
Todo esto, acompañado por el abierto apoyo a otro “Delfín jorobado”, llamado así porque está “torcido de origen”, como lo es Javier Duarte de Ochoa, quien ha crecido a su imagen y semejanza de Fidel. Quiere compararse con Herrera Beltrán, el hombre que rompió esquemas y alcanzó su sueño, de ser Gobernador de Veracruz. Javier Duarte, quien ha tenido una historia muy diferente a la de su mentor y no ha tenido trascendencia antes de ganar su padrino la gubernatura, salta al campo político para ser el hombre fuerte, como otros tantos, que se han beneficiado por tener la venia del ejecutivo estatal.
Este sexenio, diferente a todos los demás recordados, se ha impuesto la imagen de Fidel Herrera ante cualquiera que desee hacer su lucha por emerger como posible aspirante a la gubernatura, pues el propio ejecutivo estatal no lo ha permitido. Ante una dura imagen, la debilidad de Fidel es Javier Duarte de Ochoa, a quien algunos opinan ser considerado como su cuarto hijo y desde su integración al gabinete, es su brazo derecho para hacer y deshacer a su antojo, el manejo de los recursos estatales, utilizándolo como operador político y engrandeciéndolo con una soberbia desmensurable, además de venderle la idea de ser en un futuro, Gobernador de Veracruz.
Años luz de distancia vislumbramos ante este demente plan, pues no han considerado a los que por muchos años, han tenido la facultad de designar al candidato priista: La Dirigencia Nacional del PRI. Aún con el afán se destinaron: todo el aparato estatal y recursos a merced de la candidatura federal, para inflar con compresora la diputación de Javier Duarte para ganar el distrito de Córdoba y quien nadie lo conocía hace años en ese municipio. Hoy lo manejan como un Candidato “idóneo y fuerte” para la Gobernatura de Veracruz con mucho dinero.
Las copias nunca fueron buenas y pensar que Javier Duarte de Ochoa ha trabajado en su imagen, lo dudamos, pues su exceso de peso vuelve a bajar o a subir, como la bolsa en Nueva York, su largo cabello engomado por tanto gel, su voz de un niño de seis años y la nula presencia ante los escenarios, pues lo menos que tiene es ser buen orador, capacidad de mando y ni tampoco, imponer su imagen como líder de los veracruzanos. Lo que vemos cada vez que asiste a un evento, es un hombre perseguido por una nube de “lambiscones y pediches”, escuchando las constantes zalamerías y adulaciones, las cuales son creídas en su totalidad por este exsecretario de Finanzas.
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