Por Mussio Cárdenas Arellano.
Náufrago en un mar de votos, electoralmente inservible, Javier Duarte de Ochoa hizo lo que de él se esperaba: quebrarle la elección a Enrique Peña Nieto en Veracruz.
Duarte lo llevó a una derrota humillante, lejos, muy lejos de los 2 millones de votos que había prometido —y comprometido— al candidato presidencial del PRI, a quien le bajó el cielo y las estrellas, hermanó Xalapa y Toluca, invitó un café lechero en La Parroquia y le dibujó el sueño de que Veracruz, el Veracruz de Duarte, sería la entidad que definiría la elección del 1 de julio.
Cruda, fría, la realidad diría otra cosa: Peña Nieto fue derrotado por Josefina Vázquez Mota en suelo jarocho. Tuvo la panista un millón 204 mil 712 votos, contra un millón 203 mil 114 sufragios del PRI, y un millón 37 mil 23 votos del perredista Andrés Manuel López Obrador.
Aunque mínima, apenas mil 598 votos, la ventaja del PAN evidenció el caos político que protagoniza el gobernador Javier Duarte, sin intuición para diseñar estrategias electorales, menos para conformar un equipo de operadores de alta efectividad.
Fue un voto de castigo. Duarte es un solitario de palacio a quien nadie le ve liderazgo político, ni talento para sacar adelante una elección. Hace lo que puede y normalmente puede poco.
En 19 meses, su gobierno ha sido errático. No tiene oferta política y sí, en cambio, una imagen deplorable.
Atado de manos, Javier Duarte vive políticamente una parálisis. Heredó un gobierno endeudado, sin margen de crecimiento, mal calificado por las consultoras financieras; su obra pública es nula y suele piratearse la que se realiza con fondos federales y hacerla pasar como parte de su programa estrella, Adelante, la panacea de su gobierno.
Semana con semana, Veracruz es noticia nacional e internacional por sus índices de violencia. Rebasado por la oleada delictiva que azota a la sociedad, el secuestro y la extorsión en boga, Javier Duarte encontró la salida fácil al entregar la conducción de la nave al gobierno federal. Así, mediante el programa Veracruz Seguro, la seguridad pública quedó en manos del Ejército y la Marina.
Su relación con la prensa crítica es patética. Y se ha agravado por los crímenes de nueve periodistas desde que inició su desgobierno, entre ellos los de Miguel Angel López Velasco, Yolanda Ordaz de la Cruz, Misael López Solana, del diario Notiver; la corresponsal de la revista Proceso, Regina Martínez Pérez, y el reportero de nota policíaca de Milenio Xalapa, Miguel Angel Báez Chino, a unas cuadras de la sede de gobierno.
Omisa, ineficiente, incapaz, su Procuraduría de Justicia no ha resuelto uno sólo de los casos de periodistas asesinados y en el caso de Regina Martínez, provocó una oleada de repudio cuando deslizó, filtró, la versión de que el móvil es pasional, supuestamente por una relación lésbica, razón por la que sus esbirros policíacos se dedican a hostigar a reporteras y amigas de la corresponsal de Proceso para que comparezcan a declarar con métodos intimidatorios.
Verde para el cargo, evidentemente inmaduro, Javier Duarte no ataja las broncas cotidianas y, en cambio, gusta del boato y la fiesta, en medio de la miseria de una millonada de veracruzanos. Una de ellas, durante el Grito de independencia, el 15 de septiembre de 2011, cuando hizo traer a sus amigos de la Ibero en avión fletado, hospedados a todo lujo en el hotel Howard Johnson, en Xalapa; o cuando celebró su primer año de gobierno en el Distrito Federal, también con la pirrurrada de sus años estudiantiles, sin descontar los constantes reventones en un departamento de Polanco donde asisten amigas y amigos, según crónicas de columnistas nacionales.
Sin capital político, deteriorada su imagen por los constantes hechos de sangre, el señorío del crimen organizado, el santuario zeta, poco tiene Javier Duarte para rescatarle votos al PRI.
Políticamente, también es un desastre. No hay un solo grupo priísta que obedezca al proyecto de Javier Duarte. El PRI está en manos de Erick Lagos, antiguo compañero de correrías en el Senado, a las órdenes de Fidel Herrera Beltrán, cuando Javier, Erick, el hoy diputado local Jorge Carvallo y el hoy alcalde de Tuxpan, Alberto Silva, le hacían ver su suerte a Daniel Lugo, el más sacrificable del fidelismo, después director de Bachilleratos de Veracruz, hasta que se descubrió que su título profesional era falso.
Duarte se asemeja al capitán de una nave, incapaz de tomar el timón y darle rumbo. En sus manos, Veracruz se convirtió en un foco rojo para el PRI, permanente el riesgo de una derrota. Aquí, donde se presumía carro completo, el priismo ganó 15 distritos, cinco se los llevó el PAN y uno, Xalapa urbano, la joya de la corona, el PRD.
En cifras, a Peña Nieto le fue aún peor. Ganó sólo en once distritos, la mitad de la geografía veracruzana en contra.
No fue una elección limpia. Fue una elección al estilo del PRI, plagada de delitos electorales, la compra del voto obsequiando despensas y material de construcción, dinero, trámites de regularización de terrenos, promesas de placas de taxi, becas. Fue la reedición de la elección de 2010, cuando para imponer a Javier Duarte en el gobierno de Veracruz, se echó la casa por la ventana, incluido el acaparamiento de programas sociales federales, según consta en los documentos de la estrategia G-5, el vértice del fraude duartista.
Electoralmente tronado, Javier Duarte tuvo una encomienda que no pudo cumplir: hacer ganar a Peña Nieto.
Logró lo contrario: propinarle una humillante derrota.
Archivo muerto
Resume Guadalupe Félix Porras, fallida promotra de Enrique Peña Nieto, que la derrota aplastante del candidato presidencial del PRI en el distrito de Coatzacoalcos, no fue tan peor de cómo parece. Acribillado en las urnas por el izquierdista Andrés Manuel López Obrador, quien obtuvo 89 mil votos, EPN apenas alcanzó 56 mil, pero eso no es, dice la señora Theurel, tan grave. Fue más serio, advierte, hace seis años, en 2006, cuando Roberto Madrazo Pintado, del PRI, se llevó una felpa de antología.
Predicadora de cuentos, algo escapa al sesudo análisis de doña Lupis: a diferencia de Madrazo, Peña Nieto ganó la elección nacional pero fue avasallado aquí, en Coatzacoalcos, donde ella le promovia el voto al frente de una mafufada a la que hizo llamar Las Gaviotas de EPN. O sea, sintetizada la lógica de Lupita Félix de Theurel, dolió pero nomás tantito… Ironías de la políitca: Norma Rocío Nahle García, candidata del PRD a la diputación por Coatzacoalcos, perdió la elección ante el PRI en este 2012, aun teniendo más votos que los que obtuviera en 2006 su archienemiga, Gloria Rasgado Corsi, primera mujer en alcanzar la diputación federal de mayoría en este distrito. Rocío Nahle tuvo ahora 71 mil 283 votos, mientras Gloria Rasgado logró, hace seis años, 61 mil 952… Se llama Cecil, se apellida Duarte y es el hermano del gobernador de Veracruz. Pues a Cecil Duarte lo buscan afanosamente media docena de contratistas, unos de la ciudad de México y otros veracruzanos, para que les cumpla con la obras que les prometió. Año y medio después que Javier Duarte iniciara su desgobierno en Veracruz, a los constructores ni les regresan su aportación ni les firman los contratos. Gusta de meterse en laberintos complicados el presidente de Juventud Dinámica, Cecil Duarte, sin aquilatar lo que a estas alturas y con el santo político de espaldas significaría una denuncia por andar haciendo triquiñuelas con el apellido del gobernador…
Todo listo para el regreso de Gonzalo Guízar Valladares al PRI. Lo cabildeó el clan alemanista: Alejandro Montano Guzmán, diputado electo por Xalapa rural; Ricardo García Guzmán, ex contralor de Veracruz, y Arturo Bermúdez Zurita, secretario de Seguridad Pública actual. Uno más metió la nariz: Héctor Yunes Landa, senador electo, quien requiere a Gonzalo Guízar, su amigo y protegido, para que sea su operador en el sur de Veracruz con miras a la candidatura al gobierno estatal, en 2016. Otros allegados, Rafael de Hombre, entre ellos, serán desplazados porque el proyecto de Héctor Yunes exige mover masas y disponer de especialistas en formación de cuadros. Gonzalo, pues, comienza a quemar las naves del PAN. ¿Lo sabrá ya Miguel Angel Yunes Linares?…
Un abrazo fraterno a los familiares de Roselvia Rodríguez Olaeta, quien físicamente nos dejó el sábado 7, tras una larga y penosa enfermedad. Rosy, como le llamábamos, fue un ser de extraordinaria calidad humana, amiga de verdad. Dedicó una parte de su vida profesional al periodismo; fue funcionaria del Instituto Federal Electoral, y secretaria privada del ex alcalde Marcelo Montiel Montiel. Sus últimos días los vivió en la mayor cercanía con Dios, aliviada espiritualmente. A Vicky, su hermana, y demás familiares, nuestra solidaridad y el ruego permanente para que el tiempo y el Señor les otorguen la resignación que se merecen. A Rosy, un recuerdo eterno…