Muchas cosas han cambiado en la antes tranquila
y apacible Orizaba, donde sus habitantes gustaban de pasear tranquilamente
hasta entrada la tarde por la Alameda Francisco Gabilondo Soler, el Parque
Castillo o el Parque López, salir a degustar un rico chileatole, un elote
preparado, garnachas, o las tradicionales tortas Pavitos; curiosear en los
aparadores de las tiendas de la calle Madero, ahora peatonal, o incluso,
disfrutar de su teleférico. Desafortunadamente, Orizaba está envuelta en una
ola de inseguridad, el abandono y desidia por parte de los diferentes niveles
de gobierno. Y los ejemplos abundan, como el caso de los habitantes de Barrio
Nuevo, que se ha convertido en tierra sin ley en las últimas semanas, llaman
desesperadamente a que la policía municipal redoble la vigilancia en esa zona,
ya que es común la presencia en esa área de grupos delincuenciales, y los
vecinos aseguran que en predios baldíos, construcciones en obra negra o casas
aparentemente sin ocupar se reúnen esos grupos delincuenciales para exponer sus
estrategias delictivas.
La alarma entre los vecinos cunde, máxime luego del
ataque sufrido a principios de este mes cerca del domicilio de Juan Ramón
Herebia, director municipal de Gobernación, donde un policía murió y otro quedó
malherido, y otras agresiones parecidas; y los vecinos de Barrio Nuevo se
encierran, literalmente, a piedra y lodo en cuanto empieza a oscurecer, que por
ser temporada invernal sucede alrededor de las 6:00 de la tarde.
No es
fantasía, sino realidad: hay familias enteras que están empezando a emigrar de
Orizaba hacia otras partes del país, ya no del estado, porque dicen que a donde
quiera que vayan en Veracruz “encontramos problemas”. Orizaba, la tranquila
Señora de los Puentes, como los románticos conocen a esa ciudad por sus
numerosas estructuras de esa índole, la tierra de la cual surgió Cri Crí para
salirle a cantar a los niños y a las familias mexicanas, la Manchester de
México, como se le conoció en sus épocas como emporio textil, la cuna del
futbol mexicano, es hoy una ciudad fantasmal a partir del anochecer, mientras
se insiste en esa frase de que en Orizaba, como en el Estado, “no pasa nada”…