Cuando escuchamos
que en México se empleará un nuevo sistema para aplicar la ley, muchos se
preguntan, cómo será éste y que beneficios tendría para nosotros como ciudadanos.
Si piensan que el proceso legal del nuevo sistema acusatorio, específicamente
en los juicios orales será como el que vemos continuamente en las series
televisivas estadounidense, donde existen salas grandísimas para este tipo de
juicios y que se realizan al interior de un majestuoso y lujoso edificio y
replicado aquí en México, pues están en tremendo error.
En Estados Unidos,
las salas en donde se ve estará el imputado y su defensa, del otro lado, la
víctima y su abogado, al frente de ellos el juez y a la izquierda, el auxiliar
de la sala –quien es el que transcribe todo el proceso. A un lado del juez, el
banquillo –que desconozco el nombre de este espacio- donde son llevados los
testigos y al lado izquierdo de estos, una pequeña tribuna donde se encuentran
un grupo de personas denominados jurados, quienes son los que determinan –tras
haber deliberado de manera cerrada- si una persona es culpable o inocente, y
donde las audiencias son regularmente públicas. Créanme que están totalmente
equivocados y fuera de la realidad, simple y llanamente por que México no es un
país de primer mundo y por lo tanto no cuenta ni con la infraestructura ni la
tecnología para llevar un proceso de ese tipo, ni mucho menos con el personal
capacitado que se requiere para poderla llevar a cabo.
Para empezar las
fiscalías en los países de primer mundo que llevan realizan las investigaciones
están tecnológicamente avanzadas y tienen peritos especializados y actualizados
para poder estudiar las líneas de investigación que un caso les determine. Son
realmente personas con coeficiente intelectual avanzado, pero sobre todo
preparados en la materia. En México, tristemente, podemos advertir que no se
cuenta con absolutamente nada para poder llevar a cabo un sistema que ni los
propios fiscales a cargo lo comprenden, por lo tanto no podemos esperar nada de
sus colaboradores.
Un solo ejemplo, la
Fiscalía Regional Veracruz ubicada en la carretera Veracruz-Xalapa, por el
aeropuerto, donde las instalaciones son por demás cuestionables. Le haré una
descripción [la de Boca del Río está exactamente en la misma decadencia y las
oficinas de peritajes, están peor aún] más o menos detalle de sus condiciones:
Una gran puerta de
cristal –sucia- da acceso a la Fiscalía. De lado izquierdo, se puede apreciar una
pequeña salita de espera conformada con sillas negras en mal estado. Son
realmente pocas, lo cual hace imposible que la gente pueda esperar sentada para
ingresar a interponer sus denuncias o accesar para observar los avances de sus
expedientes. El calor en ese lugar es insoportable, pues no existe aire
acondicionado ni mucho menos ventiladores. Al frente, la recepción, un gran
mostrador maltratado donde detrás de él se encuentra una mujer quien es la que
da acceso a las instalaciones o pide a la gente se siente -donde pueda- para
poder esperar su turno. Su área de trabajo, una computadora vieja, un teléfono
y una libreta.
Existe otro filtro
más adelante, un hombre de edad avanzada que amablemente orienta a las personas
hacia cuál de los tres accesos tiene que ingresar para hacer el trámite
correspondiente. Fue un verdadero placer hablar con él. De los tres accesos
posibles tuve la oportunidad conocer todos, pero ninguno –con relación al
espacio- se veía en mejores condiciones que otro.
Al lado izquierdo del
segundo recepcionista, se encuentra una puerta que te lleva un pasillo en donde
hay pequeños cubículos de lado derecho y mesas tipo escritorios en filas, de
lado izquierdo. Al fondo un fiscal. El desorden es evidente, pero no porque el
personal quiera, sino porque no existe posibilidad en un lugar tan estrecho
tener un espacio libre y organizado. Las computadoras donde capturan las
denuncias, son arcaicas y un trabajador del lugar me confesó que la impresoras
son de ellos, porque el titular no quiso comprar unas nuevas argumentando falta
de dinero. La limpieza del lugar es casi inexistente, pero no importa, porque
mientras la oficina del titular este “pomposa” y bien limpia, el resto es algo
que no le preocupa.
El otro acceso son
unas escaleras y a un lado otra puerta, donde desde afuera se ven los
escritorios más o menos ordenados, de lado izquierdo más cubículos y al fondo
una sala de juntas y luego, al lado, una puerta que da acceso al espacio donde
se supone despacha el fiscal regional.
La zona más fea y
crítica es la superior. Es un verdadero “palomar”, donde el desorden es tan
evidente y desespera. Un nutrido grupo de personas se le puede ver detrás
de los escritorios y a su alrededor, expedientes por todos lados –hasta en el
suelo- que seguramente son los que se mantienen aún abiertos, esperando que se
cumpla el término de la ley –sin hacer un mínimo esfuerzo por resolverlos- para
luego enviarlos al archivo muerto como casos cerrados. No soy pitonisa, pero la
flojera y el burocratismo emanan en el lugar y no hay en verdad la mínima
sospecha de alguien le preocupe no estar haciendo nada. Todo un equipo haciendo
la vulgarmente denominada “hora nalga” y se hay algunas que de plano visitan al
compañero en su espacio y se sientan a platicar plácidamente. No les corre la
vida. Estuve en ese lugar aproximadamente 40 minutos y no vi intención alguna
de dos mujeres que estaban en funciones cerca de mí, de ponerse a trabajar pues
mantenían una conversación incesante.
Las condiciones de
esa zona igual, desagradables. Paredes blancas pero con evidente falta de
mantenimiento. Climas y lámparas en mal estado, escritorios muy viejos con
computadoras que en lo personal ya no recordaba que en algún momento existieron
en la historia de la tecnología.
Una ciudadana se
acercó a uno de los ministerios públicos para solicitar un “papel” que requería
para hacer un trámite que el INFONAVIT le exigía, luego de que su pareja
tenía un año de desaparecido –que pensar de avances en el tema de parte de ese
personal falto de congruencia- y la casa a donde ella habita actualmente estaba
a su nombre. El joven, con una actitud verdaderamente inaceptable, le respondió
a la mujer –que decía ya tenía rato esperándolo y que requería para ese día
dicho documento-: “Me permite, estoy atendiendo a la señora” dirigiéndose a mí.
La mujer de evidente bajos recursos, se hizo a un lado un tanto regañada por el
hombre joven de tez morena y prepotente. Eran aproximadamente las 14:30 horas
de la tarde y en segundos después de mirar el reloj, éste le dijo que ya no la
iba atender a esa hora porque él salía a comer en media hora y regresaba hasta
las 18:00 horas y por ello la podría atender hasta las siete de la tarde-noche.
¿Cuatro horas para comer le otorgan al personal Jorge Winckler? y la
dependencia se queda paralizada pese al exceso de personal que mantiene.
Burocratismo vil y también, falta de servicio de quienes trabajan en el lugar.
En conclusión,
interponer una denuncia en la Fiscalía General del Estado (FGE) es
considerada ya una falacia. Hace unos meses interpuse una en contra de quien
resultara responsable por los daños ocasionados a mi automóvil, al cual lo
impactaron el 07 de julio del año curso afuera de mi domicilio, cuando éste se
encontraba estacionado. Entregué videos del momento del golpe que le dieron a
mi vehículo como prueba –desafortunadamente no se puede apreciar el número de
placas- en donde se veía perfectamente el color del auto, la marca y la forma
de como la persona que operaba la unidad, colapsaba con mi vehículo.
Ese mismo día en mi
desesperación por intentar dar con el paradero del sujeto que golpeó a mi
coche, detecté un carro en el fraccionamiento donde resido, del mismo color del
vehículo que le pegó a mi unidad y con un golpe en la parte del copiloto que
coincidía con los daños de vehículo. Mandé fotos por WhatsApp al Policía
Ministerial que llevaba mi caso y éste más tarde, se puso en contacto con una
servidora para determinarme que la unidad que yo le había señalado no era quien
había golpeado mi automóvil, por las características del vehículo –era un auto
mucho más grande- y por la forma del golpe que tenía, se descartó. En la
audiencia que tuve el lunes pasado, el fiscal a cargo de la investigación,
irónicamente y con la finalidad de hacer como que trabajaba, me dijo que la
única línea de investigación en la que se había concentrado era sobre el
reporte del auto que localicé en mi fraccionamiento. Es decir perdió un tiempo
valioso –dos meses- y se concentró en investigar un hecho ya descartado. “No se
puede descartar nada (…) Aunque honestamente el dueño de ese carro no ha venido
a comparecer”. Es decir, no habían hecho absolutamente nada por el tema.
Se tomaron dos
meses para retomar la misma línea de investigación y que seguramente me dirán
lo que ya sé, que no es el auto que le pegó al mío. Y jamás instauró otras
líneas de investigación, y se concentró absurdamente en un hecho que ya no
tenía ni caso indagar. Nunca solicitó a Sefiplan registros de los autos
inscritos en la zona, jamás realizó la estrategia de mandar a Policías
Ministeriales a pedir a los talleres de laminación sobre un auto de las
características que resaltan en el video, ni tampoco les indicaron a los
policías ministeriales que realizaran un recorrido en la zona para detectar el
automóvil.
Hoy, a dos meses,
después de no haber hecho nada, el fiscal a cargo, me dice que realizará otra
acción. Le pidió a uno de sus colaboradores que ordenara a la Policía
Ministerial (PM) que detectaran las cámaras de vigilancia instaladas en la zona
para ver otro ángulo del auto. A dos meses, pretende obtener evidencias de ese
tipo, a dos meses de distancia cuando las grabaciones sólo prevalecen en los
dispositivos 15 días. 60 días tuvo y con videos en mano la FGE y no pudo dar
con un auto que se dio a la fuga para que pagara los daños que originó por un
descuido o un “borrachazo”.
¿Qué pueden esperar
las personas que mantienen procesos abiertos por asesinatos, desapariciones o
secuestros de algún familiar?
¿Qué pueden esperar
los familiares de los colegas asesinados?
¿Qué pueden esperar
los colectivos de que la FGE quiénes esperan que les dé resultados sobre los
cuerpos que fueron localizados en fosas clandestinas?
¿Cómo podemos
pensar que Jorge Winckler Ortiz pueda estar dando resultados, si realmente está
simulando hacer justicia?
¿Cómo creerle
cuando lo único que vemos es que hace política con la justicia y no muestra
realmente ningún tipo de seriedad a favor del dolor de miles de veracruzanos?
¿Cómo podemos
pensar que tiene un personal calificado cuando vemos instalaciones realmente
cayéndose a pedazos y a personal que transcriben las denuncias de los
ciudadanos que asisten a la FGE y no saben ni escribir su nombre correctamente?
Denuncias con
faltas de ortografía y horrores de sintaxis. Cómo podrías pensar que este
personal sin ningún tipo de capacitación pueda aplicar adecuadamente el nuevo
sistema penal acusatorio tan ambicioso.
¿Cómo pretende que
ese mismo personal sin elementos de ningún tipo, pudiera operar con destreza
las tecnologías en el caso de que pudieran invertir en ellas, sino saben operar
el equipo arcaico que tienen?
¿Cómo podríamos
pensar que la FGE tiene policía cibernética, cuando las instalaciones se están
cayendo a pedazos –hasta los baños están peores que en las terminales de
segunda de un rancho-, no tienen ni equipo de cómputo aceptable, ni impresoras,
ni tampoco se pueden intercomunicar vía satélite o internet con otras
dependencias como la Policía Federal o Estatal en el caso de robos de autos o
secuestros?
La Fiscalía en el
estado de Veracruz –desconozco las condiciones de éstas en otras partes del
país- está sobreviviendo, simulando y burlándose de los ciudadanos;
argumentando que hacen investigaciones serias, cuando desafortunadamente no
hacen absolutamente nada. Un caso tan simple como el que presenté no lo pueden
resolver, teniendo evidencias en las manos; imagínese usted amable lector, la
causa por la que no avanzan –ni avanzarán- en el tema de desapariciones y
secuestros. No tienen ni la remota idea de cómo hacer su trabajo.
Desafortunadamente el
poder judicial intenta trascender, dar un salto a un sistema de vanguardia como
la que se ejecuta en el resto del mundo, utilizando mecanismos y tecnologías
que fueron utilizados en el siglo pasado. Pretende ponerse al nivel de países
de primer mundo, en donde existen verdaderos científicos encargados en llevar a
cabo las investigaciones, logrando resolver casos verdaderamente complicados, y
hasta se pueden dar el “lujo” de dar con los infractores.
México se encuentra
detenido por la corrupción y la impunidad. Es un país en donde los políticos
desvían a manos llenas el presupuesto de sus dependencias a sus cuentas
personales, impidiendo con ello, competir con cualquier país de primer mundo.
Un país como el nuestro, en un estado como Veracruz, donde el fiscal
General del Estado, está más preocupado por bajar de peso, por servirse desde
su posición para ordenar a sus aviadores a instaurar campañas de odio en contra
de la prensa en Veracruz, quienes han profanado su confort y servilismo con el
ejecutivo estatal. Un fiscal que está más preocupado por llevar al dedillo las
órdenes de su jefe supremo y politizar su paso en la FGE. Por mantener más en
los penales a presos políticos –como a José Carlos Guevara Moreno- que a los
verdaderos delincuentes –Pascual y sus secuaces-. Y cuando a sus amigos no les
queda más que llevarlos a la cárcel –por asesinato- los mantiene
estratégicamente en hospitales en la zona VIP argumentando que están enfermos,
para brindarles privilegios.
Una realidad
deshonrosa, de alguien que cuando operaba como simple abogado defensor, padeció
cada una de las vilezas de Luis Ángel Bravo Contreras y hoy, de la misma forma,
atropella a quienes solicitamos que haga uso de sus facultades; constatando que
ni un cambio se logró con su llegada y hasta podemos decir, que estamos peor
que cuando estábamos “jodidos”.
Quejas y
comentarios: