Por: José Miguel Cobián
Cuando inicia una ola de violencia en cualquier parte del país, los ciudadanos se esconden en sus casas, los viajeros dejan de visitar el lugar, y los turistas le huyen como si fuera foco de infección. La economía sufre, los prestadores de servicios ven mermados sus negocios y la población pierde libertad de tránsito y de diversión.
Creo firmemente que debemos romper esa inercia, especialmente en el puerto de Veracruz. Las autoridades, tanto el gobierno del estado como la secretaría de marina están en lo suyo, y el resto de los veracruzanos podemos y debemos poner nuestro granito de arena.
En lo personal no estoy dispuesto a que nada ni nadie me quite la posibilidad de disfrutar de la zona Veracruz-Boca del Río. Yo no soy enemigo de nadie, ni estoy involucrado en la ¨guerra¨. Mi única opción como medida de protesta y como defensa de mi libertad es continuar con mi vida como siempre y encomendarme al Creador.
Veracruz ha sido vanguardia en nuestro México en muchas cosas, y podría serlo aún más, si ponemos esta estrategia en práctica. Los veracruzanos son valientes por naturaleza, alegres y bullangueros. Unos días de momentos difíciles, mientras se controla la situación no van a hacer que perdamos nuestras principales características.
He visto personas corriendo en las mañanas, por los mismos lugares dónde un día antes se realizaron hechos violentos. He visto personas que tuvieron que cubrirse debajo de una mesa, volver a salir a cenar en menos de siete días. He visto hombres y mujeres, que pasean y siguen paseando, disfrutan y siguen disfrutando del primer puerto de América, a pesar de lo que pase y sobre todo, a pesar de lo que se diga en la rumorología veracruzana, materia en la cual, los veracruzanos también son expertos.
Esa actitud valiente y confiada en nuestras autoridades, pero sobre todo en la Voluntad de Dios, es lo que hace de Veracruz un lugar diferente. Ese controlar el miedo y continuar con la vida conforme cada uno lo desea es un mensaje que se le envía a todo el país y al mundo. ¨La vida en Veracruz sigue. El puerto se sigue disfrutando, hay orden y tranquilidad, salvo algunos hechos aislados que nadie niega¨.
Salir un día vestidos de blanco y con una velita encendida sirve, pero sirve mucho más salir todos los días, continuar con la confianza y no temer. Cada uno de nosotros tiene una fecha ya definida para irse de este mundo, fecha que nada ni nadie puede cambiar. Así, mientras nos llega esa fecha, podemos seguir apoyando a nuestra capital turística, con nuestro ejemplo, con nuestra participación en actividades colectivas, con el apoyo a los prestadores de servicio que cuando no es temporada turística viven y dependen de los consumidores locales.
No podemos permitir que a Veracruz le pase lo mismo que a Acapulco, que se convierte en tierra de nadie, en un páramo dónde la industria turística esta agonizante, y dónde nadie quiere ir por miedo, pues los mismos acapulqueños han aceptado un toque de queda que nadie decretó, y han herido de muerte la principal vocación de su ciudad.
Veracruz es industrial, Veracruz es actividad portuaria, Veracruz es actividad comercial, y también actividad turística. No podemos ni debemos permitir que sea herido de muerte. La población también tiene un rol que jugar en este macabro y breve sainete.
Ni siquiera es un acto heroico como el de aquél joven chino que en la plaza Tiannamen detuvo con su entereza y firmeza una columna de tanques represores. Esto es mucho más sencillo: Continuar con nuestra vida cotidiana en todo el estado, y cuando sea necesario, siempre con ciertas precauciones y mayor atención, continuar con nuestra participación en la vida alegre del estado. NADA NI NADIE NOS VA A ROBAR LA ESENCIA DE LOS VERACRUZANOS. No debemos renunciar a ser como somos y mucho menos a apoyar una fuente de desarrollo económico como lo es el turismo. No es labor de uno, es labor de todos.
@jmcmex