México.-
Era cuestión de tiempo: la realidad pesa y pesa mucho. El
Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien gusta de
decir que él “se dobla pero no se quiebra”, hoy se ha doblado ante el
gran capital financiero del “mundo neoliberal”.
Hoy, en
el marco de su conferencia matutina, López Obrador firmó una carta
compromiso con tres instituciones financieras internacionales de gran calado
(HSBC, JP Morgan y Mizuho), con el fin de renovar líneas de crédito con
vencimiento hacia finales de 2019 y principios de 2020.
Se trata
de un paso previo para poder ser sujeto de nuevos financiamientos y generar,
así, un buen ánimo en los mercados financieros internacionales que él, López
Obrador, tanto desprecia y rechaza desde su retórica populista y
estatista.
Vaya, en
pocas palabras está renegociando parte de la deuda de México con el
propósito de darle un respiro y un margen de maniobra a la abatida y asfixiada
empresa Petróleos Mexicanos (PEMEX). No podía ser de otro modo: el peso de
la realidad es imbatible.
Este
acuerdo con la “odiosa” banca internacional “neoliberal” se logra tras cinco
meses de negociación, y
permite el refinanciamiento de deuda hasta por un monto de 2,500 millones de
dólares, así como la renovación de dos líneas de crédito revolvente hasta por
un monto total de 5,500 millones de dólares. Así lo acaba de anunciar PEMEX mediante
un comunicado.
“Este
acuerdo se sitúa como la operación bancaria más grande de una empresa de
energía en Latinoamérica, así como la operación bancaria más grande en la
historia de Petróleos Mexicanos”, dice la improductiva “empresa
productiva” del Estado Mexicano.
Se trata
de un signo positivo por parte del gobierno de López Obrador. Alguien (Urzúa-Herrera) le
abrió los ojos ante la cruda y dura realidad. Si quiere “salvar” a PEMEX,
no hay de otra: hay que negociar con la banca internacional del “mundo
neoliberal”. Hay que generar confianza en los mercados internacionales del
dinero, no sólo para sanear las finanzas de PEMEX sino
también, y sobre todo, para que siga fluyendo la Inversión Extranjera
Directa a un país que la necesita con urgencia, un país
llamado México.
Ojalá que
el gobierno de López Obrador se baje de su absurda y fanática
retórica anti-neoliberal y, en cambio, siga el camino del pragmatismo
político que transitaron “Lula” da Silva, Evo Morales y Rafael Correa:
echar pestes de vez en cuando, con fines populacheros, contra el “gran
capital”, mientras negociaban con éste nuevos porcentajes de distribución de
los dividendos. Es lo sano y es lo viable: juego de ganar-ganar.
Ahora,
para coronar esta renegociación de la deuda de PEMEX, sería
positivo que, para seguir saneando las finanzas públicas y seguir fortaleciendo
la economía nacional, López Obrador anuncie la cancelación del absurdo
proyecto de Dos Bocas y la recuperación del promisorio aeropuerto de Texcoco.