20 de agosto de 2011

Veracruz: “Entre balaceras, delincuencia organizada y muertos”

Hablar de las balaceras tanto en el estado como en la conurbación Veracruz-Boca del Río suele ser para muchos un tema por demás recurrido entre los columnistas locales, y que para muchos ciudadanos suelen considerarlo soso y aburrido. Existen quienes argumentan: “escriban lo que no sepamos”; el problema amable lector, que pese a intentar tomar la postura de las autoridades de “no pasa nada”, la cruda realidad nos devuelve y arroja a la cara la crudeza de nuestra situación.
 
El pasado 13 de agosto, el médico cirujano del Hospital General Regional, Irving Noè Hernández Díaz, fue parte de las estadísticas de las víctimas del crimen organizado y de la insensibilidad de los militares –llámense Ejército Mexicano o Marina- al encontrar la muerte luego de protagonizar un accidente vial, en donde los sicarios al intentar huir estamparon su automóvil con el vehículo del galeno, a la altura de Mina y Flores Magón.

Lo más terrible del asunto, es que al parecer la situación rebasa la capacidad real de las autoridades estatales, de las cuales no se ha visto mucho. El escenario de los hechos lo ofrece la encuesta realizada entre los cibernautas por parte del portal agendamx, quien realizó un sondeo del 11 al 13 de agosto del 2011 con el siguiente cuestionamiento: ¿Creen que Javier Duarte castigue a los funcionarios corruptos de Veracruz?, en donde el 84 por ciento de los ciudadanos considera que no los castigará y el 16 por ciento respondió que sí.

Evidentemente quienes habitamos la entidad veracruzana, tenemos una vivencia directa de la cruda realidad; un familiar, un amigo o un conocido que haya padecido en carne propia de la inseguridad y sobre todo, de la forma en que una víctima de las circunstancias –quien este en el lugar y momento equivocado- de ser un trabajador común y corriente es tratado por parte de las autoridades estatales de forma súbita a ser un “sicario” o halcón.

Para muestra un botón fue la situación que se vivió en municipio de Veracruz el día de ayer aproximadamente a las 18:00 horas en el bulevar Ávila Camacho a la altura del Acuario de Veracruz, cuando desde un automóvil en movimiento unos individuos lanzaron una granada alcanzando a paseantes que deambulaban en la explanada de la misma. El reporte oficial marcó cuatro muertos, –posiblemente radio bemba determinará la cifra real de muertos y heridos- este suceso se perpetró luego de que suscitaron en la conurbación una serie de enfrentamientos en diversos puntos.

Como siempre los militares no lograron capturar a los agresores, y la impunidad logra adelantarse en el marcador, pues en ocasiones se “escapan” o cuando logran capturarlos, en la subprocuraduría regional con una “módica” cantidad los liberan casi inmediatamente de haber llegado.
 
Antes del granadazo en el Acuario, alrededor de las 17:15 horas, se protagonizó una balacera en el tianguis de Boca del Río, entre comandos armados; de acuerdo a los testigos oculares el enfrentamiento se suscitó posterior a una persecución de un grupo delictivo a una camioneta Ford Ranger color blanca, impactándose esta contra un vehículo que esperaba la luz verde del semáforo; el colapso fue aprovechado por el otro grupo de sicarios, rafagueando la camioneta, en donde murieron los cuatro presuntos delincuentes.

El gobernador del estado, Javier Duarte de Ochoa arribó a la zona del Acuario, situación “mal tomada” por quienes se encontraban en la zona, ahí mismo le reclamaron por la incapacidad de su gobierno, situación que propició que el ejecutivo estatal pusiera tierra de por medio pues no logró ofrecer una “justificación” de la situación en la que se encuentra atrapada nuestra conurbación.

Las redes sociales estallaron, los ciudadanos veracruzanos acusan a las autoridades de no poder controlar la situación y externan la forma de exigirle al empleado de los veracruzanos –Javier Duarte de Ochoa- que cumpla a los ciudadanos. Hasta existen quienes piden asesoría de cómo derrocar al ejecutivo estatal y sus compinches. Un golpe de estado, para muchos veracruzanos no es mala solución; pues ya son muchos los que opinan abiertamente en espacios como Facebook y Twitter que Javier Duarte de Ochoa le queda grande el puesto de gobernador.

La realidad es que aun falta que corra mucha sangre –de sicarios, de militares y de ciudadanos-. Al parecer el problema es realmente complejo, debido a que la “plaza” está siendo peleada por el cartel del Golfo y los innombrables. El primero se ha convertido para los veracruzanos en un mal necesario; el líder de este grupo está siendo considerado como el “redentor” y ha logrado que muchos ciudadanos finquen sus esperanzas en él y logre “limpiar” de una vez por todas de sus adversarios a la conurbación.
 
Invariablemente para quienes nos incurren la sensatez, sabemos de lo aberrante de este método, pues finalmente se concede la posibilidad a grupos delictivos operen en nuestra entidad, sin lograr erradicar este problema social que aqueja a Veracruz.

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