Juan Pablo Proal
AYAPANGO, MÉX. (Proceso).- “El presidente sólo viene de vez en cuando, si acaso una vez al mes”, dicen los lugareños. No son giras de trabajo; por el contrario: Felipe Calderón se encierra en el rancho San José, una propiedad que no es nada ostentosa ni está a su nombre, pero en la que ya se construye un cuartel militar y se muda el basurero que colindaba con el predio, en tanto que el ayuntamiento recibió una solicitud para introducir agua potable, con recursos municipales.
Es la estancia de placer de la pareja presidencial…
El rancho se ubica en este municipio, Ayapango, un “pueblo con encanto del Bicentenario”, según lo llama el gobierno de Enrique Peña Nieto; una comunidad marginada, con problemas de agua, desempleo y migración, según la describen sus habitantes.
El secretario general del ayuntamiento, Édgar López Aguilar, dice que Diego Heriberto Zavala Pérez, suegro de Calderón, compró la finca a mediados de la década pasada. En el Registro Público de la Propiedad del Estado de México el rancho parece no existir, pues no aparecen los documentos correspondientes, y los dos militares que custodian la entrada niegan que pertenezca a los familiares del presidente.
Pero el rancho existe y el gobierno federal lo reconoce. De noviembre de 2006 a la fecha, la Presidencia de la República ha desembolsado 4 millones 618 mil pesos para adecuar el lugar de descanso, habitado la mayor parte del tiempo por los suegros de Calderón. Ese presupuesto incluye la construcción de un cuartel militar, de acuerdo con las solicitudes de información 0210000115009 y 0210000114709, publicadas en la página del IFAI.
El gasto de recursos públicos abarca: 2 millones 882 mil 744 pesos en materiales de construcción; 51 mil 750 del “proyecto ejecutivo”; 784 mil 465 pesos en material eléctrico; 248 mil 676 pesos para renta de sanitarios; 220 mil 7 pesos de una planta de luz; 71 mil 315 pesos en una toma de agua; 72 mil 42 pesos de un pararrayos, y 287 mil 683 pesos en equipamiento.
Adicionalmente, la Presidencia de la República gastó el año pasado otros 144 mil 424 pesos en hospedaje y alimentación, más 85 mil 126 pesos en transporte.
Esporádicamente, las aspas del helicóptero presidencial sacuden la zona enclavada en las faldas de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl. Calderón llega escoltado por el Estado Mayor Presidencial. Las visitas suelen ser un sábado al mes, por la tarde.
Por tierra, el paseo es distinto. Para llegar aquí hay que pasar por Chalco, todavía inundado de aguas negras por las lluvias de febrero. El tránsito es lento.
Después de esto, letreros que ofrecen estancias maravillosas en sitios a los que se califica de “paradisiacos” comienzan a inundar la carretera en la zona de Amecameca, a unos minutos de llegar al rancho de los suegros de Calderón: “Parque de los Venados Acariciables”. “Pase un día con tigres”. “Parque ecológico rancho La Mesa”.
La mayoría de los 5 mil 947 pobladores de Ayapango debe utilizar las combis que los comunica con Amecameca-Chalco y el Distrito Federal, casi su única fuente de empleo. Sin tráfico, el recorrido toma dos horas; los congestionamientos suelen hacerlos durar el doble.
Benigno Valencia López es de los pocos habitantes que decidió quedarse en el pueblo. Es agricultor, siembra avena, maíz y frijol justo a un lado del rancho de los Zavala.
“Aquí ya casi nadie vive; se van al Distrito Federal para hacerla de policías”, lamenta con el rostro prieto, agrietado por el sol.
La primera impresión del lugar es grata. El pueblo se caracteriza por sus angostas calles empedradas con banquetas perfectamente pintadas. La mayoría de las casas fueron inspiradas en un estilo afrancesado y están construidas con adobe y piedras rojizas. Predominan los techos a dos aguas, con oscuras tejas de barro. Por su apariencia, Televisión Azteca decidió filmar aquí, en 2009, la telenovela Enteramente tuya.
Tras bambalinas, lejos de ser una comunidad próspera, Ayapango está sumida en la pobreza.
“Podemos tocar en las casas y a veces nos encontramos con gente que no tiene qué comer en sus hogares”, expone el secretario general del ayuntamiento, Édgar López Aguilar, quien se queja de las magras participaciones hacia el municipio, considerado “de marginalidad muy baja”.
En los hechos, las autoridades locales estiman que casi dos terceras partes de la población del distrito de Pahuatlán emigró a Canadá o Estados Unidos.
“Nosotros creamos nuestro propio empleo. Ya quedan muy pocos; la mayoría huye al Distrito Federal”, secunda José Pilar Peña, productor de leche desde hace 50 años. No es cualquier personaje: es compadre del suegro del presidente.
Un día, Diego Zavala le pidió a José Pilar reforestar el rancho San José, sembrado de maíz, avena y alfalfa. Él accedió, y gracias a su trabajo se estrechó la relación. Zavala apadrinó el bautizo de su hijo, Antonio Peña Reyes.
José Pilar Peña es testigo de la prosperidad de Diego Zavala: “Ha comprado algunas hectáreas más”, dice, y calcula que actualmente el predio tiene unas 20. Empleado del rancho entre 1995 y 1997, dice que actualmente trabajan ahí alrededor de 10 habitantes de Ayapango.
Como a muchos en el pueblo, las lluvias de febrero le pegaron a José Pilar Peña. Él y otros 20 productores de leche estuvieron a punto de perder las pocas vacas con las que elaboran sus quesos artesanales.
Dos ancianos quisieran que llegara más agua, pero a sus casas… Aseguran que desde la llegada de los Zavala el suministro comenzó a escasear. Uno de los habitantes más viejos del pueblo se queja de que al menos dos veces por semana el agua ya no llega a su vivienda.
López Aguilar cuenta que hace 12 años los suegros de Calderón pidieron que el ayuntamiento, con sus propios recursos, estableciera una red de agua potable para alimentar al rancho, ubicado a 10 minutos de la cabecera.
El entonces alcalde accedió, pero la comunidad se lo reprochó airadamente. Mercedes Gómez del Campo, madre de Margarita Zavala, “dijo que mejor lo dejara así, que no quería tener problemas con la población”.
No es el único problema que ha tenido la propiedad de los suegros de Calderón. Cualquier habitante del lugar que quiera pasar por el camino del rancho San José se enfrenta con un retén de dos soldados que suelen catear a los intrusos e impiden el paso de vehículos.
En la zona destaca un tractor. El operador de la maquinaria confió que fueron contratados para deshabilitar el basurero municipal, que colinda con la propiedad, y pasarlo enfrente, donde no afecte a los Zavala.
A simple vista, más allá de otros cuatro soldados que custodian la entrada al rancho San José, el inmueble parece integrado sólo por una modesta casa de un piso, un área verde donde pastan 10 vacas y decenas de metros de terreno baldío.
El ayuntamiento no autorizó la construcción del cuartel, aunque el Estado Mayor Presidencial justifica la obra porque es su deber “garantizar la seguridad del presidente”, según el artículo cuarto de su reglamento. De cualquier forma, en ese paraje no se percibe cuartel alguno.
La inversión del gobierno federal también incluyó una cancha de futbol rápido, construida con recursos de la Sedesol.
Esta nueva área deportiva luce desierta, como el resto de Ayapango, donde 4 mil 25 de los 5 mil 947 pobladores no es derechohabiente de los servicios de salud, una de las tantas razones por las que migran al Distrito Federal.
Aquí, las comodidades son para los turistas, para quienes pueden pagar más de 2 mil pesos por un masaje en el spa de la hacienda La Ratana, para los productores de telenovelas o para el presidente de la República y sus familiares.
FUENTE: http://www.proceso.com.mx/rv/modHome/detalleExclusiva/77467