por Lilia Baizabal
“No llores por un mundo que lucha, lucha por un mundo que llora“: Ernesto “Che” Guevara
Con un profundo dolor en el alma, una infinita tristeza y una enorme indignación, nos sumamos a la condena unánime de los comunicadores en Veracruz, México y el mundo, que se solidarizaron con la prensa del sur del estado, en protesta por el secuestro y cobarde asesinato del periodista Gregorio Jiménez de la Cruz.
Resultó escalofriante conocer que Gregorio Jiménez había aparecido, pero ejecutado. El número 10 en la lista de comunicadores que han caído victimados donde ser periodista es ya de auténticos héroes.
Un gesto de impotencia, rabia y hondo sentimiento al saber que todos los esfuerzos realizados por los periodistas y la sociedad civil para recuperar con vida a Goyo, fueron inútiles.
¡No se mata la verdad, matando periodistas!.
Cala profundo este nuevo asesinato de un periodista. Gregorio duele, sí. Veracruz duele. Vivir en Veracruz duele. Ser periodista en Veracruz duele. Y que México y el mundo conozca lo que realmente sucede en el estado duele y deprime.
Indigna el asesinato de Gregorio, pero también todas las desapariciones de hombres y mujeres jóvenes, los secuestros, las ejecuciones, los asaltos, los robos a casa habitación, las violaciones, los raptos de niños, de niñas y tantos otros muchos hechos de inseguridad que vienen azotando a la entidad, en estos últimos años, aunque para las autoridades ¡no pase nada!.
Nos duele de una manera tan honda saber y ver lo que está pasando en Veracruz que el dolor está vuelto coraje y el coraje en impotencia. ¿Hasta cuándo?.
No solo perdió la familia de Goyo a su ser amado. Los periodistas al décimo asesinado del gremio. Pierde otra vez Veracruz. Pierde México. Pierde la Sociedad. Sí, continúa el pueblo perdiendo su derecho a recibir la información que solo refleja una pequeña parte de la terrible crisis de inseguridad, violencia, muerte e impunidad.
Porque si no es el silencio de los comunicadores lo que buscan los chacales, entonces no tendrían razón los mil y un inventos de la Procuraduría de Justicia para justificar los horrendos crímenes.
Queda claro que los periodistas que son secuestrados, torturados, asesinados, son los que deciden echar luz sobre los negocios de las bandas delincuenciales, negocios del narcotráfico y sus vínculos con el poder y los funcionarios públicos.
Son muertes que sin lugar a dudas, no son causales, menos pasionales o “pleitos de vecinos”, como insisten en presentar peritos de dudosísima reputación. Hoy, en Veracruz han muerto, los que revelan cómo ha sido posible que el narcotráfico se transforme en una medusa de mil cabezas imposible de exterminar que crece a medida que el Estado, la Justicia y la economía nacional, retroceden.
Lo bueno es que ya nadie les cree. Son tan malos para inventar historias que no faltará alguna pesquisa que diga que Gregorio “se suicidó”. Sí, es lo único que les falta por concluir a los famosos investigadores de la Procuraduría de Justicia de Veracruz respecto a las indagatorias que continúan en los archivos.
Cala en el alma este nuevo asesinato porque los periodistas también somos de carne y hueso. Tenemos familias, amigos, sueños, anhelos por cumplir y además, presuntosderechos garantizados en los artículos 6 y 7 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como en el artículo 19 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos relativos a la Libertad de Expresión.
Todavía están libres los asesinos de los comunicadores Noel López Olguín, Miguel Ángel López Velasco, Misael López Solana, Yolanda Ordaz, Regina Martínez, Guillermo Luna Varela, Gabriel Huge Córdoba, Esteban Rodríguez y Víctor Manuel Báez Chino, y nos seguimos preguntando hasta cuándo tendrá fin esta barbarie.
Ha sido imposible que las autoridades de Seguridad Pública, Procuración y Administración de Justicia en el estado de Veracruz, cumplan con su deber de ofrecer justicia. ¿Justicia?, impunidad, es la que conocen muy bien, con su práctica, han avalado que los criminales, continúen cegando la vida de quienes solo cumplen con su deber de informar.
Hasta cuándo veremos el fin de esta era de terror, sangre, luto y muerte que manos criminales continúan sembrando en el estado de Veracruz.
Hasta cuándo los comunicadores podremos continuar realizando nuestra tarea de informar, sin el temor de que hacerlo pone en serio riesgo nuestras vidas y la de nuestros seres amados.
Hasta cuándo los funcionarios públicos pondrán fin a sus actuaciones mediocres, convenencieras, corruptas, cobardes y garantizarán la impartición de la justicia y la irrestricta aplicación de la ley.
Si supiera que estas son las últimas líneas para hablar del asesinato de un comunicador, tal vez lo haría con entusiasmo. Si supiera que mañana habrá algún funcionario sancionado por su incapacidad en la responsabilidad de garantizar seguridad a los ciudadanos en Veracruz, tal vez sería menor la preocupación.
Si supiera que el gobernador Javier Duarte de Ochoa anunciará de inmediato el replanteamiento de los programas de Seguridad para frenar la ola de violencia que nuevamente azota al estado y que ya afecta a mucha gente, tal vez, podríamos expresar algunas líneas de tranquilidad.
Si supiera que existe voluntad política para que las cosas cambien en Veracruz y México, sería un poco más optimista al escribir estas líneas…pero no, la poca esperanza que alguna vez se anidó en la justicia se ha ido desvaneciendo lentamente.
Cada vez son más los que dicen que en la actuación de los políticos para que las cosas cambien, no hay esperanzas. La jauría tricolor, azul, amarilla, naranja solo vela por sus intereses y ambiciones. Nada ni nadie parece importarles. Pero ellos no son los dueños de México, ni de Veracruz.
Cada vez son más los que opinan que no todo está perdido. Aún queda la esperanza en las acciones de la sociedad.
Sí, Veracruz es un pueblo conformado de gente noble, buena, leal y trabajadora hasta el cansancio. También como la historia lo ha evidenciado muchas veces, es un pueblo que soporta casi todo, pero llega el momento que sabe poner los límites.
Cada vez son más los que dicen que existen miles de ciudadanos dispuestos a salir a gritar un ¡ya basta!, a esta barbarie de violencia, muerte e impunidad, que los funcionarios públicos no pueden, o no quieren detener.
Nos debe quedar también una enorme esperanza en los comunicadores honestos, que como ya lo evidenciaron en Coatzacoalcos, aún a costa de sus propias vidas, estarán dispuestos a llegar hasta donde sea necesario para seguir llamando la atención de México y el mundo en un grito desesperado de ayuda.
10 vidas de comunicadores no han sido, ni serán suficientes para callar la verdad de lo que sucede en Veracruz.
Nos queda claro que esta generación de periodistas que ha aportado los muertos, es la generación que continuará pugnando por los verdaderos cambios hasta lograr que la sociedad salga de su letargo y vaya a la calle a defender sus derechos.
Nos queda claro que esta valiente generación de periodistas en Veracruz y México, continuará aportando su granito de arena para continuar construyendo un estado y un país más justo, consciente, próspero y equitativo.
Sí, que lo urgente no nos distraiga de lo importante. La sociedad debe organizarse y exigir a la clase política pronta respuesta y demanda de justicia no solo por los crímenes contra periodistas, si no por todos los casos de miles de desaparecidos, asesinados, levantados, ejecutados, y demás.
¡La barbarie debe terminar ya!.
Reitero toda mi solidaridad a la familia de Gregorio, como también mi agradecimiento sincero a todos los colegas de México, España y otros lugares en el mundo, que voltearon su mirada hacia la preocupante situación que protagonizan los comunicadores en Veracruz. Es una pena. Es una tristeza. Pero esta es la realidad por ahora.
¡En paz descanse Gregorio!. Amén.
FUENTE: PLUMAS LIBRES