Por: José Miguel Cobián
Haciendo una pequeña revisión de lo que ha sucedido a lo largo de este casi primer año de gobierno, me doy cuenta de que Javier Duarte ha hecho un enorme esfuerzo, ha sido mal informado por algunos de sus colaboradores –que ya no están con él-, y a sufrido más que muchos gobernadores en todo un sexenio.
Viendo la situación del gobierno de Veracruz desde fuera, se nota que tiene tres grandes dilemas en su equipo, que pronto tendrá que resolver, pagar las consecuencias de su decisión –cambio o permanencia-, y enfrentar un año 2012 muy difícil en función de sus decisiones.
La directora de comunicación social, (o como se llame ahora su puesto), no ha podido llevar a buen puerto su función, principalmente porque en el altiplano no es conocida. No tiene los contactos adecuados y su jefe ha sufrido una y otra vez la falta de operación y control de daños. Gina debiera ser removida pronto, y su lugar ocupado por alguien que quizá no tenga la misma experiencia y lealtad que ella, pero sí los contactos que tanto se requieren en un puesto como el suyo. Y si la decisión fuera conservarla, entonces el costo político será todavía más caro que el que actualmente se está pagando, pues cada día la tormenta va a arreciar y no habrá ni paraguas ni pararrayos. Este es uno de los dilemas de nuestro estimado Javier.
Otra situación quizá más difícil de decidir, es la de la titularidad de la Secretaría de Seguridad Pública. Arturo Bermúdez es un operador de seguridad muy eficaz, un hombre absolutamente leal al gobernador, del primer círculo y total confianza. Sin embargo, es un civil. En una situación tan delicada como la que enfrenta el estado en estos momentos, se requiere un interlocutor confiable con las fuerzas armadas, en particular con la Secretaria de Marina. Antes se tuvo en el puesto a un general, conocido por todos los puestos elevados de las fuerzas armadas en México, quien ante un problema podía simplemente hacer una llamada al amigo, en lugar de hacer una llamada institucional, esa confianza que se gana tras una vida de convivir en las fuerzas armadas es algo que hoy no se tiene, a pesar de la enorme capacidad de operación política y de labores de inteligencia de Arturo Bermúdez. Que difícil debe ser tomar una decisión al respecto. Conservarlo implica lejanía con las fuerzas de seguridad que cada día incrementan más su presencia en Veracruz. Cambiarlo… ¿por quién? Y qué lugar ocuparía Arturo en el gabinete. Acaso Asesor de Seguridad, o un puesto específicamente diseñado para aprovechar toda su capacidad. Es un dilema que Javier pronto tendrá que enfrentar y decidir el camino a tomar. Fidel en su tiempo le pidió al presidente en turno que nombrara al titular de seguridad pública en el estado, quien tomó la decisión aconsejado por el Secretario de la Defensa Nacional. Hoy quien debería de sugerir, tendría que ser el titular de la Secretaria de Marina… Por lo menos hasta el fin del sexenio calderonista.
Muchos colaboradores del Gobernador se han convertido en problemas en lugar de soluciones. El encono entre secretarios de despacho y subsecretarios es un secreto a voces en la mayoría de las dependencias estatales. Hay unos cuantos que están trabajando conjuntamente, sobre todo en áreas delicadas como es el caso de la Secretaría y la Subsecretaría de Gobierno. Allí cada quien cumple su función, se apoyan mutuamente cuando es necesario y no hay grillas internas. El dilema es que el subsecretario puede ser una carta fuerte como candidato a diputado federal por su distrito natal. Pero entonces, ¿A quién poner en su lugar? Pocos operadores políticos tan discretos y eficientes. En Córdoba está uno de los posibles sustitutos, Paco Portilla, hizo un excelente papel en su momento en la subsecretaría de gobierno. Discreto, prudente, extremadamente eficiente y con excelente operación política, pero… Córdoba no aguantaría que una vez más dejara el cargo de Alcalde para irse a otro, aunque fuera por el bien del estado. Entonces habría que buscar otro candidato por el distrito de Acayucan. Algo que estoy seguro, le daría mucho gusto a Gerardo Buganza, quien sabe que no en cualquiera puede confiar, y tener un enemigo en la subsecretaría le haría mucho daño a una gestión hasta la fecha impecable.
La posibilidad de enviar colaboradores incómodos a competir en las próximas elecciones no se contempla en el gobierno del estado, pues las cuentas que hay que entregar son muy exigentes, y no se puede jugar al ¨ai se vá¨, todo debe ser debidamente planeado y confirmado por encuestas.
Estos son algunos de los dilemas que seguramente le quitan un poco el sueño al gobernador, además de todos los problemas que enfrenta Veracruz, y encontrar la manera de superarlos.
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