@carlosgidib
Se ha estado oyendo mucho últimamente en ciertos círculos de la posibilidad de que el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, solicite algún tipo de licencia y abandone su cargo antes del término legal. A esto le sigue también un conjunto de “razones”: el hartazgo de la población en general, los rencores entre “colegas” de partido, la oportunidad para el Gobierno federal de mandar un mensaje de “transparencia” y de “pronta” reacción ante una situación insostenible y, finalmente, la más creíble para mí y muchos otros, que se trataría del clásico movimiento de los grupos (partidos) enajenados con las conservación del poder que consiste -como última opción-en establecer un “costo colateral” con miras a no seguir disminuyendo sus posibilidades de ganar las siguientes elecciones.
Si bien este hipotético suceso (por algo se usa) podría atenuar la inestabilidad social y los enconos políticos en elestado, habremos ahora muchos veracruzanos dispuestos a gritar fuerte y claro un enérgico ¡¡NO ES SUFICIENTE!!. Un sonoro ¡NO! No nos convence, NO lo aceptamos y NO nos la vamos a tragar. Veracruzanos que no vamos a escatimar recursos ni energía ni, si es necesario, tranquilidad para que en algún momento se haga justicia REDONDA y COMPLETA; no sólo contra el señor Duarte sino contra muchos otros de sus cercanos funcionarios y ex funcionarios. Con fuero y sin fuero. Tampoco vamos a dejar de insistir con aquel que tengamos al lado ni con aquel menos esclarecido o menos favorecido que NO acepten paliativos ni remedios baratos a cambio de tanta injusticia cometida contra Veracruz y su gente.
Les vamos a recordar a todos los que podamos que la injusticia, palabra que si bien la ahuecado la historia de este lamentable estado particularmente en estas últimas dos gestiones; palabra que puede ya no decir mucho de tan repetida y mal usada, sin embargo sigue estando allí, a la vista de todos: se observa lo mismo en los niños asustados que en los propios bajos del Palacio de Gobierno venden algo para sobrevivir o en aquellos otros que ya perdieron hasta su identidad de niños y hacen malabares con una pelota; niños que ya solo tienen de niños la edad y nada más. No la inocencia, no la curiosidad de vivir. Se observa en los niveles de educación (indefensión e ignorancia) de otros que viven un poco más allá, en el campo o en las periferias de las ciudades. Se puede ver en la danza de los viejos para cobrar sus pensiones, en las filas de comerciantes rogando por sus pagos; se ve en los muertos de todo tipo y de todos las edades por las balas y las navajas de quién sabe quién , en el miedo cotidiano de cientos de miles que no sabemos quién los mató ni por qué pero sí sabemos que eso mismo nos puede suceder a nosotros. Se ve en el hambre que no hay que buscar mucho para encontrarla. Está a las puertas de las casas de los “funcionarios” multimillonarios y, finalmente, está en la dolorosa desconfianza de casi todos respecto del gobierno, claro, pero también respecto de los fantasmas que este mismo ha creado: desinterés, soberbia, crimen, desesperación y tristeza que se congregan como sombras fúnebres a nuestro alrededor todos los días
Este señor Duarte (lo mismo que su antecesor en señor Herrera ) echó por la borda, con la mayor insolencia, la oportunidad de gobernar teniendo en la mente (y siguiendo con las manos y con los actos) hacer bien; así de simple y sencillo: hacer bien honrando en lo íntimo y no en el discurso a los seres humanos que le encomendaron gobernar.
Y eso, habrá que pagarlo. Pagarlo Completo