Mirar la serie documental The Vietnam War –en
total, dura 18 horas–, de Ken Burns y Lynn Novick, es una experiencia
conmovedora. Es imposible que quien la vea –ya sea que haya servido en las
fuerzas armadas de Estados Unidos durante el conflicto bélico, o que se haya
manifestado en la calle para acabar con esa guerra– no sea tocado por este
documental. Las escenas de combate son potentes, los relatos de los veteranos
estadounidenses y soldados vietnamitas que pelearon en ambos lados son
convincentes.
En términos humanos, el saldo de víctimas mortales de la guerra es
pasmoso. Cerca de 58.000 estadounidenses y entre dos y tres millones de
vietnamitas, muchos de ellos civiles, murieron en el conflicto. El número de
heridos es incalculable. Muchos de los veteranos estadounidenses sufren estrés
post-traumático (PTSD, por sus siglas en inglés). Se han suicidado más veteranos
de EEUU de la guerra de Vietnam que los que han muerto en la guerra misma. Sin
embargo, estas cifras no bastan para contar toda la historia de la guerra.
Estados Unidos se implica en la
guerra química
Una de las más graves omisiones de la serie es que desestima los
estragos ocasionados por las fuerzas armadas de Estados Unidos en gran parte
del territorio de Vietnam como consecuencia del rociado de herbicidas químicos
que contenían el veneno llamado dioxina; el más conocido de ellos era el ‘Agente
Naranja’ (AN, en adelante). Este es uno de los más trágicos legados de la
guerra de Vietnam. Aun así, aparte de unas pocas y breves menciones, las
víctimas del AN/dioxina, tanto vietnamitas como estadounidenses, casi no
aparecen en al documental. Aun más importante, los daños todavía en curso
causados por esta guerra química no son mencionados.
El AN/dioxina era un arma química de efecto defoliante elaborada por las
empresas estadounidenses Dow y Monsanto; fue rociado por las fuerzas armadas de
Estados Unidos entre 1961 y 1971. La dioxina es uno de los venenos más tóxicos
conocidos por el ser humano.
Unos tres millones de vietnamitas y miles de soldados estadounidenses y
aliados estuvieron expuestos al AN/dioxina.
El gobierno de Estados Unidos era
conciente de que el empleo de venenos como arma de guerra estaba prohibido por
la ley internacional desde mucho tiempo antes de que autorizara su utilización
en Vietnam. De hecho, ese mismo gobierno retiró de la circulación un informe de
1965 llamado Bionetics study (Estudio de la
bionética), que demostraba que la dioxina provocaba muchas deformaciones
fetales en animales de laboratorio. Hasta que no se filtraron los resultados de
ese estudio el uso del AN/dioxina no se suspendió.
Horrorosas deformaciones fetales
Es frecuente que las personas expuestas al AN/dioxina tengan hijos y
nietos con graves enfermedades y minusvalías congénitas. En la comunidad
científica internacional, la opinión de que la exposición al AN/dioxina provoca
ciertos tipos de cáncer, anormalidades reproductivas, deficiencias
inmunológicas y endocrinas y daños en el sistema nervioso es prácticamente
unánime. En Vietnam, continúan naciendo víctimas de segunda y tercera
generación; lo mismo ocurre en Estados Unidos con los veteranos del ejército de
EEUU y los estadounidenses de origen vietnamita. Para muchos de ellos y su
progenie, el sufrimiento persiste.
Mai Giang Vu sufrió exposición al AN mientras servia en el ejército de
Vietnam del Sur. Transportaba bidones con productos químicos que serían
rociados en la jungla. Sus hijos no podían andar ni moverse normalmente. Poco a
poco, sus extremidades se deformaban y solo podían arrastrarse. Con 18 años,
estaban postrados en cama; uno de ellos murió a los 23 años de edad y el otro a
los 25.
Nga Tran, una mujer franco-vietnamita que era corresponsal de guerra en
Vietnam, estaba allí cuando las fuerzas armadas de EEUU empezaron a rociar
defoliantes químicos. Una vez, la envolvió una gran nube de AN. Poco después de
nacer, la piel de su hija empezó a desprenderse; no podía tener contacto físico
con persona alguna. La niña no creció; nunca superó los tres kilos –su peso al
nacer–, hasta que murió cuando tenía 17 meses. La segunda hija de Tran sufría
talasemia alfa, una anemia genética casi desconocida en Asia. Tran vio a una
mujer que dio a luz una “bola” sin forma humana. Muchos niños nacen sin
cerebro; otros emiten sonidos no humanos. Hay víctimas que nunca han podido
ponerse de pie; se arrastran y apenas pueden levantar la cabeza.
Rosemarie Hohn Mizo es la viuda de George Mizo, que combatió en Vietnam
en las filas del ejército de Estados Unidos. Después de que se negara a hacer
un tercer periodo de servicio, se le formó un consejo de guerra, pasó dos años
y medio en prisión, y fue dado de baja y degradado. Antes de morir afectado de
una enfermedad asociada con el AN, Mizo colaboró en la fundación de la Ciudad
de la Amistad, donde las víctimas vietnamitas viven en un ambiente de apoyo.
La doctora Jeanne Stellman, autora
del fundamental artículo “Agent Orange” publicado por la revista Nature, dijo, “Este es el
mayor desastre medioambiental [antinatural] del mundo”.
La doctora Jean Grassman, del instituto Brooklyn de la Universidad de
Nueva York manifiesta que la dioxina es un potente modificador celular que
altera las secuencias de reacciones bioquímicas implicadas en los procesos
metabólicos y afecta los sistemas corporales. Dijo que los niños son muy
sensibles a la dioxina; la exposición intrauterina o postnatal a la dioxina puede
ocasionar alteraciones en el funcionamiento inmunológico, neurológico y
hormonal. La mujer pasa a sus hijos los efectos de la exposición a la dioxina
tanto dentro del útero como con su leche al amamantar.
Estos son algunos de los testimonios escuchados en el Tribunal Popular
Internacional de Conciencia en Apoyo de las Víctimas Vietnamitas del Agente
Naranja, realizado en 2009 en París.
Una hueca promesa de indemnización
En 1973, en ocasión de los Acuerdos de Paz de París, la administración
Nixon prometió que, acabada la guerra, contribuiría con 3.000 millones de
dólares para indemnizar y reconstruir Vietnam. Esa promesa todavía no se ha
cumplido.
En 2004, tanto los veteranos estadounidenses como las víctimas
vietnamitas demandaron a las empresas químicas que fabricaron el Agente Naranja
y otros defoliantes a sabiendas de que contenían una innecesaria cantidad letal
de dioxina. Las víctimas fueron impedidas de entablar juicio al gobierno de
Estados Unidos sobre la base de la doctrina de la inmunidad soberana. Pese a
que en un pleito anterior se había acordado indemnizar a los veteranos
estadounidenses por algunas enfermedades asociadas a la exposición al AN y
otros herbicidas, el gobierno de EEUU y las empresas químicas sostuvieron ante
los tribunales –y continúan haciéndolo hoy– que no había evidencias que
confirmaran una conexión entre exposición y dolencia.
Las acciones de algunos grupos de veteranos y otros en favor del cuidado
de quienes habían combatido en Vietnam dieron como resultado un esquema de
indemnizaciones gestionado por la Administración de Veteranos. A partir de este
esquema, se pagan miles de millones de dólares cada año a ex combatientes que
pueden demostrar que estuvieron en una zona contaminada de Vietnam y sufren una
enfermedad asociada con la exposición al AN.
Desgraciadamente, los vietnamitas expuestos al mismo agente en una
escala sin precedentes en la guerra moderna fueron dejados a la intemperie. El
hecho de que no se incluyera esta parte de la historia en el documental de
Burns y Novick es moralmente inaceptable. Ciertamente, se podría alegar que
incluso la mención del AN en la serie televisiva fue muy engañosa. Por ejemplo,
en el último episodio, el comentarista habla de la campaña de rociado de
defoliante pero lo hace sobre un verde telón de fondo de praderas y feraces
cultivos.
Las acciones del gobierno de Estados Unidos y los fabricantes
estadounidenses del AN y otros letales defoliantes constituyen un atentado
moral. El gobierno de EEUU financió la limpieza del aeropuerto de Danang,
apenas uno de 28 “puntos calientes” todavía contaminados con dioxina. Pero
estos trabajos ignoran el daño ocasionado a la gente que vive allí y se
alimentan de los vegetales, los animales y el pescado de la zona circundante.
Todos esos puntos calientes deben ser reparados.
Ley de ayuda a las víctimas del
agente naranja, de 2017
En 2017, la diputada demócrata por California Barbara Lee presentó el
proyecto de ley H.R. 334, de “Ayuda a las víctimas del agente naranja”; contaba
con otros 23 proponentes. La ley conduciría a la limpieza de la contaminación
con dioxina y arsénico todavía presente en Vietnam, proporcionaría ayuda al
sistema de salud pública de Vietnam en relación con los tres millones de
vietnamitas afectados por el AN. También ampliaría la ayuda a los hijos de los
ex combatientes varones que sufren el mismo conjunto de defectos congénitos
cubiertos en el caso de hijos de mujeres veteranas. Habilitaría la
investigación sobre el alcance de las dolencias relacionadas con el AN en la
comunidad vietnamo-estadounidense y le proporcionaría asistencia. Por último,
apoyaría la investigación farmacológica y epidemiológica sobre los efectos del
AN.
Marjorie
Cohn es profesora emérita en la Facultad de Derecho Thomas Jefferson y
ex presidenta del Colegio Nacional de Abogados. Escribe, da conferencias y hace
periodismo en relación con los derechos humanos y la política internacional de
Esatados Unidos. Su libro más reciente es Drones
and Targeted Killing: Legal, Moral, and Geopolitical Issues (Drones y
asesinatos selectivos; cuestiones legales, morales y geopolíticas asociadas)
Jonathan
Moore fue uno de los abogados que entablaron una demanda para conseguir
que se indemnizara a los vietnamitas que sufrieron exposición al AN/dioxina.
Traducción del inglés para Rebelión de Carlos Riba García
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