter a un examen psicológico a quienes aspiran a un cargo público, o
realizan alguna función de servicio.
La megalomanía consiste en un trastorno de la personalidad
que conlleva ideas delirantes y otras alteraciones de la conducta, como
sentirse omnipotente, todo poderoso y millonario, superior a quienes le rodean…
“Con frecuencia se da en personas altamente narcisistas que suelen tener una
obsesión compulsiva por el control, obsesión por lo grande".
Aseguran los expertos que detectar un trastorno de
personalidad como la megalomanía no es nada sencillo, menos cuando el individuo
en cuestión no considera que tiene un problema. También cabe destacar que puede
estar ligada a otros trastornos mentales como la psicopatología o el trastorno
bipolar. En el caso de quienes predomina el narcisismo en su personalidad,
estos pueden llegar a ser socialmente “bien vistos” aunque no logren nunca
generar empatía por el complejo de inferioridad o superioridad que los
domina….De ahí la razón por la que no practican la autocrítica, para
ellos la razón está siempre de su lado y por los demás –los gobernados en el
caso de los políticos- no sienten ninguna consideración al no verlos jamás como
iguales.
Por último pero igual de interesante está el trastorno
histriónico de la personalidad. Y aquí sí creo podríamos encasillar a un
buen número de funcionarios, ex funcionarios, candidatos, políticos y
conexos. Este trastorno se caracteriza por una emotividad excesiva
y por la necesidad de llamar continuamente la atención a través de
comportamientos impropios para la situación.
Las personas “histriónicas” necesitan saberse el centro de
atención para sentirse cómodos, suelen aburrirse rápidamente de la rutina y
tienen un comportamiento que se caracteriza por la seducción y
provocación. El trastorno histriónico de la personalidad comienza al
principio de la edad adulta y puede darse en diversos contextos
socioeconómicos… “Son personas que no pasan desapercibidas, ya sea por sus
dichos, su forma de hablar o comentarios. Son “el alma de la fiesta”. Tienden a
exagerar las emociones. Su expresión emocional es superficial y rápidamente
cambiante. Si se sienten mal, suelen hacer una especie de obra teatral
lamentándose, y llorando, para luego cambiar de ánimo y sentirse las personas
más felices del mundo” señala un estudio reciente.
Muestran un comportamiento seductor. Se preocupan mucho por
la vestimenta y por estar físicamente en forma. Su comportamiento provocador se
extiende a las relaciones interpersonales. Tienen una forma de hablar
excesivamente superficial y carente de matices. Contundentes en relación a lo
que piensan, pero luego, las explicaciones que dan acerca de ello suelen ser
superficiales y carentes de sentido. Cuando hablan suelen acompañarlo de
gesticulaciones y expresiones exageradas, escenas dramáticas, ataques de ira,
etcétera, con el fin de manipular a los demás. En el fondo lo que buscan
siempre es aceptación y protección. ¿Le suena familiar? Bastaría
con checar las declaraciones diarias de un buen número de funcionarios
para reconocer a quienes sin duda padecen este trastorno.
Ejemplos de personalidades que pueden padecer alguno o varios
de estos trastornos hay muchos y aquí cerquita, lo interesante será
descubrirlos, analizarlos, y a partir de esto entender cuál es la manera más
razonable de tratarlos. Si el megalómano es por ejemplo el jefe, del
jefe, de tu jefe, pues ya sabes que ni modo te tocará aplaudir hasta que se te
revienten las palmas por hacerlo feliz. O si eres de los que les toca cada compaña
soportar y ayudar a un candidato y este después de las elecciones no se acuerda
de ti, bueno pues tendrá antes de recordarle a su progenitora, que averiguar si
el hombre no padece prosopganosia. Por último, si usted ciudadana o
ciudadano descubre que su Diputado, Senador, Líder sindical, Presidente,
etcétera, es más bien víctima del trastorno histriónico y aun así le
sigue creyendo, entonces él o la que tiene correr a buscar ayuda profesional es
usted. Así de simple.
FUENTE: NOTIVER