Si sabía que algún cacique de la zona
quería despojar de sus tierras a campesinos indefensos, el padre de inmediato
intervenía para evitar la injusticia.
Y si se enteraba de que había quejas por
caminos en mal estado en la zona serrana de Catemaco, que dificultaran el sacar
las cosechas, también se metía y era el primero en ir a reclamar a quien fuera
para exigir las reparaciones.
Igualmente lanzó críticas contra el
Gobierno de Javier Duarte de Ochoa por todas las mentiras que sembró en los
Tuxtlas, especialmente con la construcción de una clínica que nuca llegó y la
autopista Isla-Santiago Tuxtla.
Si algo le irritaba a este padre, que
cumple más de 24 horas de haber sido sustraído de manera violenta de su casa,
contigua a la Parroquia donde oficiaba, eran las injusticias y los políticos
mentirosos.
El padre Aarón Reyes, vocero de la Diócesis
de San Andrés, amigo de la víctima, dice que por el tono de sus sermones, en
varias ocasiones el presbítero había recibido amenazas.
Le llegaron por teléfono, por el inbox del Facebook y
hasta por el WhatsApp. “Andaba nervioso, pero nada lo detenía, no tenía miedo”,
dice entrevistado vía telefónica.
A dos años y medio de haber llegado de
Perote a la Iglesia de Catemaco, el padre había cosechado una buena colección
de enemistades por usar el altar para señalar lo que Cristo vino a evangelizar,
y lo que a la alta jerarquía se le ha olvidado, una Iglesia de los pobres y por
los pobres.
El CURA
REBELDE
Para evitar problemas, dice el vocero, ya
le habían llamado la atención a José Luis Sánchez Ruiz. Al menos en dos
ocasiones
Estoico, escuchaba los exhortos de sus
superiores para que se manejara con mesura y se alejara del tono beligerante,
pero desacataba. Siguió con su evangelización señalando puntualmente nombres,
fechas, militancias partidistas, incluso, siglas delincuenciales.
“Pensamos que mucho de lo que pasó tiene
que ver con que el padre en sus sermones daba nombres y apellidos de los
responsables de la inseguridad, saqueadores del pueblo y generadores de
pobreza. No puedo decir quiénes porque está bajo investigación”.
Es decir, mientras el Arzobispo de la
Diócesis de Xalapa, Hipólito Reyes Larios, se codeaba con influyentes como
Erick Lagos, Fidel Herrera y Javier Duarte, prófugo de la justicia, Sánchez
Ruiz se la pasaba incomodando poderosos. Tanto a autoridades legítimas y
electas, como a los del mundo sórdido.
EL CURA
DE LOS POBRES
Si algo lo tenía con preocupación a su
llegada a Catemaco, era el incremento considerable de secuestros y abusos
cometidos por la delincuencia contra la vida, las ejecuciones y el estilo de
vida del ajuste de cuentas, la ley del más poderoso que la Biblia predica no
debe regir la naturaleza del hombre. Y en eso basaba sus homilías, siempre
próximo al pueblo.
El presbítero Aarón Reyes comentó vía
telefónica que su amigo vivía con consciencia tranquila por su estilo de vida
lejos de los lujos y la pompa. Alguna vez intentaron darle un vehículo nuevo
por parte de la Iglesia, y lo rechazó. Se quedó con la camioneta vieja,
destartalada, que usa desde su llegada a Catemaco.
En esa unidad desvencijada se movía en la
ciudad, y además, se iba por horas, a veces días, a los lugares más recónditos
en la selva de los Tuxtlas para caminar y pueblear, como bien lo hizo
Jesucristo buscando a sus doce Apóstoles en medio de la pobreza, el hambre y el
desempleo.
En esas comunidades pobres de Catemaco,
además de llevar apoyos, daba la palabra de Dios, y conocimiento, su obra se
enfocaba en abrirles la consciencia por medio del conocimiento de las diversas
ciencias, pues además, él es sicólogo de profesión.
Nunca al padre se le vieron muestras de
boato, apegado a la Teología de la Liberación, vestía ropa y zapatos regalados,
y vivía de manera austera, casi como un monje tibetano, en un cuartito humilde,
“con apenas lo necesario para vivir” relató Aarón Reyes.
LUCHA
SOCIAL COMO MODO DE VIDA
Unos días antes de que desapareciera
violentamente de la casa parroquial, varios feligreses fueron a ver al padre
José Luis Sánchez Ruiz con sus recibos de la Comisión Federal de Electricidad
(CFE), alegando que estaban alterados, con cobros excesivos.
Al revisar el de la parroquia, el cura se
encontró con que de 350 pesos que llegaba regularmente, ahora era de 6 mil
pesos, lo cual le pareció un atraco a la Santa Madre Iglesia de los pobres, y
no dudó en organizar marchas y protestas afuera de la CFE.
El cura se encontraba, pues, en una serie
de negociaciones para que la empresa federal revisara sus esquemas de cobro,
cuando se dio la noticia de su ausencia.
“No le gustaban las injusticias, para
luchar contra ellas vivía, por eso no dudó en meterse a las protestas contra la
CFE, era una causa del pueblo, y la feligresía exigía su liderazgo”, relató su
colega Aarón Reyes.
Cuando el padre no se encontraba dando misa,
su tiempo lo usaba en obras de acción social o a la prédica de la palabra de
Dios.
Y si no era así, se ponía a leer un libro.
Su favorito, y lectura obligada por las mañanas, cuando iniciaba el día a las
6:00, la Liturgia de las Horas. En esos textos encontraba la sabiduría y
fortaleza necesaria para no desfallecer en el Veracruz gobernado por Javier
Duarte de Ochoa y el México de Enrique Peña Nieto.
“Cuando pasó lo de la electricidad, por
ejemplo, el sermón de ese día lo dedicó a criticar al Presidente Enrique Peña
Nieto pues él en campaña había prometido bajar el precio de la energía, y no
fue así”, remarcó el vocero.
UN
PUEBLO EN LLAMAS
A las pocas horas de darse la noticia del
atentado, repicaron las campanas en la parroquia de los Doce Apóstoles para
llamar al pueblo a una jornada de oración por su pronto regreso y con bien.
Sin embargo, al paso de las horas, y al ver
los feligreses que las autoridades no daban resultados, a alguien se le ocurrió
tomar la carretera 180 Matamoros Puerto Juárez, una de las principales vías de
comunicación entre el norte y el sur del país.
Con el bloqueo, expusieron, sí harían
presión contra el Gobierno para que buscaran al sacerdote. A la protesta se
sumaron grupos de Antorcha Campesina y Pueblos Indígenas Unidos, más otros
liderazgos de la región inconformes con la brutalidad de la violencia en Los
Tuxtlas. Al cumplirse 24 horas de su ausencia, los inconformes tomaron el
palacio municipal de Catemaco para presionar al alcalde, Jorge González, quien
ha tenido la virtud de gobernar en tres ocasiones su pueblo, pero nunca lo ha
sacado del retraso ancestral.
Como el Alcalde no les solucionó nada, se
fueron en vilo sobre una de las patrullas, le echaron combustible y le
prendieron fuego en medio de la plaza pública. De ahí, igual de molestos y
coléricos, marcharon a la casa del presidente municipal, quien nada pudo hacer
para evitar que la turba saqueara su casa y le causada daños.
“Lo del agua al agua”, “eso te pasa por
ladrón y corrupto”, “regresa al pueblo un poco de lo robado”, decían anónimos
responsables del saqueo en la residencia del edil y en una tienda departamental
de la zona centro, donde igual casi todos los negocios cerraron ante la cólera
regada en las calles de Catemaco, pueblo conocido a nivel internacional por la
fama de sus brujos y hechiceros que cada primer viernes de marzo ofician misa
negra, sacrifican un macho cabrío y gallinas prietas con cuya humectan el
cuerpo de doncellas esculturales que se contonean eróticamente en danzas para
El Caballero.
Hasta el cierre de este texto, la situación
era tensa en el pueblo, pero la iglesia católica se desmarcó de los hechos de
violencia. “Es que ya le hemos dicho a los fieles que dejen la carretera, que
vayan a la iglesia para rezar y que el padre regrese con bien, pero no quieren
soltar la carretera”, finalizó el vocero.
EL
CONTRASTE
A poco más de 24 horas del reporte ante
las autoridades por la ausencia del cura Sánchez Ruiz, el Obispo de la Diócesis
de San Andrés, Fidendio López Plaza, desde Acayucan, celebró liturgia en honor
a San Martín Obispo y ahí llamó a toda la grey a sumarse a círculos de oración
por el pronto regreso del ausente, también llamó a la paz y a la cordura a
quienes han reaccionado de manera violenta. Y ahí en Acayucan, igual, la noche
del viernes, mientras en Catemaco comenzaba la revuelta, el párroco Lucas
Sánchez se entregaba al baile y coplas del cantante popular José Manuel
Figueroa, traído al municipio
ganadero para rendir homenaje al santo patrono.